El eterno cuento por el incremento del salario mínimo

Por: Fernando Torres Mejía

Ahora la excusa de la inflación y de muchos de los males del país correrán por cuenta del aumento del salario mínimo que para el 2025 será de tan solo $123.500, con lo que quedará en $1.423.500, y que de acuerdo con la ministra de trabajo, Gloria Inés Ramírez, beneficiará a más de 2,5 millones de trabajadores en todo el territorio colombiano.

Es simpático ver cómo los gremios y los empresarios pusieron el grito en el cielo por este aumento, mientras que no dicen nada ni se inmutan cuando se les incrementa a los “honorables” congresistas, que menos mal son “tan solo 296” quienes recibieron un aumento de $4.7 MILLONES, en 2024 (el 10.88%), mensuales y superará los $5 MILLONES para el 2025.

Eso sí debería ser motivo de alarma y de reflexión, pero no, resulta que ese aumento no tendrá ninguna incidencia sobre la inflación, en las tasas de interés y menos en el crecimiento económico, no, los únicos son los $123.500 que ganarán los del salario mínimo.

En 2022 cerramos con 11.20% de desempleo, inflación del 13.2% y el aumento del salario fue del 10.1%, un crecimiento nominal real del 4 %; por cierto, el mayor de los últimos 52 años en términos nominales. En 2023, el incremento fue del 16%, el desempleo pasó al 10.2% y la inflación cerró con 9.28%. Este 2024, el incremento del mínimo fue del 12.1%, se estima cerrar con una inflación del 5.4% y una tasa de desempleo por el orden del 9.6%. ¿Entonces qué tan cierto es que un incremento de dos dígitos del salario mínimo tenga un impacto negativo sobre los indicadores económicos del país?

Este es siempre el discurso que escuchamos cada año de los gurús de economía, pero todo continúa igual y nada ha cambiado, ni con aumentos de uno o dos dígitos. Por eso, cuando escucho o leo comentarios como este: “Con esta decisión el presidente Petro no solo pone en riesgo la viabilidad de cientos de micros, medianas y pequeñas empresas (el 97% del tejido empresarial colombiano); sino que afecta la generación de nuevos empleos, arriesga los puestos de trabajo que ya existen y fomenta la informalidad”, Jaime A. Cabal, Fenalco, siendo está es la retórica de cada año.

Por eso traigo a colación este trino de Vicky Dávila con el que estoy de acuerdo: “Los gremios y expertos pierden credibilidad cuando critican a Petro por subir el mínimo en 9.54% con inflación del 5.3%, pero aplaudieron a Duque cuando subió el salario mínimo en 10.07% para el 2022, con inflación del 5.6% en el 2021.

Los argumentos técnicos son los mismos. Se necesita más coherencia y menos lagarteria. Hay que elevar la calidad de vida de los colombianos, y eso solo se va a lograr recuperando la confianza, aumentando la inversión y mejorando la productividad. Se requiere menos gobierno y más libertades individuales. La mayoría de los gremios que hoy salen a criticar son los mismos que negociaron a espaldas la salud y las pensiones de los colombianos para llenar los bolsillos de los fondos de pensiones privados y las EPS”.

Es hora de que los empresarios y gremios en general dejen de amenazar con despidos e insistir al gobierno por mayor seguridad, que logren incrementar la inversión que permitan más desarrollo productivo, con esto buscar que los trabajadores tengan mejor ingreso. En otras palabras, debemos retomar las ideas del presidente Álvaro Uribe, quien siempre nos ha insistido en que “se tiene que lograr un salario mínimo más alto, una jornada de trabajo más corta, se necesitan menos y más reducidos impuestos, que tengamos normas laborales menos rígidas, gobiernos austeros y transparentes”.

Contrario al pensamiento de los economistas y empresarios, estoy de acuerdo con el incremento del SMLV y del auxilio de transporte. Considero que a los menos favorecidos les tiene que ir mejor y, así mismo, al tener un poco más de recursos en sus bolsillos, de alguna manera habrá una mayor disposición para gastar y, por ende, ayudará a la “pobre” reactivación económica.

Claro, me lloverán rayos y centellas por esta posición y muchos dirán: “Es que esto va en contra de la inflación y así será más difícil bajar las tasas de interés”. Pues bien este es siempre el mismo “sermón” que vamos a escuchar de los economistas eruditos y de los que se creen profetas de economía, considero que es el mismo cuento que año tras año nos echan para justificar el “esclavismo” con que justifican las “perversas” alzas para las clases menos favorecidas.

Es que un salario mínimo hoy en día facilito se lo puede gastar una familia de esas que hoy “milagrosa” y escasamente está conformada por un papá, una mamá y dos hijos quienes en una o dos salidas a cenar se lo gastan en un santiamén, o si una pareja quiere ir a un cine, debe contar en su bolsillo con no menos devaluados $150.000, pesos para las entradas y los “combos” de crispetas y perros calientes, así que es absurdo criticar este aumento salarial, y ahora no me vayan a tratar de “petrista”, sindicalista, de izquierda o mucho menos de simpatizante del Pacto Histórico, no, estoy en una posición que me permite hablar con claridad y con conocimiento de causa sobre “el eterno cuento por el incremento del salario mínimo”.

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