Por: Laura Pinzón
Desde que tenemos uso de razón, los símbolos han marcado la construcción de la cultura desde un proceso de comunicación. Por ejemplo, la esvástica es uno de los signos que representan el nazismo, la bandera de Estados Unidos es un símbolo de poder, el ícono de Facebook rememora el concepto de redes sociales y así infinitos modelos. Sin embargo, aunque esto para muchos sea obvio, aún no conocemos el poder que tienen.
Recientemente, dentro de la Policía Nacional hubo un escándalo que sobrepasó fronteras: un oficial dentro de un ejercicio pedagógico en una Escuela de formación, quiso enseñar la historia del nazismo a sus estudiantes recreando completamente la época, incluso colocando insignias de esta ideología en los uniformes de la Institución. Muchos categorizaron la acción como una nefasta apología, otros consideraron que el relevo del mayor fue una decisión extrema y otros como yo, nos preguntamos ¿Por qué no se juzga de la misma manera a quienes levantan a diario banderas del ELN, las Farc o el M-19?
Definitivamente, la hipocresía social actuando nuevamente pues, si vamos a reprochar lo que se consideran violaciones de derechos humanos y crímenes tan aberrantes como el secuestro y la tortura, no tenemos que irnos a Alemania, basta no más mirar al lado para ver que los guerrilleros de las Farc o del ELN, en conjunto, cometieron más de 16 mil asesinatos selectivos, masacraron más de 700 personas y, desaparecieron más de 3.200, entre otros crímenes (cifras según el GMH de 1958 a 2018). Aún así, muchos colombianos siguen levantando la bandera de estos terroristas y recordando en redes “las proezas” de los camaradas…
Debemos comprender que el significado que tenemos nosotros de una imagen, como la bandera al revés de Colombia, no va a entenderse como el mismo significante para todos. Por ejemplo, el uso atrevido e ignorante que se le dio a nuestros símbolos patrios en su momento significó una réplica masiva e incomprendida por la masa que desencadenó movimientos sociales que pasaron de estar en redes a movilizarse (generalmente de forma violenta) a las calles ¿Vamos comprendiendo el poder de los símbolos?
Por supuesto que el uniformado tiene una responsabilidad mayor como ciudadano al ser un funcionario público. Sin embargo, “si estudiamos toda la cultura como proceso de comunicación”, haría mucho Eco el deber individual que tenemos sin importar nuestro rol social. Si fuéramos más conscientes de ello, definitivamente cuidaríamos lo que usamos, publicamos y compartimos dentro de la sociedad física y en redes. El poder de la semiótica es infinito, pero nosotros lo podemos combatir al analizar antes de actuar.