Por: Juan José Gómez
“Forjen déspotas tiranos largas y duras cadenas para el esclavo que humilde sus pies de rodillas besan. Yo que nací altivo y libre sobre una sierra antioqueña llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”. (Estrofas del Himno Antioqueño) ( Letra de Epifanio Mejía – Música de Gonzalo Vidal)
Con la tajante y certera afirmación que sirve de título a esta columna ha sido convocada para el próximo domingo 30 de marzo, a las 10 de la mañana, la iniciación de una gran marcha de afirmación del honor de un pueblo y protesta contra el mal gobierno, que en Medellín tendrá puntos de concentración en el Parque de las Luces y en la Avenida Oriental x La Playa, para notificarle a Gustavo Petro Urrego y a todos sus partidarios, que en nuestra rugosa y arisca tierra paisa amamos la libertad como el principal don que el Creador le concedió a nuestros antepasados y que ellos nos legaron, y que ni a él, ni a los que son como él, nunca le rendiremos el tributo de nuestra amistad, de nuestra aceptación, de nuestra confianza o de nuestra admiración porque de ninguna manera la merece y que, en lo que se refiere al acatamiento debido a su cargo, respetamos la institución presidencial, pero no creemos que el señor Petro la honre con su conducta de guerrillero convicto, de colombiano borrascoso o de gobernante indigno.
Para decirlo de una vez, hemos visto en la sociedad colombiana síntomas inequívocos de cansancio y de hastío con Petro, con su verborrea insustancial, con sus fútiles amenazas, con sus groseros insultos y sobre todo con su reiterado uso de vocablos tales como “nazis” o “fascistas” dirigido a personas cuyo único delito ha sido el de cumplir con sus obligaciones constitucionales y legales, pero que no se inclinan reverentes ante el presidente-dictador ni mucho menos están dispuestos a cumplir su cambiante voluntad, particularmente cuando irrespeta la separación de poderes instituida en la Constitución Nacional o cuando pretende que sus deseos tienen el mismo peso que las leyes de la república, aparentemente sin caer en cuenta que su arbitrario comportamiento público no tiene nada que envidiarle al de los tiranos, el nazi Adolfo Hitler o el fascista Benito Mussolini.
A juzgar por la manera como se han observado las relaciones entre Antioquia y Petro, parece que a esta región montañosa de Colombia y a la gran mayoría de sus habitantes sensatos, le corresponde la dura labor de hacerle ver al presidente actual que su comportamiento es inaceptable desde cualquier punto de vista; que su odio hacia nosotros -porque no hemos depositado abundantes votos por él o por sus candidatos- constituye una conducta reprensible, en todo indigna de un jefe de estado y de gobierno; que comete no solo una injusticia sino un gran error político cuando por odio retiene recursos dispuestos por normas legales superiores para obras públicas nacionales, de las cuales Antioquia solo se beneficia tangencialmente; y que nadie pretende que quiera Antioquia y a los antioqueños si eso no le nace, pero que si exigimos que cese su irracional manera de vilipendiarnos, de ignorarnos y de causarnos graves perjuicios, y además, que recuerde que la posición que tanto trabajo le costó alcanzar es la de presidente de los colombianos, de todos los colombianos, sin que sea legal ni tolerable que gobierne en beneficio de unos y en perjuicio de otros. Estas son las verdades que tienen que decirse en voz alta y con toda claridad durante la marcha del 30 de marzo, a la cual esperamos que concurran todos los que amen a nuestra Antioquia, la que por siglos ha sido la madre nutricia de todos los paisas, tanto los que viven en el territorio nacional como en paises extranjeros, para lo cual invitamos a todos los habitantes de las regiones antioqueñas, hombres y mujeres, jóvenes y maduros, especialmente los que residen en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, integrada por Medellín y nueve municipios más, hacia el sur Itagüi, Envigado, Sabaneta, La Estrella y Caldas y hacia el norte Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa. Antioqueñas y antioqueños: todo indica que ha llegado la hora de evocar la memoria de los antioqueños ilustres de todos los tiempos, entre ellos los héroes de la Independencia Córdova, Girardot y Zea; de los expresidentes Aranzazu, Suárez, Restrepo, Ospina Pérez, Betancur, y de recordar los méritos del estadista que por fortuna vive aún, Álvaro Uribe Vélez; de las heroicas mujeres Simona Duque de Alzate, Javiera Londoño de Castañeda, Ana María Martínez de Nisser, Santa Laura Montoya, Sofia Ospina de Navarro y de María Cano “la flor del trabajo”; de los destacados intelectuales Gregorio Gutiérrez González, Epifanio Mejía, León De Greiff, Tomás Carrasquilla, Luis López de Mesa, Porfirio Barba Jacob, Baldomero Sanín Cano, Ñito Restrepo, Efe Gómez, Fernando González, el padre Roberto Jaramillo, Jorge Montoya Toro y Jorge Robledo Ortiz entre muchos otros; de los músicos Eusebio Ochoa, Carlos Vieco, Jaime R. Echavarría, Jaime Llano González y las famosas pianistas que todavía viven Blanca Uribe y Teresita Gómez; de los pintores Fernando Botero, Pedro Nel Gómez, Francisco Madrid; los escultores Francisco Antonio Cano, Rodrigo Arenas Betancur y José Horacio Betancur; de los capitanes de la industria y de las finanzas que tanto aportaron al desarrollo nacional, tales como Alejandro Echavarría, Esteban Jaramillo, Pepe Sierra, Alejandro Ángel, Lorenzo Jaramillo, José Gutiérrez Gómez, Vicente Uribe Rendón, Jesús Mora Carrasquilla, Nicanor Restrepo, Juan Gonzalo Restrepo Jaramillo y de muchos más famosos personajes que con sus méritos han honrado a la Antioquia de nuestros mayores. Esa evocación, que siempre es útil en los momentos de grandes crisis como la que vivimos actualmente, debe servirnos para recordar quienes somos; cuales fueron los antepasados que contribuyeron a formar la grandeza de nuestra tierra y de que manera su recuerdo puede inspirar nuestro comportamiento de hoy, cuando debemos afrontar el desafío de un mal gobernante que pretende ultrajar con su odio a la gente que amamos porque tenemos con todos ellos vínculos de sangre y de espíritu, o a la tierra en la que vivimos, que posee una fuerza telúrica inevitable que en palabras de un expresidente colombiano, Laureano Gómez, nos hermana y nos vincula por medio de un triple sentimiento que lo constituyen las cunas, los altares y las tumbas. De manera que, sin lugar a dudarlo, en los días que corren tenemos que ser fuertes y resistir con entereza y valor las presiones y las diatribas malintencionadas de quien dirige hoy el estado y hacer pacífica presencia en la marcha y manifestación del 30 de marzo, de tal manera que la nación se entere que el corazón antioqueño todavía palpita con fuerza y ritmo y que cuando se trata de la defensa de Antioquia o de Colombia, los paisas siempre estaremos dispuestos a decir ¡Presentes!