Por: Alejandra Cifuentes Reyes
“La paz es voluntad y armonía, no solo ausencia de guerra”
Cuando juzgamos la corrupción, el cuadro en Colombia no deja de ser preocupante y pesimista, precisamos de realismo para abordarlo; pero partamos de una premisa esencial, el robó olímpico que JUAN MANUEL SANTOS hizo, llevándose un Nobel de Paz, regalándole el país literalmente a los asesinos más crueles de la historia, para conseguir ese galardón, envenenó con mermelada las partes sanas y tal vez bien intencionadas de la política. Gracias a la democracia hoy podemos ventilar con absoluta franqueza y con toda la razón que nos asiste el descalabro y el fracaso absoluto del esperpento de la Habana.
Gracias a las siniestras ideas de Santos en su propio beneficio, hoy las Farc participan como movimiento político con su partido “de los Comunes” y tienen varios de sus miembros en el Congreso, sin pagar un solo día de cárcel.
Genocidas y pedófilos, sentando cátedra de honestidad, de moral y dictando leyes, que vulgaridad.
A muchos jóvenes universitarios se les ha preguntado por la concepción de una “Colombia en Paz” y la respuesta ha sido: “No me lo imagino, porque todos los dirigentes son corruptos”. Hace muy poco había confianza en el ideario de los jóvenes, en cuanto al cambio del rumbo del país, hoy los optimistas son muy pocos.
La paz no es ese concepto sublime y elevado que muchos creen, eso solo significa, que cada uno de los colombianos pueda vivir dignamente y con acceso a tantos aspectos de la vida humana, que hoy son de privilegio, como la educación, sin ella no hay libertad y sin esta no hay democracia que nos asegure la igualdad y la justicia, sin la cual no puede haber bienestar, ni paz.
“No se puede hablar de paz si no se respetan los derechos humanos y si no se reconocen, no se puede hablar de democracia”, los factores son múltiples: violencia, desestructuración familiar, violencia de género, el narcotráfico, la pobreza etc.
Gandhi afirmaba que la paz es buscar el equilibrio en nuestras mentes y nuestro corazón, pero, ¿cómo hacerlo en este caso, donde las injusticias superan la grandeza de los espíritus que viven cerca del amor de Dios?
Lo único que se ha cumplido del absurdo acuerdo de paz, son todos los caprichos de los alzados en armas, participación política, pero, ¿fin del conflicto?, por el contrario se ha recrudecido la violencia, solución al problema de la drogas, tampoco, contrariamente ha crecido el cultivo y el consumo, ¿acuerdo con las víctimas?, cuando las víctimas de las Farc de la “Corporación Rosa Blanca”, precedida por su presidenta Lorena Murcia, tuvieron la primera reunión con Patricia Linares, Presidenta de la JEP (Jurisdicción especial para la paz) y esta se retiró abruptamente del recinto, cuando se le interpeló sobre justicia para las víctimas.
Una de las frases más repetidas durante el largo proceso de negociación, (entrega) del país, fue “cambiar balas por votos”, sacar las armas de la política, ¡mentiras!, hoy están más armados que nunca y en el Congreso de la República, elegidos a dedo, seis en la Cámara y seis en el Senado, sin un solo día de cárcel repito, siendo recibidos por varios congresistas con el grito de “asesinos”.
No asistieron ni Iván Márquez, ni Jesús Santrich y su candidato a la presidencia Timochenko que en las elecciones sólo obtuvo 85.000 votos. Donde el grueso de los colombianos no quiere ver a estos guerrilleros participando en política, solo el 0,34% apoyó este partido político.
Aunque la paz es un ideal indispensable para el bienestar y la dignidad, mientras exista espacio para estas estructuras insurgentes disfrazadas de política, nada cambiará, aunque ésta se busque afanosa y denodadamente, lo tan anhelado para todos los colombianos seguirá siendo una utopía.