Por: Edgardo Ramírez Polania
El orgullo y la pedantería de quienes son llamados colaborar con los nuevos gobernantes, siempre ha sido compleja y contradictoria, no sólo por los compromisos o necesidades, sino porque algunos se consideran los depositarios del poder y la verdad.
Es el caso del señor Ricardo Bonilla, quien sin haber sido designado de nada en el futuro gobierno del presidente electo, determina y pontifica sobre la política económica del futuro gobierno, causando zozobra y descontento con sus equívocas apreciaciones que son copia de la reforma tributaria de Carrasquilla, que dio origen a las grandes protestas sociales.
El hecho que el señor Bonilla haya sido empleado de la Alcaldía de Bogotá D.C, cuando Gustavo Petro fue alcalde, no le da derecho para arrogarse facultades delicadas y propias del gobernante que se comprometió en su campaña con temas económicos y sociales de contenido diferente a los que expone con ligereza haciendo de vocero del presidente electo y formando desconfianza en los inversionistas, empresarios, empleados, industriales y pensionados por el desconocimiento de los derechos adquiridos que es un irrespeto a la Ley que dijo el candidato que respetaría.
El manejo de la Hacienda Pública que es fundamental en las relaciones y bienestar de la sociedad, no puede estar en manos inexpertas que pueden causar sensación de desacierto del presidente Petro desde antes de su posesión y deja al futuro Ministro de Hacienda en ridículo.
Bonilla, dice que debe mirarse que paguen más impuesto de renta las personas naturales de bajos ingresos y quienes ganan entre $100 y 200 millones al año, es decir $8.300.000 pesos, y $ 16.666.000 mensuales, cuando quiera, que esas personas ya lo están pagando y en el país existen empleados que se ganan 80 millones mensuales o aquellas grandes empresas que están exentas y sus ingresos son en billones de pesos, y serían a quienes deben estar orientados el aumento del impuesto de renta.
Además, el locuaz vocero propone aumentar el impuestos de renta, patrimonio y vivienda. Lo misma el IVA que se aumentaría a la canasta familiar y aumentar la base gravable del impuesto predial a las ciudades y municipios haciendo mas gravosa la situación económica de las familias, contrariando lo expuesto por el candidato Petro en su campañas que los “que mas paguen sean los que más tienen y sobre las cuatro mil personas mas ricas, no sobre sus empresas productivas, sino sobre sus activos improductivos”, que son aquellos de los arroceros y ganaderos con extensiones grandes de terrenos cercanos a las ciudades que pagan exiguos impuestos.
Parecería ser, que la campaña del presidente electo Gustavo Petro, está siendo cambiada por algunos de sus acuciosos colaboradores como el señor Ricardo Bonilla. Pues, el país votó por un cambio social y modo de gobierno, que no es lo mismo de cambio de estructuras como piensan los tecnócratas. Las estructuras o clases, seguirán siendo las mismas porque jamás se podrán eliminar definitivamente el nivel cultural y económico dentro de nuestro sistema capitalista.
Mientras el presidente Gustavo Petro busca un pacto nacional de entendimiento, aquellos que se creen sus voceros, propician la desconfianza.
Por eso buscamos un cambio que integre equilibradamente los intereses de los que tienen más con los que tienen menos.
En buena hora se designó a un Ministro como Álvaro Leyva Durán, que tiene la experiencia para frenar cualquier dislate de algunos asesores.
Solo así será posible una paz y convivencia social.