Por: Julio César Leal Duque
En el contexto mundial la discusión técnica sale a flote cuando se trata de comercio internacional, esto para hacer que los países salgan de la pobreza, de las crisis como la generada por el virus del COVID 19 entre otros. Hay una ralentización de la demanda que no se mejorará hasta que no haya vacuna, esto porque las decisiones respecto a los confinamientos no son de los gremios, y menos de los políticos, quien manda es la ciencia, los ministros de salud son los que mandan, es lo correcto.
Ahora bien, estamos viendo un espectáculo bochornoso en Colombia porque ha quedado al descubierto que la presión del presupuesto que por años ha aplastado a los colombianos con impuestos que han llegado hasta el 70%, algo no sólo grotesco y vergonzoso, sino que ha generado profundos problemas en el comercio nacional e internacional, y en lo que se denomina competitividad, tema profundizado y objeto de Premio Nobel de Economía por ejemplo por el profesor Paul R. Krugman. Premio bien ganado, no como otros que ya sabemos.
La profundización del concepto de competitividad se basa en el análisis de muchos modelos clásicos, del análisis de precios y producción en la economía abierta (oferta y demanda globales). Este concepto -ya demostrado- indica que cuando se aplica hay un efecto positivo en generación de riqueza, los impactos del tipo de cambio y en el desarrollo del país en general. Se entiende, (para los que no son economistas), que los análisis deben ser basados en datos locales y comparaciones internacionales de las estructuras de costos por sector; cómo producen los competidores en el resto del mundo; ¿cuáles son esos componentes?: demanda global, salarios y los costos asociados como las altas cargas en parafiscales, costos de transporte, estructura vial, seguridad, seguros, servicios públicos, regiones más propicias para ubicar las industrias, impuestos, tasas y contribuciones nacionales y municipales (70% en Colombia), el reguero de estampillas que se inventa el Congreso, nivel de ingreso comparado con el resto del mundo, demanda y oferta de trabajo (niveles naturales de empleo e ingreso), necesidades de capacitación, mano de obra calificada actual y potencial, tecnología, necesidades de renovación etcétera; en general es tomando datos, produciendo datos y analizándolos bajo el método científico, no es cañando.
Yo me tomé el tiempo de revisar el informe de 480 páginas del Informe Nacional de Competitividad 2020-2021, muy completo desde la recopilación de datos, es un trabajo de mucha gente, muy capaces, se nota, es un informe que goza de amplias fuentes de información, recomiendo que lo lean. Pero veo algunas deficiencias, puntos de vista de un pobre diablo como yo:
Algunas de las cifras tomadas de las fuentes no son verificadas y dan resultados por hechos bajo la evidencia empírica, no hay cruce o contraste de datos, por ejemplo la disminución de las cifras de informalidad, la expansión tecnológica, los efectos fiscales de las reformas tributarias etcétera, se dan por verídicas un montón de estadísticas sin la verificación real en el terreno. Otras deficiencias es el incremento que proponen en trámites, nuevas entidades, certificadoras de procesos, cuando para ser competitivos hay que facilitar la vida a todo el mundo. También recomienda sobre-costos como seguros adicionales como de desempleo. Es decir, muchos de los planteamientos van en contra de la simplificación del sistema que implica ser competitivos, reducción de costos, no solo para el Estado, también para los administrados.
No se incorpora dentro de las recomendaciones la importancia en el comercio exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, de las embajadas y consulados, que representan una alta carga presupuestal y poco aporte efectivo para el sector exportador; quizás un modelo más inteligente que embajadores para pagar favores políticos, algunos lo hacen bien y otros no hacen es nada; varias entidades adscritas al Ministerio de Comercio que pueden ser fusionadas o una sola entidad. En materia de reducción de gasto público no hay es nada, cuando, la presión más alta sobre las tasas de tributación viene justamente del Presupuesto Nacional. En materia fiscal toma la tasa efectiva de tributación (49% según el informe) con dos metodologías sin verificación en terreno, como la metodología de Anif y el Doing Business, quizás porque no tienen presente que la fuente principal de esa información podría ser tomar la información reportada en las Cámaras de Comercio contra las declaraciones de Renta de la DIAN (Contable y Fiscal), se sorprenderían viendo cómo los impuestos ahogan y acaban con las empresas (empresas creadas, empresas liquidadas y en liquidación); también ahogan a las personas naturales. Tampoco analiza la carga que representa cada recomendación, esto en la presión al Presupuesto General de la Nación o a los empresarios, algo fundamental para recomendar -saber cuanto valen las cosas-, porque finamente alguien debe pagar y necesariamente se traslada con posterioridad a alguien. Una de las recomendaciones que me parece grave es que no analiza en detenimiento el impacto que representa el catastro multipropósito (dice avanzar) y la ampliación de la base gravable, donde los alcaldes tienen la codicia despierta para los próximos años, esto para subir los prediales y las tarifas en ICA y otros impuestos; además de la carga que representa sobre la construcción las obligaciones urbanísticas; dos sistemas tributarios (territorial y nacional) presionando, y acabando la competitividad del país. Hay un desconocimiento total de esos procesos y recomienda aumentar el recaudo, como si eso no afectara la competitividad. Incluso recomienda el informe, otro informe, -que como dije en otro artículo- el de la comisión de impuestos territoriales, que bien deficiente en metodología y demostración técnica esta hecho.
No sé, dan ganas de llorar pero es lo que da la tierrita. Hay que abrir el debate sobre los temas fundamentales. No es solo recoger datos y dar recomendaciones, esas recomendaciones deben tener consistencia técnica y verificación. Hay que generar datos propios y cruzarlos con los generados por otros. Juntar un montón de datos para no estructurar un modelo técnico, creo que no sirve de mucho. Nos llenamos de informes con los que están proponiendo y haciendo reformas, y la ciencia está perdida. La economía es una ciencia. La ciencia aplica el método científico.