T.Coronel (R) Gustavo Roa C.
Algunos países en el mundo, no permiten definir con claridad el tipo de gobierno que los dirige, pues es tan notoria su falta de coherencia, profunda desorganización en las decisiones, ausencias de políticas de gobierno, ambivalencia en los objetivos, improvisación, parcialidad e inexperiencia en la toma de decisiones y falta de habilidades en los integrantes de los equipos de gobierno, razones por las cuales se dificulta identificar, un estilo definido.
Es el caso, de lo que aparentemente ocurre con el gobierno de Petro, después de estos dos años deejercicio. La falta de solidez comportamental en la gestión, que algunas veces puede ser procaz, para gran parte de la sociedad, hace que los analistas políticos no puedan identificar con claridad, el tipo de gobierno que practica, especialmente en aspectos tan determinantes como la toma de decisiones, las cuales podrían lacerar la integridad de la Constitución Nacional.
Ese tipo de prácticas caóticas y en ocasiones con características de anárquicas, obedecen sin duda a intereses, estimulados por el extremismo ideológico y partidista.
Este tipo de regímenes, que buscan afanosamente objetivos preestablecidos, sin medir las repercusiones o impactos, tanto en lo político, fiscal, social y económico, se constituyen en una impredecible amenaza, para los países, que puedan llegar a ser gobernados, por este tipo de administraciones, regidas por la ineptitud y el fascismo.
La incoherencia política que percibe actualmente la sociedad en Colombia, donde las órdenes y contra órdenes oficiales, las posturas diametralmente diferentes entre integrantes del gobierno, y las constantes rencillas publicas entre ellos mismos, son prácticas que se perciben casi a diario. Por esta razón, el gobierno de Petro, ha roto el récord de rotación y cambios en los altos funcionarios del gobierno, incluyendo ministros, consejeros y asesores, los cuales no han tenido ningún tipo de autonomía, pues el aparente extremismo ideológico de su jefe, ata emocionalmente a los ministros y altos funcionarios, donde se teme por las consecuencias de no obrar, de acuerdo a las exigencias e instrucciones de su jefe.
Miraremos con detenimiento, la definición que nos ofrecen los expertos, sobre lo que se conoce, como un estado “anocrático”, para que los mismos lectores evalúen la similitud, de lo que prestigiosos politólogos han definido como anocracia, comparado con la realidad política que vive nuestro país.
«La anocracia se conoce como un sistema de gobierno que incluye características de inestabilidad política, ineficacia y una mezcla incoherente de rasgos y prácticas autoritarias y democráticas”
Estos regímenes, son particularmente susceptibles al estallido de conflictos sociales, conflictos armados y repentinos, que generan constantes cambios de liderazgo. Otra característica, es que algunos integrantes del mismo gobierno, pueden llegar a tener la facultad de decisión e influencia extrema, sobre la cabeza visible del gobierno.
A pesar de su uso relativamente popular, la anocracia no tiene una definición precisa y concisa, ni los elementos constitutivos y fundamentales, que permiten establecer la relación que existe, entre los diversos componentes y características de su particularidad.
A veces se define vagamente como parte democracia y parte dictadura, las cuales se practican a discreción y de acuerdo a las circunstancias y condiciones que establezca el gobierno o el régimen.
Otros expertos definen y clasifican la anocracia como un régimen populista, que, por conveniencia, permite a algunos sectores, la participación a través de una oposición grupal fingida, que simula independencia, pero cuyos mecanismos para la corrección de comportamientos irregulares, incluso violatorios del orden legal, están manipulados ya que los aparatos judiciales, son permeados por el régimen, a cambio de dádivas y favores.
Algunos politólogos, diferencian la anocracia, autocracias y democracias, por el nivel de independencia de los poderes del Estado y también por su mayor o menor capacidad, para mantener la autoridad y autonomía ante el ejecutivo. En la anocracia, es evidente la desorganización, no solo en la dialéctica utilizada en privado y en público, sino también la dinámica y agendas políticas.
Expertos en temas políticos cómo Monty G. Marshall y Benjamín R. Cole, abordan con claridad el tema de la anocracia, dónde la verdadera oposición, es vapuleada, amenazada, desmentida y desprestigiada por el gobierno de turno. Las acciones tiránicas, también están a la orden del día, pero se justifican con acciones populistas, acudiendo a la “dialéctica victimizante”, esa que como ya hemos tratado en otras ocasiones, le ha dado tantos réditos, a los movimientos de extremas, bien sea de izquierda o derecha.
El mayor incremento de la anocracia, se dio tras el fin de la Guerra Fría, pero los efectos e influencias políticas, de la Unión de Repúblicas socialistas de la época, incidió en el estilo de gobierno de varios países satélites del antiguo régimen estalinista. En la década del 2010, se practicaba la anocracia en más de 50 países, incluyendo algunas naciones industrializadas, cómo es el caso de Rusia y Corea del Norte.
La anocracia, está íntimamente ligada, con los gobiernos de concepción extremista, estos pretenden entonces, camuflar la tiranía y los regímenes de facto, con algunas prácticas pseudo democráticas, donde se engaña con facilidad a la población civil, e incluso a la opinión internacional, sobre la verdad de lo que está ocurriendo al interior de cada país afectado.
Después de este corto recorrido, por el significado y principales características de modelo de gobierno anocrático, nos preguntamos, ¿Estamos en Colombia, ingresando al grupo de países que practican la anocracia y que sin realizar los cálculos reales, no vislumbramos el sombrío futuro, en lo político, económico y social? ¿O tal vez ignoramos o nos desentendemos, de los graves impactos y consecuencias, en un futuro cercano?