Por: Marco Fidel Ramírez
Que el presidente Petro ha sido “muy coherente” ha dicho el expresidente Alvaro Uribe. Y es cierto, Petro ha sido coherente con su intención de iniciar la demolición de la democracia colombiana y de sus imperfectas instituciones, pero instituciones igual.
Estos primeros 100 días de gobierno izquierdista en Colombia han sido realmente letales. Por cortesía del Congreso mayoritariamente arrodillado y prostituido que tenemos, ya la reforma tributaria ha sido aprobada y ha confirmado que no se incentivará la productividad, pero si se le meterá la mano al bolsillo de todos los colombianos para extraernos 20 billones de pesos que serán destinados para satisfacer en 2023 la insaciable voracidad del nuevo régimen.
También le aprobaron al faraón del Pacto Histórico ese esperpento llamado “Paz Total” que ha llevado al borde del paroxismo a las bancadas subversivas del Congreso y ha decretado con cínica anticipación un descarado certificado de impunidad a los terroristas del ELN, a los narcos del Clan del Golfo y a los delincuentes de la “Primera Línea” por mencionar solo algunos de los más felices futuros beneficiarios que ya conocemos.
La tal “Paz Total” del caudillo de cartón que hoy nos gobierna replicará y multiplicará para los delincuentes mencionados los beneficios que Juan Manuel Santos le otorgó a las Farc comenzando por el regalo de curules en el Congreso y desde las cuales harán fortuna y continuarán la destrucción del Estado colombiano y la construcción de su soñado Estado socialista.
El mandatario colombiano también ha logrado consolidar una vergonzosa coalición mayoritaria que mientras engulle mermelada por toneladas, aprueba todo lo que se le ordena desde la Casa de Nariño y que el presidente del Congreso tramita sin reservas, dándole garrote a todo aquel que se le opone, “y que si no les gusta así pues que demanden” les ha espetado el siniestro mandamás del Senado a sus opositores.
En estos primeros 100 días de miedo y tiranía izquierdista el dólar ha aumentado su cotización sin control superando la barrera de los $5.000 e incrementando así la deuda externa a niveles cósmicos.
Sumado a este catálogo de desgracias el decrecimiento económico ordenado por Petro y ratificado por su muy obediente ministra de minas Irene Vélez, no solo ha lanzado en caída libre el valor de las acciones de Ecopetrol, la empresa más importante y productiva del país, sino que además ha motivado una fatal desconfianza hacia Colombia en los mercados internacionales, ha aumentado la fuga de capitales, ha espantado a los inversionistas, ha provocado el nerviosismo de los empresarios, ha disparado la inflación que supera el 12.2 % y ha desatado el fantasma del desempleo que se avecina con sus consecuencias de hambre, ruina y desesperanza para millones de colombianos.
Pero en el plano internacional de estos primeros 100 días ni hablar.
Mientras la primera dama ha estado dedicada a acompañar cuanto sepelio en el exterior se ha anunciado, la vicepresidenta Francia Márquez se ha dedicado a similar turismo por aquí y por allá con mucha pompa exhibiendo la vida sabrosa de la que ahora goza y promoviendo su venidero y seguro nefasto “Ministerio de la Igualdad”, y de paso desahogando por doquier sus amarguras ancestrales sin reserva alguna para que nadie dude que el actual gobierno será el de la venganza y la rabia por cortesía de quienes, con las banderas de la izquierda, predican hipócritamente el amor y la tolerancia de puertas para afuera. Igualmente, el propio Petro para no quedarse atrás, viajó a Egipto a la conferencia mundial del cambio climático con una “pequeña y austera comitiva” de 200 acompañantes agradecidos con semejante tour vacacional, allí reafirmó la necesidad de acabar con la industria petrolera y carbonífera dizque para salvar el planeta.
Por lo visto el mandatario ya evidencia delirios de grandeza y destellos de divinidad al mejor estilo del “Rey Sol” Luis XIV, el del “el Estado soy yo” con su absurdo mesianismo planetario. Petro ha iniciado su cruzada destruyendo la economía colombiana con sus anuncios generadores de pánico y aliándose con dictadores comunistas violadores de los derechos humanos como Nicolás Maduro y compañía y procurando un liderazgo continental para gratificar su ego personal y el de sus cortesanos palaciegos.
En fin, estos primeros 100 días de pesadilla petrista han sido aterradores.
Este gobierno que bien sabe que su endeble coalición no durará ni un año, presiona con garrote y mermelada por igual, para la aprobación de las demás “reformas”, la reforma política para atornillarse en el poder, la reforma pensional para expropiar los ahorros de los colombianos, la reforma a la salud para acabar con las EPS, la reforma a la educación para adaptarla a la siniestra Agenda 2030 y las reformas a los ministerios de Defensa y Justicia para adaptarlos a la impunidad total de sus amiguetes ideológicos encarcelados o en procesos de condenas merecidas por sus múltiples delitos.
Lo que se nos viene encima entonces no será grato. Será seguramente catastrófico para Colombia y desastroso para los colombianos a menos que espabilemos a tiempo y masivamente le plantemos cara al tirano. Petro y sus hordas comunistas vienen por todo y por todos y es nuestro deber defender la patria, cuidar la democracia y evitar que nuestros hijos y nuestros nietos hereden la desgracia de una dictadura que solo nos traerá, como todas las dictaduras, opresión, destierro y ruina total.
En conclusión y por lo visto hasta ahora, el de Petro es y será un Gobierno malvado. Estos primeros 100 días así lo han demostrado y ha sido reprobado.