Por: Fernando Londoño Hoyos
Esperamos que muy pronto quede clara la novela de Haití y cómo habremos de rescatar el honor de Colombia y cómo nuestros hombres de armas fueron engañados y llegaron a Puerto Príncipe para misión muy distinta de cometer el asesinato contra el Presidente. Ya la primera dama salió en defensa de los nuestros y está claro que no fueron ellos los asesinos, sino que al contrario llegaron después del atentado a socorrer a la esposa del Presidente y de sus hijos.
Pero el tema de hoy es harto distinto. Porque se trata de recordar que Haití está ligado, de manera entrañable y decisiva, a la Libertad de Colombia.
Después de que el Libertador fuera derrotado en Venezuela, después de los éxitos de su Campaña Admirable y por obra de las envidias y recelos de los hombres que debieron acompañar la causa de la Libertad y terminaron por sofocarla, volvió a la Nueva Granada para dar cuenta de sus desventuras y de sus derrotas.
Nuestro gran Camilo Torres lo recibió con benevolencia y después de aquel “podeis ser un militar desgraciado pero sois un grande hombre”, le encomendó que se hiciese cargo de la defensa de Santa Marta y Cartagena. Otra vez las pequeñas almas dieron al traste con el intento de salvar esas ciudades de la invasión de Morillo, y el Libertador salió para el Caribe, partida el alma de amarguras.
Fue entonces cuando derrotado y sin esperanzas, escribió desde Jamaica la que llaman su carta profética, dirigida a un ciudadano inglés, en la que da cuenta de su talento formidable y su rara capacidad para anticipar el futuro.
Pero Bolívar no estaba para escribir cartas, sino para rescatar la Libertad. Parece que fue Luis Brion el que le aconsejó que fuese a Haitía para convencer a su Presidente, Alejandro Petion, que lo acompañara en su causa y le diese medios para empezar la invasión de Venezuela.
Llegó Bolívar a Puerto Príncipe el 31 de diciembre de 1.815 y por el feriado del primero de enero no pudo ser recibido por Petion. Pasada la festividad se iniciaron las conversaciones entre esos hombres providenciales.
Recordemos que era el Libertador un jovencito de 32 años, de mente superior y de un fuego interior que todo lo abrasaba. No se ha hecho énfasis en ello, pero a Petion debió sorprenderle que ese soñador caraqueño le hablase en perfecto francés, aprendido en los salones rutilantes de la Francia pos revolucionaria.
Sea de ello lo que fuere, Petion se conmovió y entusiasmó, y dio órdenes precisas para que a Bolívar se le diesen hombres –de trescientos habla la Historia- fusiles y municiones para empezar la travesía.
Para el embarque solo fue segura la alta mar y el 26 de enero se completó con la entrega de dos mil fusiles, todas las municiones disponibles y raciones de boca para los hombres embarcados.
Fue con esa expedición que Bolívar partió para la Isla de Margarita y bien clara en la memoria la única exigencia que Petion le había dado como contraprestación a su ayuda: la libertad de los esclavos en todas las naciones que llegase a libertar.
Después de dificultades sin cuento, el Libertador tomó la Isla y con esa base llegó a tierra firme para iniciar la campaña gloriosa que lo traería por los llanos venezolanos a las puertas de la Nueva Granada, la que conquistaría superando el infranqueable páramo de Pisba.
Pero estamos caminando con demasiada prisa. Porque antes de ordenar sus tropas para emprender la obra titánica que dejamos dicha, la invasión de los llanos inundados y la superación de Pisba, el Libertador reunió en Angostura el Congreso sobre el que cimentaría la libertad y la democracia de América.
Fue en Angostura donde Bolívar pronunció el discurso que seguimos leyendo con pasmo más de doscientos años después. De esa pieza formidable rescatamos dos pequeños apartes que completan nuestra historia. “Un Gobierno Republicano es y debe ser el de Venezuela; sus bases deben ser la Soberanía del Pueblo, la división de los poderes, la Libertad Civil, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios”.
Y al final estas palabras: “ pero yo imploro la confirmación de la Libertad de los Esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.”
No nos dice la Historia si Petion leyó este discurso y si al leerlo recordó que cinco años antes había armado la expedición libertadora de Bolívar. Sea de ello lo que fuere, Haití estuvo en el origen de nuestra emancipación y la Libertad de los Esclavos fue la palabra empeñada por Bolívar y cumplida como “imploraría mi vida” por este coloso de todas las Américas.
Tal vez algunos no lo sepan. Pero a Haití debemos nuestra Libertad.