Por: José Miguel Santamaría Uribe
A medida que va pasando el tiempo, nos damos cuenta de lo chambón y mal firmado que quedo ese acuerdo de La Habana entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los narcotraficantes y genocidas de las Farc, desde el robo flagrante al plebiscito del 2 de octubre del 2016 el castillo de naipes de la farsa de la paz se ha venido derrumbando poco a poco.
Si hiciéramos un recuento de los hitos que ha venido ocurriendo ni el mayor fan del acuerdo, seguro un contratista del gobierno anterior, podría sentirse tranquilo con lo que quedó de este; por un lado unos pocos viejos guerrilleros en el Congreso disfrutando de sus escoltas, salarios y automóviles sin haber sido juzgados ni por la JEP, un juez creado a su imagen y semejanza, sin haber dicho una sola verdad, pero si con un sentimiento que los perdonamos y que por cuenta de eso toca olvidar y aceptar todo; y el resto de los guerrilleros, los del montón, olvidados por ellos, con pocos recursos, y sufriendo el acoso de los que no entregaron las armas y siguieron en el negocio del narco tráfico que los van desapareciendo de a poco en las zonas alejadas del país. Hoy para mi hay unas solas Farc, con un componente político lícito y otro ilícito secuestrando y sembrando coca. La “salida” de Márquez y de Santrich fue la estocada mortal al acuerdo.
Ahora pretenden que después de no decir una sola verdad en cuatro años les creamos algo en lo que nunca se les había comprometido, en el asesinato de Alvaro Gómez Hurtado, aquí más bien parece le están haciendo la vuelta a alguien al que la justicia tarde o temprano le va a llegar. Ellos saben que son intocables así hayan cometido los peores crímenes por cuenta del acuerdo entonces salvan de la cárcel al compinche y ellos por mal que les vaya siembran unos árboles como pena.
No puede ser que por cuenta del acuerdo nuestros soldados y policías se conviertan en los malos del paseo y los narcos y asesinos de las Farc sean ahora los pro hombres a seguir, una cosa es perdonar y otra pendejear.
Lo que sí está claro es que las elecciones del 2022 pueden llegar a ser el punto de quiebre donde el país puede voltear el péndulo hacia la izquierda y perder mucho de lo recorrido y ganado cuando el mundo lucha para salir de esa enfermedad, bien lo dice el presidente Uribe #OjoConEl22, es por eso que debemos montar ya los equipos con los que vamos a batirnos en esa lucha, empezar a trabajar en los cuadros y mecanismos para escoger las listas al congreso con ideas, propuestas sin politiquería y las precandidaturas presidenciales los que se postulen tienen que entender que la campaña es ya, tienen que salir a recorrer el país, hacerse conocer y buscar su espacio.
Esperamos ver toda nuestra artillería defendiendo al establecimiento, para atrás ni para coger impulso, los colombianos no nos vamos a rendir tan fácilmente ante el castro chavismo.