Por: Marco Fidel Ramírez
El presidente Gustavo Petro se consolida velozmente como una gran vergüenza de talla mundial para Colombia y para todos los colombianos. Pero por si las dudas, basta con dar una mirada a la cascada reformista que ha desatado con sus propuestas para refundar la patria y cambiar el sistema político, laboral, pensional y de salud del país.
Cada iniciativa del gobierno del ´´cambio´´ alarma y aterra por la oscura intencionalidad que esconde. La reforma política afortunadamente ya se le cayó y con ella pretendía, vía listas cerradas, modalidad cremallera y puerta giratoria, premiar a los congresistas de su Pacto Histórico y a los demás congresistas que se le han arrodillado para recibir mermelada a la lata, con el fin de favorecer su proyecto político, para el cual ha dicho, necesita por lo menos 3 o 4 periodos presidenciales.
Con la reforma laboral, la propuesta del Gobierno no es menos oscura. Afirma la comunista ministra de trabajo Gloria Inés Ramírez, que con ella pretende dignificar las condiciones laborales y económicas de los trabajadores colombianos, pero estableciendo privilegios sin equilibrio con la dinámica comercial, el pragmatismo empresarial y la realidad económica, tal como lo han planteado acertadamente los líderes de Rappi, la ANDI y Fenalco entre otros.
En ese sentido ha advertido Bruce Mac Master presidente de la ANDI, que la imposición de la reforma es ´´un certificado de defunción para el emprendimiento y que por los mayores costos se podría incrementar el desempleo en 400.000 personas este año´´, la del CEO de Rappi Simón Borrero ´´la reforma dejaría a 130.000 personas sin recibir ingresos en la aplicación´´, y la de Fenalco que ´´se generarian sobrecostos de más del 30 por ciento en el comercio´´. Estas advertencias no deberían ignorarse por parte del gobierno del ´´cambio´´, salvo que se quiera asegurar un cambio pero al abismo y a un mayor desempleo. Tenemos claro que el sistema laboral colombiano requiere cambios, pero progresivos y justos para empresarios y trabajadores.
Las necesarias reformas deben ser concertadas y no impuestas con criterio de radicalismo sindical. Por ahora la tal reforma va evidenciando, si la imponen, que el remedio resultará peor que la enfermedad.
Pero si por las reformas política y laboral llueve, por la reforma pensional no escampa. En realidad espanta, con la intención que tiene Petro de apropiarse de todos los ahorros de los trabajadores para administrarlos bajo una sola sombrilla estatal, y con la disculpa de que son dineros públicos con los cuales se pueden construir trenes en el aire y pensionar a raimundo y a todo el mundo.
El propósito de fortalecer a Colpensiones suena bonito, pero lo que suena feo es la intención de avasallar a los fondos privados que han capitalizado con seguridades financieras internacionales las pensiones de sus afiliados.
De nuevo con la propuesta pensional, el equilibrio y el pragmatismo brillan por su ausencia, por no hablar de lo que significa el tremendo peligro que representa la administración de los recursos pensionales con el criterio populista que asegura alegrías para hoy y ruina para mañana, pues los jóvenes no tendrán garantía de pensionarse ni en las curvas.
Y de la reforma a la salud radicada a escondidas y a última hora, previa a semana santa, ni se diga. Petro queriendo hacer moñona, lo está poniendo todo patas arriba. Claro es que nuestro sistema de salud no es perfecto, pero sí es perfeccionable, de eso no hay duda.
Pero pretender volver al tristemente célebre Seguro Social, es una locura imperdonable y es una idea que eliminaría a las EPS que han sido eficientes y también acabaría con el derecho que tenemos los ciudadanos a escoger las condiciones de atención médica que nos dicte el gusto y la conveniencia personal y familiar.
El Gobierno una vez más pela el cobre de sus verdaderas intenciones y las reduce al propósito de monopolizar ingentes cantidades de dinero público para repartir discrecionalmente en el sistema de salud y una vez más con criterio politiquero. Eliminar a los privados será ventajoso para un gobierno socialista, pero será desastroso para la eficiencia, la transparencia y el buen servicio que merecen los ciudadanos.
Pero hablando de locuras que tal la de la tal ¨paz total¨ proclamada desde la instalación del nuevo Congreso el año anterior por los subversivos indultados con la paz envenenada de Juan Manuel Santos y el conglomerado de parásitos parlamentarios izquierdistas que insertó en el Congreso el Pacto Histórico con sus listas cerradas. Su ´´paz total´´ ha resultado una estrategia para favorecer a narcos, bandidos , disidencias y terroristas como los del ELN que siguen masacrando soldados inocentes y volando oleoductos sin compasión.
Pero que ´´hay que persistir´´ dicen desde el Gobierno con la vocería de un mediocre Alto Comisionado de Paz y una delegación nombrada a dedo por el Gobierno para pactar la entrega de lo que queda de la institucionalidad y la integridad del país al ELN, que no se conformará con menos de lo que Santos le regaló a las Farc para conseguir a toda costa su premio Nobel de Paz.
Y así vamos, con el ´´nos vemos en las calles´´ y con el primero de mayo, fecha en la que Petro ha convocado a ´´su pueblo´´ para que disfrute del segundo balconazo petrochavista para respaldar las reformas que nos permitirán vivir sabroso y alcanzar la felicidad socialistaque sólo Petro y su camarilla comunista nos pueden dar. Gustavo Petro pues, aunque no merece el título de ¨Doctor Honoris Causa´´ que le acaban de regalar, y que siempre le quedará grande, sí amerita recibir el de ´´Terminator´´ por la rapidez con la que está destruyendo la institucionalidad del país y exterminando las ilusiones de los colombianos.