Por: Fernando Torres Mejía
En un mundo marcado por conflictos armados, desigualdad y violencia, la voz de los niños parece ahogarse entre el ruido de las bombas, la indiferencia y la crueldad de los adultos. La canción «Que canten los niños» de José Luis Perales, escrita hace décadas, sigue siendo un himno atemporal que clama por la paz, la justicia y la protección de la infancia. Hoy, ante el horror en Gaza, el abuso sistemático de menores en zonas de guerra, la explotación laboral y sexual, y el abandono de millones de niños en condiciones inhumanas, es imperativo recordarles a los líderes del mundo su responsabilidad.
La Infancia, la Víctima Invisible
Mientras los poderosos discuten estrategias geopolíticas, firman acuerdos bélicos o ignoran las violaciones a los derechos humanos, son los niños quienes pagan el precio más alto. En Gaza, menores de edad mueren bajo los escombros, crecen sin hogar, sin escuelas, sin futuro. En otros rincones del mundo, son vendidos, forzados a trabajar, reclutados por grupos armados o abusados impunemente. ¿Dónde queda su derecho a crecer en paz? ¿Dónde está la humanidad de quienes tienen el poder para detener esto?
José Luis Perales lo expresó con dolorosa claridad:
«Que canten los niños que viven en paz,
y aquellos que sufren dolor.
Que canten por esos que no cantarán
porque han apagado su voz.»
Cada verso es un reproche a la ceguera voluntaria de quienes normalizan el sufrimiento infantil como un «daño colateral» de sus decisiones.
Un Mensaje a los Líderes: Paren la Guerra, Protejan a los Niños
A los gobernantes, a los jefes de estado, a los magnates que financian conflictos: cuando firmen un contrato de armas, cuando justifiquen una invasión, cuando recorten presupuestos para educación y salud, miren a los ojos de un niño. Piénsenlo dos veces. Porque detrás de cada cifra hay una vida truncada, un sueño robado, un futuro negado.
La infancia no elige las guerras, pero las padece. No entiende de fronteras, pero muere en ellas. No conoce el odio, pero lo hereda. ¿Es este el legado que quieren dejar? ¿Un mundo donde los niños aprenden a temer antes que a leer?
La canción de Perales no es solo una melodía; es un llamado a la acción:
«Que canten los niños que al mundo le dan
más risas que llanto y dolor.
Que canten los niños porque el mundo será
el reino del corazón.»
Los líderes deben entender que la verdadera grandeza de una nación no se mide por su poder militar, sino por cómo trata a sus niños.
El Derecho a Cantar
Termino esta columna con las mismas palabras que la titulan, porque en ellas está encapsulada la esperanza y la demanda más urgente:
Que canten los niños. Que lo hagan sin miedo, sin hambre, sin heridas. Que sus voces, libres y alegres, sean la banda sonora de un mundo que finalmente eligió la paz sobre la barbarie. A los líderes del mundo: si no actúan por convicción moral, háganlo por ellos. Porque mientras un niño sufra, la humanidad entera está fallando.
Que canten los niños. Y que, esta vez, los adultos los escuchen.