Por: Laura Pinzón
Si algo está claro, es que los pequeños, medianos y grandes empresarios han querido cumplir con su responsabilidad social y moral aún en medio de una pandemia y de un Paro devorador. Lo que no está claro es la falacia populista que impulsan quienes quieren romper a todos aquellos generadores de empleo, creadores de riqueza y desarrollo de la sociedad, aún cuando estos últimos deben pagar de sus bolsillos unos impuestos que van más allá de las nubes, porque la DIAN no perdona.
¿Que el empresario tiene una vida de rey, sin problemas ni deudas y, goza de la riqueza que “nada le ha costado” porque es un terrateniente que ha explotado al pueblo? ¡Pura entelequia! La tarifa nominal que pagan las empresas en Colombia es del 32%, en comparación al promedio de los otros países de la OCDE, que corresponde al 22%; el impuesto de renta es del 75.8%, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que es bimestral o cuatrimestral dependiendo de sus ingresos, la retención en la fuente, el ICA, el impuesto al patrimonio, entre otros… Eso, cuando la empresa es legalmente constituida, pero, ¿y el trabajador “del diario”? ¿la panaderia, supermercado de barrio, pequeños restaurantes, almacenes de ropa, entre otros que también trabajan con honestidad para sacar adelante a su familia, al país? A ellos, no les tocan estos impuestos, pero si el arriendo, los servicios, los sueldos.
Y, es que ni siquiera el Covid- 19 perdonó a los empresarios, pues en materia económica, las pérdidas alcanzaron por las diferentes medidas de aislamiento adoptadas por el Gobierno Nacional un 49%, lo que representa una variación de entre $4.6 billones y $59 billones por mes, es decir entre el 0.5% y el 6.1% del PIB nacional. Ahora, sumémosle otra pandemia que ha superado ya el mes de contagio: el Paro Nacional, que ha dejado 399 establecimientos comerciales afectados, dejando como pérdidas diarias para la economía $480.000 millones, lo que hasta ahora daría un total de entre $6 billones y $10.8 billones.
¿Qué culpa tiene el empresario? Los verdaderos culpables son los que los estancan. Por ejemplo, en diferentes sectores del país, como en Valle del Cauca se reflejó el anquilosamiento de la producción agroindustrial y la parálisis del Puerto de Buenaventura, lugar donde llega la mercancía que se vende en diferentes locales comerciales del país.
El empresario no tiene la culpa, porque es el motor para la economía nacional, es el generador de empleo. Del 80% de trabajo generado en el país, el 10% lo han realizado los proyectos de PYMES. Por ello, es bueno recordar las palabras dichas por Carlos Ignacio Gallego, presidente de Nutresa durante el Congreso Confecámaras 2019: “Los empresarios somos actores de desarrollo no actuamos de forma egoísta. El empresario tiene una mirada de largo plazo, le interesa generar valor, se compromete, se expone, corre riesgos, y todas estas son apuesta medidas, basadas en capacidades. Desde el liderazgo podemos hacer mucho”
Esto no debe ser una queja, pero, si una reflexión en torno a la importancia que tienen los empresarios (sin importar su dimensión) en el país y por qué no, aquellos que también con sacrificio e inteligencia nos muestran en el exterior de manera positiva en temas económicos y de emprendimiento. Sin duda, se tiene que reconocer la función social que desempeña este sector, dejando claro que, por supuesto el modelo capitalista, aunque genera ingresos, también crea desigualdad, y, en este mundo, cada uno construye sus oportunidades, si el empresario de a pie o, el gran empresario tiene, es porque lo ha luchado.