Por: Andrés Villota Gómez
Juan Manuel Santos mandó a llamar con carácter de urgencia, a dos de sus más leales sirvientes, Armando Benedetti y Roy Barreras, para que regresen a Colombia y traten de corregir el rumbo que tomó Gustavo Petro, que contradice los dogmas del Neuordnung (Nuevo Orden) del que, la familia Santos, es accionista principal de la franquicia para Colombia.
La orden es clara, deben regresar a tratar de detener a los del régimen Petrista que empezaron a tomar decisiones que pueden tirar al traste con el modelo de dominación que ha mantenido a los colombianos, sumidos en la pobreza y la miseria como la base del control que ejerce sobre la sociedad, un grupúsculo de privilegiados sin distinción de raza, credo o condición política.
El gobierno de Gustavo Petro sirvió para reconfirmar que los partidos políticos colombianos, carecen de cualquier tipo de principios e ideología. La clase política es, simplemente, una minoría de oportunistas que dicen trabajar por el pueblo, usando nombres rimbombantes de causas nobles, aparentemente, para poder justificar la vorágine de saqueo, orquestada desde el ministerio de Hacienda, que dejó las arcas públicas desocupadas.
El mayor porcentaje del presupuesto nacional, está asignado a la educación porque, desde el siglo pasado, el Estado colombiano, empezó a tratar como a subnormales a los padres de familia, a los que considera incapaces para poder pagar la educación de sus hijos y, por lo tanto, ante la inutilidad del padre de familia promedio para trabajar y producir, el Estado asume esa responsabilidad.
Un incentivo perverso para aprender saberes inútiles e improductivos porque nadie, nunca, va a tener que pagar por eso, entonces no van a tener que trabajar o producir porque sus gastos asociados a la educación, será el costo de ponerle un marco a un diploma.
El gobierno nacional, dejó de pagarle a las universidades privadas y a las universidades públicas, cortando con los enormes lazos de dependencia que tienen las universidades con los recursos públicos.
Es decir, dejó de tratar como a inútiles improductivos a los padres de familia colombianos que, ahora, van a tener que trabajar y producir para pagar la educación de sus hijos y, los jóvenes, a su vez, van a escoger programas académicos acordes y pertinentes con las necesidades reales del mercado laboral colombiano.
El cambio del ICETEX por un banco que otorga créditos, busca la eficiencia en el gasto de los hogares que, sus hijos, ya no van a estudiar filosofía, cambio climático, equidad de género, sociología, antropología y esa larga lista de programas académicos inútiles.
Además, ya no se van a demorar medio siglo en finalizar sus estudios porque deben empezar a trabajar y producir, lo antes posible, para pagar la deuda que contrajo él o su acudiente.
El final de la financiación pública de la educación es un cambio muy importante en la estructura del gasto público, aunque es una muy mala manera de Gustavo Petro responderle a los académicos y a sus sindicatos de profesores, que habían aportado enormes sumas de dinero a la campaña presidencial de Petro, a cambio de recibir un aumento significativo en sus ya abultados recursos.
La más inteligente y una de las más prominentes congresistas del partido de gobierno, Susana Boreal, afirmó que forzar a un menor a asistir a la escuela constituye una forma de adoctrinamiento, criticando la calidad del sistema educativo en Colombia, promoviendo el modelo educativo de homeschooling, que toma fuerza en las sociedades más civilizadas y evolucionadas del mundo. Gustavo Petro, dejó entrar a la fuerza pública a las universidades públicas redefiniendo el concepto de “autonomía universitaria”, también, al dejar de escoger al rector de la Universidad Nacional a dedo y hacerlo de manera democrática en unas elecciones en las que participaron todos los estudiantes, profesores y trabajadores de la universidad.
Sumado a los recortes del gasto en educación, Gustavo Petro le dio autonomía fiscal a las regiones de los aborígenes para que dejen de depender del presupuesto nacional de Colombia y sean las mismas comunidades aborígenes las que creen su sustento que, de paso, acaba con los cultivos de coca porque la sobreoferta generada por el aumento incontrolado de los cultivos, ha hecho que los comercializadores de la hoja de coca, paguen cifras irrisorias por una carga de coca, lo que obliga a las comunidades a sembrar productos con mejor precio en los mercados.
Gustavo Petro, no volvió a comprar vacunas con los recursos públicos, ni obliga a que se vacunen los colombianos, al contrario de lo que hizo su antecesor. Petro, también, acabó con la financiación estatal de la salud privada que, a través de las EPS le cobraba al Estado, todo lo que los usuarios ya habían pagado en el servicio de medicina prepagada.
Erradicar el turismo popular o “chancletero” de la isla de San Andrés, haciendo quebrar a las aerolíneas de bajo presupuesto, trajo como lógica consecuencia que cambio y aumentó el perfil de los turistas que visitan a la isla de San Andrés, atrayendo a los que tienen una capacidad real de dejar divisas en el país.
Petro, trajo a la aerolínea Emirates, símbolo de la oligarquía, a competir en franca lid y resultó con un servicio infinitamente superior con costos muy bajos que, a todas luces, tiene una relación precio beneficio muy buena, mejor que la de Avianca que, aunque ya no es una aerolínea colombiana, la siguen tratando cómo si lo fuera, por eso no se podía permitir que entrara la competencia.
Gustavo Petro sí dejó entrar a la competencia. No financió la realización de los Juegos Panamericanos y le cortó las líneas de financiación a las ligas deportivas del país. Dejó de financiar los hobbies personales privados de algunos pocos privilegiados que no hacían nada diferente a practicar un deporte, mientras la mayoría, sí trabajaba y producía para poder pagarle a los deportistas de “alto rendimiento”, altas sumas de dinero, dignas de un burócrata profesional.
A la Liga Femenina de Fútbol colombiana, no la financió el Estado y dejaron, mejor, que el mercado determine si prefiere pagar por ver fútbol, jugado por mujeres o por hombres.
Eso trajo que las mejores se fueran a vivir a Europa y juegan en equipos que son empresas privadas y les pagan lo que el mercado colombiano no estaba dispuesto a pagarles. Petro fortaleció la financiación a los medios de comunicación públicos y está financiando, con recursos públicos, a los creadores de contenido que le hacen propaganda a su gobierno, reduciendo la pauta oficial en los medios de comunicación privados porque nadie los ve.
La libertad de prensa, regresa a Colombia porque los medios privados, sin la pauta escondida, dejan de decir lo que les dictan desde la Casa de Nariño, ahora tienen libertad de expresión plena. Gustavo Petro, en general, está desmontando el esquema de gasto público inútil keynesiano, que ha dominado al Estado colombiano desde hace un siglo.
La Casta colombiana está bastante preocupada porque les están quitando su fuente inagotable de recursos que, en los últimos días, además, recibió una estocada mortal con la finalización de la financiación pública de los Estados Unidos a través de USAID. Hay que hacer algo, dice La Casta colombiana, Gustavo Petro se volteó.