Por: Andrés Villota
El profesor Richard Wolff de la Universidad de Massachusetts Amherst después de repetir el mismo discurso desde el año 1967 y de haber publicado 12 libros sobre la lucha de clases y la inequidad dice estar de plácemes porque tras 53 años considera que, finalmente, sus alumnos le están poniendo atención a su perorata. O por lo menos están mas “abiertos” a oírlo que sus padres (los de los alumnos) y ve muy probable que esta generación si le entregue toda su herencia a alguna ONG que, supuestamente, haga posible que todos alcancen el sueño americano y no solo una minoría como, según él, sucede en la actualidad.
El New York Times cuenta que al joven heredero Sam Jacobs lo lograron convencer personas cómo el profesor Wolff o cualquier otro avivato que funge de activista de alguna ONG para que entregue toda su herencia y pueda acabar con el capitalismo que crea desigualdad. El perfecto inocente útil que jamás trabajó para producir un solo dólar de la inmensa fortuna creada con el esfuerzo, la disciplina y la constancia de su abuelo y de su papá.
El trabajo de sus ancestros tiene la culpa de la falta de equidad y si quiere remediar en algo la maldición de la riqueza familiar, lo más lógico, es que se la entregue completa a alguna ONG que se encargue de dársela a los pobres para que dejen de ser pobres y el pobre ahora sea él y con su pobreza pueda redimir las culpas familiares. Una biografía digna de algún santo del medioevo. “Quiero construir un mundo donde alguien como yo, un joven que controla decenas de millones de dólares, sea imposible” dijo Jacobs que, cuando cumpla 25 años, va a poder empezar a entregarle al de la ONG los $100 millones de dólares americanos que va a recibir de herencia.
La lógica con la que Sam Jacobs va a salvar al mundo de la pobreza y va a causar el final del capitalismo despilfarrando la fortuna de terceros, es la misma lógica con la que gobierna Gavin Newsom y sus amigos del Partido Demócrata en California, no porque vayan a recibir una herencia multimillonaria, sino porque también quieren exterminar el capitalismo acabando con la riqueza de los habitantes más ricos del Estado, por eso entre otras cosas, decidió cobrarle un impuesto a la renta del 16,8% retroactivo a partir de enero del 2020 con el objetivo que paguen su deuda social por toda la explotación a la que, según los Demócratas, han sometido a los pobres californianos.
También, y para aplacar la histeria del fundamentalismo ecológico, el gobernador Newson prohibió la venta de todos los carros a gasolina a partir del año 2035, prohibió el uso del agua de los ríos, prohibió el uso de energías diferentes a la eólica y solar, prohibió que la gente se demore bañándose más de lo normal o le cobra USD$500 de multa, y no está de acuerdo con el fracking y ha presionado al congreso estatal para que lo prohíba sin importar los casi 400.000 empleos directos de la industria de oil & gas californiana.
Obligó a las empresas a contratar como empleados permanentes a las personas que tenían como outsourcing y a los empleados temporales para, según él, salvarlos de la explotación del capitalismo salvaje lo que causó que las empresas prescindieran de todos los trabajadores independientes y de outsourcing aumentando el desempleo y la pobreza que, supuestamente, iban a combatir quitándole el dinero a los ricos para dárselo a los pobres. Y como si todo lo anterior fuera poco, hasta piensa implementar un plan de reparaciones por la esclavitud. El totalitarismo mostrado por Gavin Newson hace ver a Rafael Leónidas Trujillo, Idi Amin Dada y Jean-Bédel Bokassa como un trio de principiantes.
Las decisiones del gobernador Newson para acabar con la pobreza y el capitalismo, y darle gusto a los fanáticos ecológicos, ha dado sus frutos. Gracias a esas genialidades, en California, hay apagones iguales a los de Venezuela y la escasez de agua forzó a la creación de un derivado que tiene como activo subyacente el índice Nasdaq Veles California Water Index (NQH2O) para que las industrias que demandan altos volúmenes de agua puedan cubrirse del riesgo de escases de su materia prima. La inseguridad está disparada por cuenta del apoyo incondicional del mandatario estatal a movimientos como ANTIFA y BLM, y su ataque inclemente en contra de la policía.
La peor consecuencia ha sido el aumento de la pobreza por cuenta de la caída del crecimiento económico que ha forzado el éxodo de los habitantes de California. Inicialmente, se fueron los más pobres y ahora están saliendo los ricos a los que les pensaban quitar todo para dárselo a los pobres que ya se fueron.
Hewlett-Packard anunció que cierra su sede en California y que se va para Texas. Palantir Technologies sale también de California y se va para Colorado, según el Wall Street Journal. Elon Musk se va con su Tesla Inc. y con su empresa Space Exploration Technologies Corp para Texas. Jeff Bezos tiene planes de montar una planta inmensa de motores para cohetes en Alabama con su empresa Blue Origin, informó Bloomberg. Las empresas se van de California por los impuestos exorbitantes que deben pagar lo que les quita competitividad frente a sus pares que operan en Estados que tienen una política tributaria no depredadora, por los enormes inconvenientes logísticos que significa la falta de energía y la escasez de agua, y por la inseguridad y el caos reinante en las calles.
La pobreza no se va a acabar porque el profesor Wolff convenza a sus alumnos de darle todas sus herencias a una ONG. La pobreza se acaba favoreciendo las libertades económicas que facilitan la creación de empresas y, por ende, de empleos. Grandes lecciones le deja la situación del Estado de California a Colombia y, en especial, a los actuales alcaldes de Bogotá y de Medellín.