Por: Juan José Gómez
Hoy es domingo 29 de diciembre y por consiguiente nos estamos preparando para despedir al viejo 2024 y recibir al naciente 2025.Es curioso que estos días posnavideños que anteceden a un nuevo año, sean causantes de una especie de melancolía que no acaba de manifestarse plenamente y de una expectación por lo que sucederá en el nuevo año, que puede ser de grandes, satisfactorias y estimulantes realizaciones o de tristes, profundos y deprimentes hechos que laceran el alma y con los sufrimientos que provocan, hacen que la existencia sea un rosario de desventuras.
Pero también puede suceder -y de hecho ocurre con gran frecuencia – que es una combinación de ambos acontecimientos, como puede decirse de este año bisiesto que toca a su fin. Comenzando por el año que termina, en el caso colombiano en el 2024 hay muchas cosas que lamentar y muy pocas que celebrar. En primer lugar, tiene que mencionarse al gobierno del “cambio” como el arquetipo del mal gobierno. Durante el año que dentro de tres días dejará de ser, el gobierno de Gustavo Petro Urrego persistió en sus impopulares reformas y a pesar de que el congreso no le dio gusto en todas, si desgraciadamente encontró a congresistas venales que, según se dice, a cambio de contratos, empleos y quien sabe que otra modalidad de “mermelada”, consiguió la aprobación de algunas leyes que al decir de expertos en las respectivas materias, dentro de algún tiempo del futuro le pasarán una crecida cuenta de cobro al pueblo colombiano.
Pero esas reformas, siendo muy perjudiciales, no causaron tanta molestia popular como otros hechos de negativas características que escandalizaron profundamente a la sociedad. El de la UNGRD que en materia de dinero ha sido avaluado en billones de pesos y en el que figuran los funcionarios Olmedo López y Sneyder Pinilla actualmente encarcelados, lo mismo que la exconsejera presidencial para las regiones Sandra Ortiz y que causó la salida del gobierno de ministros como Ricardo Bonilla de Hacienda y Luis Fernando Velasco de Interior; de directores de departamentos administrativos como Carlos Ramón González primero del DAPRE y después de la Dirección Nacional de Inteligencia DNI; de César Manrique de la Función Pública y en el que también han sido vinculados quien era el presidente del Senado Iván Name y de la Cámara de Representantes Andrés Calle, lo mismo que otros congresistas como Wadith Manzur, Karen Manríquez, Liliana Bitar, Juan Pablo Gallo y Julián Peinado y un particular de nombre Luis Eduardo López, alias “El pastuso”.
Los familiares del presidente Petro no han escapado a la rigurosa atención de la opinión pública que tiene muy presente las serias acusaciones que pesan sobre su hijo primogénito Nicolás Petro expresadas principalmente por su esposa Days Vásquez, que al parecer están siendo investigadas por la Fiscalía, según se afirma con alguna benevolencia por parte de la Fiscal General, que no puede olvidarse que fue ternada ante la Corte Suprema por el presidente Petro; y más recientemente por parte del exministro de Hacienda Ricardo Bonilla sobre otro hijo adoptivo del primer mandatario y su esposa Verónica Alcocer, de nombre Nicolás Arbeláez Alcocer, llegando la situación hasta el extremo de mencionarse a la primera dama en algún caso irregular , eso sí, sin que se conozcan pruebas.
Pero lo peor de todo es la increíble tolerancia del primer mandatario con el cuestionado político Armando Benedetti, quien fuera uno de los principales promotores de la presidencia de Petro de cuya campaña fue jefe del debate, que según se lo manifestó en tono insultante a Laura Sarabia en una comunicación telefónica amenazante sostenida en estado de embriaguez y de algo más serio, era depositario de oscuros secretos de la campaña electoral presidencial, que de hacerse públicos llevarían a la cárcel al propio presidente y al mismo Benedetti, que sin sanción alguna por su chantaje, después de haber sido nombrado embajador en Venezuela donde no se sintió a gusto porque, al parecer, carecía de la influencia y el poder que creía merecer por sus servicios al presidente, fue premiado con la reapertura de la embajada en Roma ante la FAO y su nombramiento de embajador, lo que representó una millonaria erogación al estado.
Posteriormente tampoco le gustó esa embajada y otra vez reclamó y obtuvo el nombramiento de asesor del primer mandatario, lo que causó un intento de sublevación por parte de ministros y altos funcionarios que no pueden ver a “Armandito” ni en pintura, situación que fue rápidamente desmontada por Petro con el argumento de que Benedetti no tendría contacto con los altos funcionarios ni asistiría a las reuniones del consejo de ministros, sino que su labor sería procurar las mejores relaciones del ejecutivo con el congreso.
Todo lo anterior sin mencionar los incumplimientos del presidente, sus mentiras, las cortinas de humo en sus redes sociales y en sus alocuciones presidenciales, sus insultos a quienes considera sus enemigos, sus incoherencias, sus presentaciones públicas en un estado por completo indigno del decoro presidencial, su errática política internacional, sus maltratos a los integrantes de la fuerza pública, sus peleas con el poder judicial y su apego a sus incompetentes e improvisados funcionarios, especialmente los que provienen del renovado M-19, lo mismo que su demostrada simpatía por la peligrosa “primera línea” y su lenidad para combatir el terrorismo y la criminalidad de los grupos alzados en armas en el territorio colombiano.
En cuanto a aspectos o hechos positivos en el año 2024, creo que puede mencionarse el mejoramiento de la situación fiscal de los departamentos colombianos mediante un reparto más justo de los ingresos nacionales, así esta disposición haya sido rechazada por entidades gremiales que la consideran negativa en el largo plazo. También es de considerarse importante para el país el notable adelanto de las vías 4G en Colombia, especialmente en Antioquia, gracias al esfuerzo económico combinado de los gobiernos departamental y municipal de Medellín; la asombrosa y notable recuperación de Medellín de la mano del alcalde Federico “Fico” Gutiérrez, luego de terminar con la funesta administración de Daniel Quintero que casi acaba con la hermosa y floreciente capital antioqueña, y otros hechos realmente muy positivo para el país, como es el avance de Puerto Antioquia, la nueva terminal marítima internacional sobre el litoral Caribe en el Urabá antioqueño; el avance también de Hidroituango, la hidroeléctrica paisa que después de padecer serios percances originados en la naturaleza y en la pésima administración de Empresas Públicas por parte de los cómplices del mal alcalde Quintero, ya tiene instaladas cuatro turbinas y generando energía para Colombia a tres de ellas.
Mención especial merece también la capital vallecaucana, la atractiva y progresista ciudad de Cali, que con un excelente alcalde como es Alejandro Eder y unas buenas autoridades municipales, también han logrado sobreponerse a la pésima administración anterior y avanzan notablemente en recuperar una ciudad que siempre se ha distinguido por el civismo de sus dirigentes y de sus habitantes, como quedó demostrado en el reciente compromiso internacional que la ciudad cumplió con gran éxito, la COP16, en la que hicieron presencia representantes de 192 países, incluidos jefes de estado y de gobierno y el Secretario General de las Naciones Unidas.
Para el 2025 las expectativas de los colombianos son variopintas. Por un lado, no podemos esperar mucho del gobierno nacional, pues Gustavo Petro Urrego, a pesar de su responsabilidad por sus acciones y omisiones y particularmente por hechos de su campaña electoral, parece que seguirá atornillado al poder mediante la acción de unos Representantes a la Cámara que impunemente están incumpliendo con su deber de investigarlo y acusarlo ante la Cámara en pleno, talvez porque están atados a la suerte de Petro, supuestamente por unos lazos indestructibles de “mermelada” corrupta.
Por otro lado, la mayoría de los habitantes de este país afortunadamente somos cristianos y creemos en la Providencia Divina, que nos hace esperar la intervención del Todopoderoso en la suerte de la Patria. Por consiguiente, como dijo el expresidente de la República doctor Laureano Gómez, en su condición de presidente del Senado al darle posesión al presidente Alberto Lleras Camargo, “los seres humanos somo briznas de hierba en las manos de Dios”.