Por: Juan José Gómez
“Sed fugit interea fugit irreparabile tempus»
(Pero huye entre tanto, huye irreparablemente eltiempo)
La frase que sirve de epígrafe a esta columna, que es parte de las Geórgicas de Virgilio, bien puede aplicarse al infortunio que padecen los hermanos venezolanos, víctimas del mas oprobioso fraude que se registra en el continentedurante gran parte del siglo XX y en lo que va corrido del siglo XXI, cuyos directos perpetradores son el tirano Nicolás Maduro y sus cómplices Diosdado Cabello, el general Vladimiro Padrino, Jorge Rodríguez y Elvis Amoroso, este último rector del Consejo Nacional Electoral (CNE) que tuvo la desfachatez de proclamar vencedor en las elecciones del pasado 28 de julio al tenebroso dictador Maduro, cuando el verdadero triunfador, por una aplastante mayoría fue el diplomático Edmundo González, arropado por la inteligencia, el valor y el prestigio de quien sin lugar a dudas es la verdadera heroína venezolana de Latinoamérica en los días que corren, María Corina Machado.
Está próximo a cumplirse el primer mes después de los fallidos comicios venezolanos y a pesar de que el fraude ya ha sido probado por la oposición del vecino país, de que el Centro Carter, que fue la única institución digna de crédito invitada por el propio gobierno venezolano ha declarado las irregularidades de la jornada electoral; de que un panel de expertos de las Naciones Unidas ha certificado que la victoria fue del candidato González; que la OEA expidió un comunicado logrado por consenso en el que manifestaba que ante la no presentación de las actas por parte del CNE la elección de Maduro no se reconocía, y que hasta los presidentes de Brasil, México y Colombia, izquierdistas convictos y confesos y por ende amigos y simpatizantes de Maduro han reclamado públicamente la exhibición de las actas que acrediten sin lugar a dudas los resultados de la elección, sin que el corrupto gobierno venezolano lo haya hecho, porque si lo hicieran quedaría probado por ellos mismos su crimen contra el pueblo venezolano, pese a todo lo anterior la situación continúa como el primer día.
A mi modo de ver ya comienza a notarse que la noticia cada día ocupa menos espacio en los medios de comunicación y el entusiasmo democrático por la terminación de la dictadura demostrado por gobiernos y pueblos americanos y europeos en las primeras semanas va decreciendo, lo que hace presagiar que mas pronto que tarde otra noticia de importancia -la elección presidencial de Estados Unidos por ejemplo- ocupará los titulares de los medios internacionales y por lo irreparable de la huida del tiempo el escándalo venezolano se olvidará y la dictadura del odioso gorila “veneco” y sus cómplices se estabilizará posiblemente por otros terribles seis (6) años y quien sabe por cuanto tiempo más ya que en Venezuela no está prohibida la reelección.
Al pensar en esta deplorable situación debo admitir que mi conciencia democrática se subleva y que a pesar de mi espíritu cristiano logrado tras grandes dificultades anteriores en mí ya larga existencia, parece que me abandona ante la grave e insufrible injusticia contra nuestros hermanos y vecinos, los que hasta hace algunos años eran los habitantes del país más próspero de Latinoamérica, los compatriotas de nuestro Padre y Libertador Simón Bolívar.
¿Cómo es posible que las naciones con gobiernos democráticos de Iberoamérica no hagan algo más efectivo que hablar y escribir textos muy bien logrados pero inocuos en favor de unos seres humanos que vienen padeciendo la desgracia del chavismo y el madurismo durante un cuarto de siglo? ¿Cómo es que no soplan vientos de combate en defensa de unos hombres y mujeres a quienes seres sin conciencia y sin corazón secuestran, torturan y asesinan con las armas de una república que debieran servir para defender el territorio y sus habitantes contra la penetración extranjera, que es precisamente la que sostiene a los tiranos? ¿Como explicar la tolerancia de los que somos libres gracias a la poderosa espada de Bolívar, que, a los sufridos compatriotasdel Libertador, los que no se han sumado a la diáspora, los traten como basuras unos miserables que se creen muy valientes porque empuñan fusiles y ametralladoras suministradas por dictaduras extranjeras?
Que Dios Misericordioso se apiade de una Venezuela que sigue siendo el “bravo pueblo” que canta su himno, pero que necesita armas para defenderse de sus propios compatriotas vendidos al troglodita y a sus congéneres, y que suscite en los pueblos y gobiernos que creen en los altos valores de la libertad y el orden el impulso de ayudar con hombres y armas a los venezolanos oprimidos por el yugo de la tiranía.Esta iniciativa lo dirijo especialmente a mis compatriotas de buena voluntad, porque como van las cosas en nuestro país es muy posible que en un futuro no lejano los colombianos nos veamos en una igual y desesperada situación.