Por: Andrés Villota
La Comunidad Internacional, reunida en el templo supremo del globalismo, ignoró y humilló a Gustavo Petro. El fulgurante cachorro del nacional socialismo obrero tropical, el más avezado de los fanáticos seguidores de los dogmas del World Economic Forum y de la Agenda 2030, el heraldo superlativo del Armagedón climático, sucumbió ante la indiferencia de la pandilla de António Guterres que lo trató como a una perfecta piltrafa presidencial.
Lo que le ocurrió a Gustavo Petro en la ONU, en septiembre del 2023, marcó un punto de inflexión en su gobierno, que lo radicalizó. Esa gran humillación, desató todos sus resentimientos, todos sus complejos y todas sus taras, que le hicieron tomar venganza contra todos y contra todo lo que su alma resentida, considera los culpables de su rotundo fracaso.
Fue la confirmación global de la ausencia total de liderazgo y de gobernabilidad, causada por la nula credibilidad que tiene Gustavo Petro, entre el pueblo colombiano, que se siente engañado, estafado, burlado por el incumplimiento sistemático de todas y de cada una de las expectativas generadas por su aparato de propaganda.
Muestra, en el contexto internacional, una limitada capacidad de acción en el complejo entorno mundial, en el que lo perciben como a un político deshonesto, un asesino comunista que está destruyendo a Colombia, un incompetente, un incapaz de capitalizar a su favor esa, supuesta, mayor votación histórica.
El presidente más votado en toda la historia de Colombia, paradójicamente, es el presidente más repudiado por el pueblo que, supuestamente, lo eligió, como lo refleja una encuesta publicada recientemente, en que la presidente del Perú lo salvó de ser el presidente más odiado de toda la región. El pueblo colombiano está hastiado de Petro.
Gustavo Petro sale bien librado, solamente, en el concepto del decadente actor Mark Ruffalo y en los resultados de las encuestas artificiales que se inventa César Caballero, el dueño de Cifras & Conceptos, pero en el resto del mundo, Petro es percibido como un cleptócrata fármaco dependiente, indigno de ocupar el cargo de jefe de Estado y de ser el líder del pueblo colombiano.
Nadie le acepta cargos a Gustavo Petro para no poner en riesgo su buen nombre, los que aún tienen una reputación que cuidar. Solo, influenciadores utilizados por la mafia para lavar activos y terroristas varados, miembros del grupo terrorista La Primera Línea, contestan las llamadas que les hacen desde la Casa de Nariño.
Al resto, lo tienen que rotar y cambiar, pero de oficina. Hasta tuvo que reencauchar a Laura Sarabia, su caletera principal, su handler, la impulsadora de los falsos positivos, las chuzadas, las violaciones de derechos humanos y el lavado de activos del régimen de Gustavo Petro.
Ese día, de la catástrofe en la ONU, su telonero había sido Joe Biden, el patrón anglo de Petro que, por lo visto, no pudo arrastrar la audiencia. Sin embargo, el video original de la alocución de Joe Biden sirvió para que el aparato de propaganda del régimen de Gustavo Petro, se robara esas imágenes y las mezcló con el video de la alocución presidencial petrista para crear falsas expectativas.
Se volvió habitual que ese equipo de propaganda, típica del nacional socialismo obrero, haga montajes audiovisuales, adultere fotos, se invente videos y cree imágenes con las herramientas de inteligencia artificial, como la ComputerGenerated Imagery (CGI), con el objetivo de crear expectativas falsas, entre una sociedad que el presidente Petro trata de imbécil e insulta su inteligencia con cada cosa que dice y anuncia.
Cielo Rusinque Urrego una PhD en farsa y engaño, se inventó que en los estadios colombianos, la tribuna enardecida no gritaba “Fuera Petro”, exigiendo la renuncia del presidente por su paupérrima labor, sino que se trataba de un gran movimiento de apoyo irrestricto al presidente que lo aclamaba y le decía “Fuerza Petro”.
La perfecta caricatura de unos estafadores sociales de pacotilla. Un gobierno que pasó de presentarse como un proyecto político con grandes pretensiones de cambiar el rumbo de Colombia, a convertirse en una decadente fábrica de expectativas que utiliza como materia prima a toneladas de mentiras, falsos dilemas y especulaciones descabelladas.
Gustavo Petro no hace nada útil para la sociedad colombiana, su actividad se limita a la generación de retórica barata, de expectativas falsas, en unos mensajes que envía por X (Twitter), a los que solo tiene acceso el 2% del total de la población colombiana, en un acto racista, homofóbico, transfóbico, clasista, excluyente, discriminatorio, en el que solo los blancos ricos heterosexuales, que le dicen los yuppies y los gomelos, pueden leer sus bestialidades.
Sus asesores, frente a esa desconexión con sus electores de las costas Pacífica y Atlántica, le recomendaron hacer una correría por las regiones para decirles, en vivo y en directo, todo el sartal de mentiras y de brutalidades que publica en sus redes sociales.
Promete que va a construir aeropuertos en todas las veredas que visita, por ejemplo, algunas sin acueducto o vías pavimentadas, mientras que el único aeropuerto que estaban construyendo en el Eje Cafetero, prohibió que lo construyeran porque el burgomaestre de Manizales, de ese entonces, Carlos Marín, le suplicó que, mejor, le diera esa plata a él, para poder abrir relaciones diplomáticas con Liberland, un lote-Estado, una verdadera prioridad para los habitantes de la ciudad.
Anuncios y más anuncios que son utilizados como pretexto para apropiarse de la riqueza de los colombianos, sin mayor oposición o resistencia. Se inventaron una sequía y se robaron el equivalente a $500 millones de dólares americanos para financiar la supuesta solución al problema de la escasez de agua en medio de una ola invernal, llena de lluvias torrenciales, que va en contravía de la expectativa de falta de agua.
La adulto mayor, Margarita Rosa de Francisco, maneja la agenda de la opinión pública colombiana. El nivel académico paupérrimo de los miembros del gobierno petrista, es una muestra de otro incumplimiento más, de la expectativa por la llegada de iluminados al gobierno del cambio. “Si eres bruta y fea, Petro te emplea” decía un grafiti que ya borraron.
En contra de todas las expectativas, en las salas de profesores, los académicos que sucumbieron al poder y al crecimiento exponencial de su fortuna personal, hoy son vistos por sus pares como unos traidores que perdieron su prestigio a cambio de un puñado de contratos efímeros. Sus alumnos se avergüenzan porque solo peor que un corrupto analfabeto, es un corrupto ilustrado.
Nadie quiere que lo asocien con él. Nadie quiere terminar untado, señalado o capturado por estar involucrado en los casos de corrupción, de falsos positivos, de violación de los derechos humanos, de caletas, de interceptaciones ilegales, de paramilitarismo, de lavado de activos o de narcotráfico que se volvieron habituales entre los miembros del régimen petrista.
La expectativa suprema de gestión impoluta, ha sido la más incumplida, en una larga lista de actos de corrupción de todos los tamaños, provenientes de todos los niveles de la jerarquía estatal.
La vorágine de corrupción, desatada durante el corto tiempo de la gestión de Petro, ha llevado a que el presupuesto de las diferentes instituciones del gobierno desapareciera, por lo tanto, los indicadores de ejecución del presupuesto, aparecen muy bajos o tienden a cero.
Todos, aprovechan su cuarto de hora para apropiarse del presupuesto que administran. Desde el lavaperros hasta el capo, todos, se apropian de los recursos públicos, sin pudor alguno, sabiendo que su superior inmediato lo hace sin tener consecuencias disciplinarias o penales, al interior de una organización criminal en la que ninguno de sus miembros, ha tenido que responder por sus actos delictivos.
Esa situación de impunidad, en la que Petro jamás ha tenido que responder por nada, ha creado el mito urbano de una Patente de Corso o una licencia extra terrenal para poder delinquir sin tener consecuencias, llegando a comparar a Gustavo Petro con Pablo Escobar del que, dicen, tenía un pacto con el diablo.
La fábrica de expectativas de Petro, está produciendo al máximo de su capacidad instalada, sin embargo, cada día que pasa, la materia prima comienza a escasear y, los consumidores, están encontrando productos sustitutos que sí tienen garantía de cumplimiento. La fábrica de Tavo, se dirige a la quiebra total.