Por: El Expediente
La carta del ex canciller Álvaro Leyva, publicada el 23 de abril de 2025, confirmó que el presidente Gustavo Petro padece drogadicción.
https://x.com/AlvaroLeyva/status/1915002665290920430?t=AGBMGTV7upcZK9VAjgO9gg&s=19
Fuentes de El Expediente precisan que la sustancia que predomina, sin ser la única, es la ketamina, un analgésico disociativo que también se usa en la elaboración de la cocaína rosada, conocida como “tusi”.
Esta revelación no plantea una hipótesis futura, sino una realidad alarmante: Petro ha gobernado Colombia, un país de 50 millones de habitantes, bajo los efectos de una droga que compromete su lucidez y percepción de la realidad.
La ketamina, desarrollada como analgésico para cirugías y para uso veterinario en equinos, induce un estado disociativo que separa la percepción del cuerpo y la mente.
En dosis recreativas, provoca alucinaciones, amnesia y una desconexión total de la realidad, conocida como “K-hole”.
Además, su uso en la síntesis de “tusi”, es aún peor. Un presidente bajo su influencia no puede deliberar, negociar o liderar con claridad.
Los errores de Petro, sus mensajes delirantes en redes sociales y sus decisiones erráticas, reflejan este notorio estado de alteración.
El episodio de París en junio de 2023, destapado por Leyva, lo evidencia. Petro evadió la seguridad francesa para visitar el barrio Pigalle con Hollman Morris.
La ketamina, aseguran fuentes, fue la protagonista. Este no fue un hecho aislado. Los tuits incoherentes del presidente, sus ausencias en momentos críticos y sus políticas inconsistentes han marcado su mandato, síntomas de una mente atrapada en la disociación.
La Constitución colombiana de 1991 permite actuar ante esta incapacidad.
El artículo 173.2 faculta al Congreso para intervenir por indignidad política si el comportamiento del presidente deshonra su cargo.
El artículo 175 habilita un juicio político por fallas éticas o funcionales.
Un examen médico podría determinar si la salud mental de Petro compromete su capacidad para gobernar.
Sin embargo, el silencio del Congreso, la pasividad de la Corte, muestran una democracia paralizada.
Petro no ha gobernado con racionalidad. Sus delirios públicos y errores reiterados, ligados a la ketamina, han puesto en jaque la estabilidad del país en varias oportunidades y en otras simplemente se han convertido en motivo de burla hasta de sus compañeros de gobierno.