Por: Jorge Cárdenas
– No te asustes, pero… ¡Vengo del futuro!
Fue lo primero que me dijo ese pequeño hombrecito que tocaba a mi puerta una mañana fría y oscura. Se veía sucio y cansado.
Debo confesar que mi primera reacción fue la de cerrarla para impedir que pasara a mi casa ante lo cual me suplicó que lo escuchara.
Me dijo que venía del año 2050 y que tenía urgencia por contarme lo que había sucedido con nuestro país en esos 30 años.
Me advirtió que los sucesos se habían derivado incluso partiendo de buenas intenciones pero que Colombia definitivamente no era lo que se esperaba que fuera, dadas las condiciones que tenía tras la primera década del siglo XXI.
Empezó contándome que no había habido manera de detener la encerrona contra el expresidente Uribe y que finalmente; tras una confabulación de todos los organismos de la rama judicial; había sido condenado por 1.087.985 cargos, incluyendo el asesinato de Doris Adriana Niño. Quise preguntarle cómo habían podido llegar a semejante conclusión, pero entendí que, por como están las cosas con las cortes, no era de extrañarse que lo hubieran conseguido.
Pasó a contarme que el Consejo Nacional Electoral había revocado la elección de Iván Duque en el 2018 por diferentes motivos entre los que estaban las donaciones de empresas extranjeras como el Grupo Cisneros.
Le interrumpí comentando que eso era imposible, que cada donación había sido revisada 17 veces y que además ese grupo tenía inversiones en nuestro país desde hacia décadas. Incluso, agregué, muchas otras empresas venezolanas han migrado a Colombia desde antes de la llegada del chavismo. Tan es así que la harina pan, que hace parte de la canasta básica de los venezolanos, se produce desde principios de siglo en nuestro territorio.
– Eso no importó. De hecho, ahora producen desde Europa. El exilio los ha llevado a migrar cada vez más lejos.
Me quedé sorprendido haciendo cuentas mientras él seguía con su historia apresuradamente.
Con su hablar acelerado me contaba que tras unas elecciones atípicas; no solo por el hecho de la destitución de Duque sino porque parecía un dejavú de la del 2018 con la diferencia de que no había candidato por el Centro Democrático a quienes les había sido retirada su personería jurídica; había salido elegido, con una enorme ventaja, Gustavo Petro como presidente de los colombianos llevando las banderas de su “Colombia Humana”.
– Eso es imposible -Grité- Ese partido no tenía personería jurídica desde el 2018.
– No importaba. Era de izquierda y era el que querían las cortes. Me respondió pragmático.
De repente todo empezó a encajar en mi cabeza. Por absurda que pareciera su historia tenía total sentido con lo que está pasando en la actualidad.
Cualquier acusación, cualquier prueba, cualquier delito cometido por los representantes de la izquierda son desestimados. No interesa si hay videos, testimonios, testigos, pruebas documentadas; nada es suficiente si se trata de algún miembro de la izquierda. Y si es cercano a Petro, con mayores veras.
Como una última esperanza, por no caer en lo que podía ser un engaño, le pregunté por Sergio Fajardo. Aunque él no sea propiamente de derecha me parece una opción menos radical que los exterroristas ahora dirigentes del país. Me dijo que no había tenido opción. Que, al igual que le pasó en 2018, quiso mantenerse al margen de todo, buscar un centro que no existe, no se definió y cuando abrió los ojos ya era el año 2025 y lo tenían en casa por cárcel por un delito que aún nadie puede entender (en el año 2050).
Continuó diciendo que como formula vicepresidencial habían elegido a Iván Cepeda Castro bajo la premisa de sus buenas relaciones con las FARC, las del senado, las del monte y las de Miraflores. Pesaron también mucho sus vínculos de décadas atrás con Cuba y Venezuela.
Pocos meses después de la elección, aprovechando que ya se venía pidiendo una asamblea nacional constituyente, se dio paso a la reforma total de la constitución. Se copió el modelo instaurado en Venezuela por Hugo Chávez; quien siempre la mostraba sacando una versión reducida de su bolsillo; y se le dieron todas las garantías al partido de gobierno para poder reelegirse indefinidamente.
Valga aclarar que el gesto del desaparecido dictador no iba dirigido a que se ceñía a la constitución sino a que era, literalmente, hecha al tamaño de su bolsillo.
Quedé estupefacto ante la prueba de que ningún colombiano creía que se haría realidad la amenaza de Iván Cepeda cuando dijo que se necesitaría de 30 años para cambiar a los ciudadanos.
Así fue. La historia, que habían vuelto a instaurar como materia obligada en colegios y escuelas, pintaba a Tirofijo, Jojoy, Reyes y Santrich como prohombres que lucharon por el bien del país contra el terrorismo y la opresión de los criminales presidentes de derecha.
La iglesia de Pablo Escobar ya cumple 20 años en pleno corazón de Envigado.
De hecho, me contó que en el 2050 en Venezuela aún seguía el chavismo en el poder en cabeza del hijo de Alex Saab. Preferí no preguntar sobre ese tema porque ya me dolía la cabeza.
En un copy-paste perfecto del modelo cubano y venezolano, el nuevo presidente se dedicó a expropiar a todo aquel que en el pasado había sido contrario a sus intereses. Los Char, por ejemplo, tuvieron que regresar a Siria huyendo de la persecución.
Abelardo De La Espriella y su empresa de abogados desapareció del país y la venganza petrista fue tal que, apoyado por Biden, le fue revocada la licencia para legislar en cualquier parte del mundo. Me contó con tristeza que hasta el 2040 trabajó en Venecia como gondolero, transportando turistas y cantándoles a cambio de propinas. Su trabajo ahí también había llegado a su fin debido al hundimiento de la ciudad. Ahí derramé mi primera lágrima.
Los que tuvieron forma de hacerlo y previendo lo que venía, salieron del país. Algunos con lo que tenían puesto porque todo se depreció de tal manera que resultaba más barato abandonar las propiedades que tratar de vender.
A medida que pasaron los años la migración aumentó. Se veían caminantes por la carretera panamericana buscando mejores opciones en Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil. Países que habían reaccionado a tiempo para escapar de la debacle y cuyas economías eran enormemente mejores que la nuestra. Argentina y Chile estaban, prácticamente, en nuestro mismo infortunio.
Una de las reformas más controversiales fue la incorporación de las FARC del monte, todas las GAOS y las BACRIM, a las fuerzas militares y de policía en un absurdo intento de pacificación. Obviamente los miembros de las fuerzas renunciaron en masa y de inmediato fueron detenidos por rebelión.
Las más de 300.000 hectáreas de cultivos de coca heredadas del gobierno Santos se habían visto quintuplicadas. De hecho, para el año 2035 el café, la caña y el ganado desaparecieron de nuestros campos.
Contó como Gustavo Bolívar se había convertido en fiscal general, sin ser abogado, con el único fin de montarle narco novelas a los opositores y ponerlos llevar tras las rejas.
Carlos Gutiérrez; el cuñado con quien Gustavo Petro había negado cualquier relación; había sido nombrado ministro de desarrollo lo que garantizo el absoluto atraso del país.
No corrió la misma suerte otro Gutiérrez, Federico, a quien en un intento por ponerlo en su sitio lo nombró ministro de comunicaciones; cargo que rechazó antes de abandonar el país con rumbo desconocido. Se dice que se refugió en un recóndito lugar donde no tuviera que saludar a nadie.
Roy Barreras fue nombrado director del zoológico de Cali, pero solo con injerencia en la sección de reptiles.
El país nunca resolvió sus problemas. La corrupción que los impolutos decían combatir se volvió deporte nacional y, ante la fuga de capitales, el desempleo creció a cifras jamás vistas.
A quienes en el 2020 se les llamaba mamertos, años después los llamaron opositores y terminaron siendo perseguidos e insultados en las más de 230 redes sociales diferentes que en esa época existirán.
Pasé por casi todos los estados de animo. Rabia, impotencia, sed de venganza y dolor de patria. Lo único en común es que en todos lloraba inconsolablemente.
Apenas pude le pregunté si hubiéramos podido hacer algo para cambiar la situación y su respuesta me heló la sangre:
– Precisamente… hagan algo porque lo que están dejando de hacer solo los va a llevar al país que le estoy describiendo.
En ese momento lancé un grito de terror y quedé sentado en mi cama.
Ana Lucia casi me mata por el susto que le pegué.
Sentí de inmediato la imperiosa necesidad de escribir lo vivido antes de que se me olvidara, pero con la sensación espantosa de que no había sido un sueño sino algo tremendamente real.
Espero que, como dicen con los sueños, el que lo cuente evite que se cumpla.
Ahora los dejo porque están llamando a mi puerta.