Por: Mauricio Jaramillo Quijano
La llegada al poder de Gustavo Petro en Colombia, país que había sido el bastión de la derecha en Latinoamérica, marcó el inicio de una nueva hegemonía de la izquierda en la región.
Buena parte de sus habitantes esperan que el socialismo mejore la calidad de vida en estos países que nunca han salido del subdesarrollo.
Por desgracia la historia de países como Argentina, Cuba y Venezuela evidencia otra cosa pues esos gobiernos que se presentan como redistribucionistas hallan poco que hacer ante la carencia de recursos para redistribuir, frenan la creación de riqueza y se convierten en los mayores obstáculos para dar el anhelado salto al desarrollo, trayendo más miseria a estas quebradas economías.
Entre las razones por las que los latinos eligen gobernantes de izquierda está el deseo de una reivindicación social y el despreció por las políticas de orden público de ‘mano dura’. Además, incide el repudio que provoca una parte de la derecha que involucra los dogmas de la religión en sus decisiones políticas.
La prohibición del aborto y del matrimonio homosexual que caracteriza a esa derecha suelen provenir de una vertiente del cristianismo y son medidas vistas como retrógradas no solo por la izquierda sino por las personas secularizadas de cualquier ideología política.
Hoy en día el Papa Francisco tiene todo el derecho de imponer sus dogmas cristianos en el Vaticano, pero eso no debería pasar en los países de Occidente donde los gobiernos son laicos ya que la libertad de cultos se proclamó en 1.789 cuando, después de la Toma de la Bastilla en Francia, fue redactada la Declaración de los Derechos del Hombre.
En Estados Unidos muchas personas, en especial mujeres, también repudian la prohibición del aborto impuesta por la Corte Suprema, compuesta en su mayoría por conservadores. La primera enmienda de la constitución de este país garantiza que ninguna ley puede ser establecida por una religión, sin embargo, según informes de la prensa de Estados Unidos, los jueces que anularon el fallo Roe v. Wade pertenecen a una iglesia cuyo catecismo habla de “la perversidad moral que representa el aborto”.
Aquí es importante aclarar que Cristo nunca se manifestó en contra del aborto o de los homosexuales. El propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fervoroso devoto del catolicismo, apoya la legalización del aborto, pues hace parte de lo que se considera como el “cristianismo progresista”.
Y claro, ante el antipatía que genera la derecha religiosa, la izquierda no desaprovechó la oportunidad de asumir la defensa del aborto y de los derechos de la comunidad LGBT para quedarse con los votos de una población que está representada en su mayoría por jóvenes, colectivos sociales y agnósticos.
Y aunque según las encuestas son menos los agnósticos que los creyentes en el mundo hay razones para pensar que el voto anti derecha religiosa es muy importante para que la izquierda se consolide en América.
El peronista Alberto Fernández quien subió al poder en Argentina en 2019 no solo aprueba matrimonios igualitarios y abortos sino que tiene un hijo que no se considera heterosexual. Estanislao Fernández, nunca aceptó que se le llamara así. El joven de 26 años que aparentemente tiene una excelente relación con su padre pidió que se le identificara como Dyhzy, su nombre artístico durante sus presentaciones como Drag Queen y Cosplayer.
En Chile, el candidato conservador José Antonio Kast quien fue la cabeza del Frente Social Cristiano, perdió las elecciones en 2021 contra el actual presidente de izquierda progresista Gabriel Boric. Kast era reconocido por sus conocimientos económicos y tenía una alta posibilidad de ganar, pero frecuentemente durante la campaña fue cuestionado por su rechazo al matrimonio homosexual y al aborto, lo que causó repudio en el movimiento social de este país.
La primera mujer presidenta de Honduras, la izquierdista Xiomara Castro, ganó la presidencia de este país en 2021 prometiendo que promovería la educación sexual, legalizaría el aborto y la venta de píldoras anticonceptivas. En Colombia, el presidente de izquierda, Gustavo Petro, aunque cuenta con algunos cristianos que se sienten identificados con la propuesta de su gobierno, ganó la presidencia en 2022 con un discurso entre otras cosas permisivo con los matrimonios homosexuales y la legalización de la droga.
Las religiones son buenas cuando ayudan al hombre a formar valores morales o a evolucionar. Incluso las iglesias se caracterizan por hacer obras de caridad y algunos de sus miembros arriesgan la vida por la comunidad como los valerosos sacerdotes de Nicaragua que desde sus púlpitos denunciaron las violaciones a los derechos humanos del dictador Daniel Ortega.
No digo que la religión sea mala pero no veo porque sus conceptos tengan que ser usados para definir qué es legalmente bueno o malo. Hay 4.200 religiones en el mundo y en la mayoría de países de Occidente existe libertad para seguir o no seguir ninguna de ellas. A algunas personas no les parece justo que se involucre una religión, sea la que sea, en decisiones legales.
Menos esa irracional que no usa argumentos para respaldar sus ideas, sino evocaciones a Dios. Es posible discernir que es lo correcto sin acudir a la religión. Aristóteles quien vivió en Grecia en el siglo IV A.C. en un contexto politeísta creó el primer sistema lógico que analiza los principios de validez o invalidez de un razonamiento. Un sistema que consiste en un argumento deductivo del que se infiere una conclusión.
Luego, cuando la Iglesia Católica impuso el oscurantismo en la Edad Media, y la filosofía fue engavetada bajo llave, un pensador escolástico surgió de esta propia Iglesia para revivir la evolución de la humanidad. Su nombre: Santo Tomás de Aquino, teólogo dominico nacido en 1.224 en Italia, quien encontró perfecta la lógica de Aristóteles cuando decía que para establecer un razonamiento solo se necesitaban argumentos verdaderos.
Bajo el análisis de la filosofía se puede deducir que una mente humana bien usada podría ser tan moralmente acertada como la Religión. Los estudios de los filósofos apuntan a definir una ética universal que antes del bien personal busca el de la comunidad.
Este tipo de análisis permite definir cosas como ¿hasta qué punto el LGBT debería imponer sus ideas en la educación de los niños? ¿a cuántos meses y en qué casos no se debe abortar? ¿cuánto se debe afectar la economía y los gastos sociales por cuidar el medio ambiente? o ¿qué drogas se deben legalizar y en qué momento? Para avanzar con justicia en estos discernimientos tal vez ayudaría que los políticos no incluyeran más la religión en sus decisiones, o que si lo hicieran le dieran más importancia al libre albedrío
Los líderes de derecha que se caracterizan por darle un buen manejo a la economía deberían pensar si es oportuno seguir buscando el voto de los feligreses de derecha o si se ponen más al tono con el momento por el que atraviesa la humanidad.
Tal vez una buena estrategia para sacar del atraso económico al que condena la izquierda a la región es que la derecha sea más atractiva para los jóvenes, los colectivos sociales y los agnósticos, dejando los dogmas para los partidos cristianos y de otras índoles religiosas. No digo que deban convertirse en agnósticos pero sí que dejen la religión aparte de su trabajo legislativo.
Hay muchos políticos con este perfil. Está, en mi opinión, el argentino Javier Milei quien es un capitalista a ultranza pero no tiene ningún problema con el matrimonio homosexual o la legalización de la droga.
De igual forma, Luis Lacalle, presidente de derecha de Uruguay, apoya matrimonios igualitarios pero no el aborto lo que demuestra que más que conceptos religiosos, Lacalle sigue su propio criterio cuando se trata de política.
En Colombia algunos miembros de la derecha como Paloma Valencia tienen opiniones libres de conceptos religiosos. Valencia ha dicho que apoya el matrimonio homosexual e incluso la adopción de niños por parte de estas parejas.
Algunos miembros de la derecha colombiana han aceptado también que la legalización de la cocaína en Colombia podría aportar a una reducción en la violencia, siempre y cuando ésta medida se haga en conjunto con los Estados Unidos.
Lo que no parece oportuno es que esta legalización se haga unilateralmente pues solo beneficia a las mafias que pueden acumular más dinero y poder, volviéndose más peligrosas. Esto, en últimas, en mi opinión, pasará con la anunciada “Paz total”, que es una legalización maquillada por el gobierno de Gustavo Petro.
Veremos si la izquierda se sigue adueñándo de America con lo que pase políticamente en Estados Unidos entorno al aborto, y con lo que pase mañana en Brasil donde el presidente Jair Bolsonaro cuenta con el respaldo del 70 por ciento de los evangélicos, y también rechaza los matrimonios entre homosexuales y el aborto. Si Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue condenado en 2017 a 12 años de prisión por corrupción y solo pagó 19 meses de cárcel, gana las elecciones presidenciales en este país, la hegemonía socialista en Latinoamerica será completa.