Por: Laura Pinzón Bravo
Muchas son las acciones que dentro de la guerra se han tomado para imponer al enemigo los deseos del contrario. Sin embargo, estas son tan cambiantes y hasta hoy tan fuera de los procedimientos, que muchas de hechas salen de todo reglamento válido dentro del campo bélico, convirtiéndose en terrorismo evidente.
Este es el caso de lo sucedido el viernes en contra del presidente Iván Duque en Norte de Santander. El mandatario se dirigía desde Sardinata a Cúcuta en compañía del ministro de Defensa, Diego Molano y el ministro del Interior, Daniel Palacios, cuando fueron atacados desde tierra. Como resultado, el helicóptero donde se transportaban recibió 6 impactos, afortunadamente todos los ocupantes resultaron ilesos. Este acto merece la denominación de terrorismo.
Dicho esto, a este último concepto, se intentado definirlo desde la Conferencia de Varsovia (1927), en la Convención de Ginebra y posteriormente su auge con las actuaciones del 11/11 en Estados Unidos. Sin embargo, para aterrizar el mismo, los dos más acertados en mi consideración los brinda primero, La Real Academia Española (RAE): “dominación por el terror, o la sucesión de actos de violencia ejecutados para difundir terror” y, Nicolás García Rivas en su libro La Rebelión Militar en Derecho Penal, como “la hostilidad a la Constitución”.
Además, cabe aclarar que en la zona donde el helicóptero fue atacado hay presencia de ELN y disidencias del Frente 33 de las Farc ¡dos grupos que merecen la denominación de terroristas! no solamente por el acto ya mencionado sino porque por ejemplo: Referente al ELN, pues bueno, las páginas en esta corta columna se incrementarían sustancialmente al describir sus barbaries, pero, aterrizándolo a algunas pocas actuaciones, según informó recientemente el Gobierno Nacional, al menos 33 muertes registradas en los primeros cinco meses del presente año, fueron atribuidas a este grupo, lo que representa un aumento del 43% respecto al año anterior, quemaron un peaje en Yarumal (dejando un civil herido), atentaron contra la Brigada 30 del Ejército Nacional, asesinaron en Arauquita al soldado Juan Carlos Montiel y, participan activamente en el Paro Nacional. Por otro lado, de parte de las disidencias del Frente 33, podemos comentar los homicidios en cuatro días en Tibú cometidos por este grupo, la cooperación en el Paro Nacional también, entre miles de actuaciones más.
Siendo así, cabe preguntarnos ¿dónde está la paz? ¿en las nubes? Si. Lo sucedido el viernes contra el mandatario solamente ratifica que, a pesar de la firma del Acuerdo de Paz en el 2012, nada ha cambiado pues en este punto, todos nos hemos convertido en víctimas sistemáticas de esta mentira: los crímenes contra la Fuerza Pública continúan, el ataque a la población civil se mantiene, la siembra de cultivos ilícitos persiste y, la terrible amenaza de las formas de lucha como la financiación y manipulación de diferentes movimientos sociales en el país, crece.
Bueno, para los que creen que estigmatizo el Acuerdo Farc- Santos, se equivocan, el fenómeno del conflicto no ha acabado, solamente ha mutado. Pensemos en La Guerra Bipartidista (finales del siglo XIX), en el 9 de abril de 1948, el “Bogotazo”, luego el surgimiento de las guerrillas en el siglo XX, a finales de este mismo siglo el narcotráfico y ahora, el crimen organizado, que ha dejado más de 30 mil secuestrados, 170 mil asesinatos y millones de violaciones de DD. HH y DIH.
Así pues, este Conflicto Armado Interno lamentablemente no ha cambiado, pero cada uno de nosotros, si podemos generar alguna acción de rechazo en contra de estas y demás actuaciones terroristas que pretenden atacar la legitimidad y la democracia de nuestra Patria. Es momento de que rechacemos de forma unánime cualquier forma de violencia, usted, yo y las generaciones futuras merecen una paz en tierra, no en las nubes.