Por: Jair Peña Gómez
Al mejor estilo de la dictadura nicaragüense el gobierno de Gustavo Petro habría dado la orden de desmantelar el oratorio católico del Aeropuerto El Dorado, que acompañó durante años a decenas de miles de fieles que, aprovechando una escala o una espera, rezaban y meditaban allí frente a Jesús Sacramentado.
La nueva administración de extrema izquierda, en una muestra más de ignorancia supina, confunde el Estado Laico con el Estado Ateo. Si bien la Constitución Política en su Artículo 19 garantiza la libertad de cultos y expresa que todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley, no prohíbe las expresiones públicas de la fe católica.
Colombia en su organización política puede ser un Estado Laico, pero la nación colombiana (el pueblo) es mayoritariamente católica, y si sumamos a las otras denominaciones cristianas, es abrumadoramente cristiana.
El Aeropuerto El Dorado ya se pronunció sobre el desmantelamiento del oratorio y aseguró que: «El espacio de oratorio en el aeropuerto se encuentra en adecuaciones y en los próximos días será nuevamente habilitado como un espacio de culto y reflexión neutral. En donde serán bienvenidas todas las religiones».
Las preguntas que surgen son: ¿Por qué no habilitaron otro «espacio de culto» para «la reflexión neutral»? ¿Por qué desmantelaron el oratorio católico en detrimento del patrimonio espiritual de nuestro país? ¿No era más fácil hacer una nueva construcción para todas las religiones y respetar el espacio que ya estaba destinado a los católicos?
Este suceso no se puede pasar por alto, claramente refleja el carácter anticristiano del gobierno del Pacto Histórico y es una advertencia de que la persecución al cristianismo es y será una realidad hasta el fin de los días. Qué mejor ocasión para recordar las palabras de nuestro Señor Jesucristo: «Si el mundo los odia a ustedes, sepan que a mí me odió primero». (Jn. 15, 18). ¡SANTA PAZ!