Por: Fernando Torres Mejía
Cerca de un millón de votos no es una cifra nada despreciable para cualquier persona que quiera aspirar a un cargo de elección popular, y menos si se trata de un candidato de izquierda que quería llegar a la presidencia al precio que fuera, pero además si para lograrlo tenía que venderle el alma al diablo y engañar a quien se los iba a endosar.
En principio, todo parece indicar que Francia Márquez creyó en la honestidad, la sinceridad y, lo más grave, en la palabra de Gustavo Petro, quien junto con su primer “anillo” de sus más cercanos colaboradores, se burlaron y la engañaron con promesas de un cambio que continúa sin que sea una realidad y que, claro, tampoco lo será.
Podríamos decir que por su ingenuidad o, por qué no, su propia conveniencia, le jugaron una mala pasada porque, sin pensarlo, le brindó todo su apoyo y el de sus electores para lograr que por primera vez la izquierda llegara a la presidencia, con el que a propósito se embelesaron, demostrando que muchas veces el poder y la corrupción son como dos gotas de agua, que no pueden vivir separados y que el uno se alimenta del otro.
En últimas, pareciera que la utilizaron, pero lo que es extraño es ¿por qué se demoró más de dos años para darse cuenta?, y por supuesto, debe sentirse mal, porque entendió que para ganar las elecciones la usaron, la utilizaron, en otras palabras la manipularon y no hay nada más frustrante que sentirse como un pedazo de “trapo” que cualquiera lo usa para limpiar lo que está “sucio”.
Al margen de sentirse “utilizada”, la denuncia que ella hace públicamente mediante una carta y un video que están circulando por las redes sociales, donde afirma que la quieren matar por denunciar hechos de corrupción del gobierno nacional, no deja de ser grave, pero ¿será que de verdad a Francia la “usaron” o más bien todo esto es parte de un plan bien orquestado por esa izquierda que ve en este nuevo “escándalo” hacernos creer que es una “mártir”, pero lo que realmente están haciendo es preparar el terreno para lograr de nuevo quedarse con la presidencia?
Petro y Francia sellaron un pacto con fines netamente electorales, como dos jugadores que le apuestan a todo, con el único fin de lograr el triunfo al precio que sea y no midieron las consecuencias de esa sociedad, en la que ella le hizo creer al pueblo que estaba realmente comprometida en ayudarlos y que no estaba de acuerdo con las injusticias que estaban ocurriendo y consideró que no podía continuar haciendo parte de este gobierno y decide parcialmente retirarse porque se está dando cuenta de las consecuencias para su futuro político.
Es difícil o, mejor, ¿cómo creer en la “dignidad” y en el arrepentimiento de la señora Márquez, quien renuncia al cargo de Ministra de la Igualdad, pero continúa como vicepresidente de un gobierno que considera que se está burlando del pueblo y que, según sus propias palabras, no se ha hecho nada contra la corrupción y seguimos igual que antes a pesar del cambio que se prometió?
Cuando las cosas empiezan mal, terminan mal, y eso fue lo que ocurrió con el “matrimonio” Petro y Francia, que para nadie es un secreto que Gustavo no la quería como su fórmula vicepresidencial; la esquivaba y buscaba pretextos para que no lo acompañara, pero al final se dio cuenta de que le tocaba aceptarla por su caudal electoral que en ese momento le representaba, pero una vez elegido presidente, “peló el cobre” y la relegó totalmente, por lo que muchos se preguntan: ¿Le llegó el fin a la relación por conveniencia?