Por: Mayor General (RP) William René Salamanca Ramírez
El 15 de abril de 1452, hace 570 años, nació en la villa toscana italiana uno de los genios más grandes en la historia de la humanidad: Leonardo da Vinci, experto en aerodinámica, hidráulica, anatomía, botánica, pintura, escultura y arquitectura, un auténtico polímata de todos los tiempos.
Su fecha de nacimiento y rutilante e inspiradora obra llevaron a la Asociación Internacional del Arte a impulsar la creación del Día Mundial del Arte en 2012, el cual fue institucionalizado a nivel mundial siete años después por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con el fin de fomentar la innovación, la creatividad y el desarrollo artístico, así como difundir y promocionar sus distintas manifestaciones, para dar respuesta a la necesidad de conciencia cultural en el siglo XXI.
Desde siempre, el arte ha sido considerado una capacidad inherente al ser humano, sustentada en hallazgos que datan desde la prehistoria, cuando nuestros antepasados dibujaban animales y escenas de cacería o imprimían sus manos en las paredes de las cavernas con mezclas de pigmentos y grasa animal.
Con la evolución histórica se fueron perfeccionando las técnicas y herramientas para plasmar estas habilidades a través de múltiples disciplinas, como pintura, escultura, arquitectura, literatura, música, danza y teatro, hasta diseño digital, fotografía y cine.
En medio de esta celebración mundial se cumple otra fecha de máxima importancia para Colombia, como lo es la conmemoración de los 90 años del nacimiento del maestro Fernando Botero, uno de los máximos exponentes del arte colombiano a nivel mundial y, sin temor a equivocarme, el artista viviente más influyente de nuestro país en el concierto internacional.
La original y prolífica obra del pintor, dibujante y escultor paisa, caracterizada por el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la crítica especializada como del público en general en los cinco continentes.
Las veces que he tenido la oportunidad de recorrer el Museo Botero, en el centro histórico de Bogotá, ha resultado una experiencia más que emocionante para los sentidos.
Lo primero que se valora es el saber que este invaluable escenario cultural, al alcance de todos, es el resultado de la donación de 208 obras hecha en el año 2000 por el propio maestro Botero al Banco de la República, lo que habla de su grandeza y amor por Colombia.
Son 123 obras de su propia autoría y 85 de otros artistas internacionales, de la talla de Picasso, Léger, Renoir, Monet, Dalí, Giacometti, Beckmann, Freud, Calder, Bacon y Corot, que clasifica a esta colección pública entre las cinco de mayor importancia en América Latina.
Dentro de la vasta colección del maestro Botero se destaca, precisamente, su propia versión de la inconfundible ‘Monna Lisa’ o ‘Gioconda’, de Leonardo da Vinci, considerado el cuadro más famoso del mundo y máxima atracción del Museo de Louvre, en Francia.
Pero, sin lugar a dudas, entre las obras más sobrecogedoras están las relacionadas con la violencia en Colombia, en las cuales el maestro Botero plasma al cabecilla del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, y al jefe de la desaparecida guerrilla de las Farc, Pedro Antonio Marín, más conocido como ‘Tirofijo’.
También resultan conmovedoras obras como ‘Carrobomba’ y ‘La masacre de Mejor Esquina’, colección que se complementa con la expuesta en el Museo Nacional de Colombia, igualmente ubicado en el centro de Bogotá, y con la majestuosa representación expuesta en Medellín, especialmente en la Plaza Botero y el Museo de Antioquia, lo mismo que en Cartagena.
En Argentina también es famoso el ‘Busto’ que engalana el Parque Thays de Buenos Aires, mientras que en Chile lo es el ‘Caballo de Botero’, que embellece la entrada del Museo de Arte Contemporáneo de Santiago. Lo mismo ocurre en escenarios culturales y calles de Panamá, Puerto Rico y Venezuela.
Europa tampoco es ajena a la grandeza del gran escultor colombiano. En España, Portugal, Francia, Inglaterra y hasta en el pequeño Principado de Liechtenstein sus obras acompañan la cotidianidad de su gente.
Incluso, hasta Asia ha llegado su legado. En Singapur, en la entrada de la sede del United Overseas Bank, se encuentra ubicada otra de sus esculturas. Y hasta en Dubái, la imponente ciudad de Emiratos Árabes Unidos, la genialidad del maestro colombiano contribuye a embellecer el Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo. Allí me sorprendió la enorme fila que hacían turistas de distintas partes del planeta para tomarse una fotografía al lado de la ‘Mujer Reclinada’.
Por todo lo anterior, nuestra invitación es a celebrar el Día Mundial del Arte conociendo un poco más, no solo la obra del maestro de Botero, sino las de otros tantos artistas colombianos, como Alejandro Obregón, David Manzur, Ómar Rayo, Francisco Antonio Cano, Pedro Nel Gómez, Débora Arango, Emma Reyes, Beatriz González, Fanny Sanín y Ana Mercedes Hoyos, o de exponentes de la música, como los pianistas Teresa Gómez y Jaime Llano González.
En mi caso, es un día para volver a recordar las tertulias con el maestro Víctor Paz Otero, escritor payanés que durante mi servicio a la patria en el departamento del Cauca alimentó mi afición por la historia de Colombia, en especial por la vida del libertador Simón Bolívar, y para traer a mi memoria las múltiples expresiones culturales de las que disfruté en el Valle, Chocó, Nariño, los Santanderes, Boyacá, los Llanos Orientales, Tolima, la Costa Atlántica, en la Colombia profunda y en otros tantos hermosos caseríos de nuestro país.
También hacemos un llamado para que los actuales candidatos presidenciales incluyan en sus programas de gobierno propuestas de avanzada para fortalecer el Ministerio de Cultura y promover tantos talentos que muchas veces se desperdician en medio de la violencia, la corrupción, la pobreza, la falta de oportunidades y el olvido; talentos que solo conocemos fugazmente a través de realitys de televisión.
Un primer ejercicio para enaltecer la cultura colombiana lo constituiría elevar la calidad del debate electoral, lejos de la grosería, la descalificación y el insulto, porque los colombianos lo que queremos es escuchar son propuestas claras para vencer los grandes problemas que aquejan a nuestra sociedad, especialmente en materia de inseguridad, desempleo, salud, vivienda y educación.
Hoy, el maestro Botero sigue dándole alegrías a Colombia desde Italia, la tierra natal de Leonardo da Vinci. Y, a través de su obra, contribuye a fomentar una mayor conciencia de la diversidad de las expresiones culturales y a poner de relieve la contribución de sus representantes al desarrollo sostenible, tal como lo propone el Día Mundial del Arte.
De la manera más cordial, invito a que el próximo martes nos unamos a la celebración de su natalicio, ya sea mediante un mensaje en las redes sociales, un aplauso o visitando sus obras. ¡Feliz cumpleaños, maestro!