¡Que viva la feria!

Por: Jorge Enrique Pava Quiceno

Sí: que viva la feria de Manizales completa como hasta ahora. Donde la variedad de eventos deportivos, culturales, artísticos, comerciales e industriales atraen miles de turistas y se convierten en espacios de esparcimiento y atractivo para manizaleños y visitantes; donde la organización brilla en todos los desfiles y la cultura de la gente se sobrepone en cada espectáculo. Y donde aún podemos disfrutar de la cabalgata en paz y armonía, y de la temporada taurina considerada como una de las más importantes del mundo.

La cabalgata, porque es el homenaje a los arrieros que abrieron a lomo de mula las trochas por donde alcanzaron estas cimas imponentes; porque gracias a los equinos, nuestros pueblos se desarrollaron y se logró arraigar una cultura envidiable. Cientos de mulas cargadas con toneladas de materiales de construcción, maquinarias industriales, mercancías, enseres y toda clase de artículos de primera necesidad se calaron en la espesura selvática, después de recorrer cientos de kilómetros agrestes, para terminar erigiendo caseríos, villas y ciudades.

Hoy, para algunos animalistas, un recorrido de cinco o diez kilómetros de un caballo a cuyos lomos viaja un solo jinete, representa el mayor maltrato animal y se rasgan las vestiduras en su supuesta defensa, cuando en el fondo se esconde un viso de resentimiento y envidia por lo que supuestamente es exceso de boato y exposición.

Es el resentimiento social que les ha servido como estandarte para sus causas politiqueras y que saben explotar con experticia. Es otro motivo para exacerbar la lucha de clases, alimentar odios y enardecer violencia. Como lo son también los toros.

Para el petrismo, que supo jugar sus cartas llenas de trapisondas, y logró aprobar la ley de “No más olé”, representó un triunfo la prohibición de los festejos taurinos, dejando incólumes las corralejas y riñas de gallos en las que, al parecer, no hay violencia animal.

Esas hordas de resentimiento, celebraron la aprobación de la ley como un punto de honor, por encima de los argumentos legales que se esgrimieron, lo que nos deja una clarísima luz de esperanza en que la Corte Constitucional sabrá, en su sabiduría, proteger los derechos adquiridos por patrimonios culturales como los de Manizales y su afición, y terminará devolviéndonos lo que en mala hora nos arrebataron con prepotencia.

Entonces sí: ¡que viva Manizales taurina y equina! Si el mundo taurino se ha de acabar, que lo haga por consunción, pero nunca por prohibición.

Porque, además, existe una gran paradoja: Petro, que durante su vida ha hecho parte del terrorismo, ha pertenecido a grupos criminales, ha desechado la vida de sus semejantes y ha utilizado el crimen como una de sus formas de lucha, aduce la defensa de la vida de los animales como un motivo para imponer su venganza en contra de esas supuestas élites que tanto dice odiar, pero que emula con gran descaro y profusión. ¡Y así no es!

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