Por: Mauricio Jaramillo Quijano
Por estos días en que se debaten reformas sociales, algunos sectores de la izquierda en Colombia recrudecen sus acusaciones contra la derecha, asegurando que ha generado toda la injusticia social en Colombia. El presidente Gustavo Petro suele calificar a esa derecha como una élite de terratenientes, feudalistas y esclavistas. En sus discursos fustigan a los empresarios y los llaman oligarcas, asegurando que ellos y los presidentes de derecha que gobernaron antes de Petro no hicieron nada por los pobres de Colombia.
Ante este reiterado relato ha sido inevitable preguntarme ¿De qué somos esclavos los colombianos? ¿Cuál élite es responsable del subdesarrollo en Colombia? Y claro! ¿qué tan cierta es toda está narrativa de la extrema izquierda? De esta élite socialista que una vez en el poder ha provocado miseria, hambruna y un éxodo de millones de latinoamericanos.
Es verdad que en el pasado existió una élite que gozó de privilegios como señores feudales y esclavistas, pero eso terminó hace muchos años con la abolición de la esclavitud y con la llegada del capitalismo. No hay duda que buena parte de la descendencia de los señores feudales en Colombia está ahora conformada por terratenientes, empresarios o herederos de grandes fortunas.
Colombia es un país con una gran desigualdad económica, mucha gente no puede cubrir sus necesidades básicas, así que estos millonarios son muy afortunados. Sin embargo con la llegada del narcotráfico los “oligarcas” tal vez ya no son las personas con más dinero en el país. De hecho, hoy en día los señores feudales más tenebrosos, los que realmente esclavizan, son las mafias.
Los narcotraficantes o los jefes de las bandas criminales deciden la vida de los niños que tienen la mala suerte de vivir en sus territorios. Otras veces, también, la de los líderes sociales, militares, policías o la de cualquier persona que se ponga en su camino. La opinión pública está indignada con esta situación pues está claro que como primera condición para los acuerdos de paz con todas las bandas criminales, el gobierno debería exigir el no reclutamiento forzado o asesinato de cualquier colombiano.
Es preocupante que mientras personas son fusiladas cuando huyen de la opresión de los criminales, lo que vemos en los discursos del presidente Petro sean majaderías anacrónicas como que el capitalismo y la derecha son esclavistas en Colombia. Solo la masacre de los cuatro menores en Caquetá hizo que Petro suspendiera el cese al fuego con sus homicidas, pero sigue con otros que también asesinan niños. Después de este hecho sanguinario de las FARC, me pregunto si a Petro no le hace falta tildar de esclavistas a estas guerrillas con la misma determinación con que califica a los terratenientes colombianos.
La extrema izquierda sigue boicoteando la economía
Y así como la izquierda tiene una visión miope sobre la esclavitud en Colombia, también la tiene sobre la economía cuando asegura que la derecha gobernó siempre y nunca sacó al país de la miseria. Al revisar la historia de España y sus colonias, la época republicana en Colombia y el último siglo se puede concluir que más que ineptitud de esta derecha, la culpa de nuestra paupérrima situación es una suma de factores entre los que se encuentran: el papel anacrónico y violento de la extrema izquierda, la revolución del “idiota” latinoamericano, el narcotráfico, la corrupción, la falta de valores morales y el legado económico de España.
La verdad es que aunque la izquierda quiera desprestigiar a la derecha en economía, los mandatarios anteriores a Petro no lo hicieron del todo mal. En las últimas décadas mientras aumentaron el crecimiento económico del país, manteniéndolo entre los más altos de la región, redujeron la pobreza, y nunca permitieron los niveles de inflación vistos en el vecindario.
El propio presidente Petro en su afán por figurar se quiso adjudicar los buenos datos que sobre pobreza entregó el Dane esta semana. Sin querer, calificó la gestión de sus predecesores como exitosa por la disminución del IPM (índice para medir la pobreza en cinco dimensiones). Solo con 10 meses de gobierno se quiso atribuir los buenos resultados de una política fiscal que históricamente ha sido bien aplicada por la élite de derecha que tanto critica.
“En el largo plazo el IPM ha mostrado una reducción importante al pasar del 86 % en 1997 a 37.1% en 2020. Eso significa que, de 24 millones de personas en hogares con al menos 5 privaciones en 1997, se pasó a 9.2 millones de personas consideradas pobres ”, explicó Mauricio Santamaría, presidente de ANIF, en un diario económico del país.
Esta derecha que gobernó a Colombia por tanto tiempo hubiera reducido aún más la miseria en un contexto con menos corrupción, menos narcotráfico, y con mayor seguridad jurídica para la inversión, incluyendo un orden público adecuado para los negocios. Sin guerrillas marxistas dedicadas a secuestrar, extorsionar, robar y asesinar empresarios. Todas ellas prácticas que fueron emuladas por paramilitares y otras bandas de hampones.
Además, la economía y el medio ambiente estarían mucho mejor si estos grupos al margen de la ley no hubieran volado los oleoductos de petróleo en Colombia para usar el combustible en la producción de cocaína. Los cinco oleoductos con los que cuenta la empresa fueron volados más de 1.010 veces entre 2009 y 2019. Los autores de estos atentados fueron y son, en la mayor parte de los casos, las guerrillas de extrema izquierda del ELN y las FARC.
El papel dañino de esta corriente de ultraizquierda en la economía de Colombia tiene mucho que ver también con la corrupción. Es increíble que mientras Colombia ha tenido que sufrir la rampante corrupción estatal, al mismo tiempo la extrema izquierda siempre ha estado empeñada en estatizar las empresas, como hace hoy en día con la salud y las pensiones.
Asi las cosas, el Manual del perfecto idiota latinoamericano publicado en 1996 está más vigente que nunca en Colombia. Los autores de está publicación definen a este tipo de personaje como el miembro de una élite socialista latinoamericana que se opone a la inversión extranjera y propone una nacionalización económica.
Y más de 25 años después de esta publicación, de nuevo califican de idiotas a los latinoamericanos cuando se trata de manejar su economía. Hace apenas unos días, el Financial Times, en un artículo acusó a Petro, entre otros presidentes de izquierda de la región, de hacer que Colombia desperdicie oportunidades de negocios.
Subdesarrollo heredado de España
En este país somos esclavos de muchas más cosas que del capitalismo, como dice Petro. Ahora mismo, por ejemplo, los comerciantes y otras personas están siendo esclavizadas por los criminales que cobran extorsiones como nunca antes en el país. Se ve tanto de este crimen que son frecuentes los videos de delincuentes que amenazan a sus víctimas, llamándolas descaradamente desde las cárceles donde pagan condena.
Finalmente, al resolver las preguntas que hice en un principio encontré que los mafiosos son sin duda los esclavistas más poderosos del país. Lo digo porque oprimen a la sociedad en varios frentes: uno, en sus feudos, donde reclutan niños; y otro, en la adicción que sufren sus clientes. Eso sin mencionar el lavado de activos que implica sobornos y constricción.
La culpa del subdesarrollo y de que Colombia haya sido siempre un país quebrado sin suficiente dinero para cubrir las necesidades básicas de todos sus habitantes no se le puede endilgar a ninguna élite o gobierno republicano. Habría que remontarse a antes del capitalismo hasta una élite europea de varios siglos atrás. Una élite mercantilista que robó nuestras riquezas y que dejó a Latinoamérica muy lejos de la revolución industrial.
Es de esperar que el presidente Petro aumente la narrativa anti capitalista para darle impulso a sus reformas sociales. No son pocos los que están de acuerdo con cada una de sus palabras y que apoyan la estatización propuesta por el presidente. Resulta inevitable notar el parecido de Petro con el personaje que nacionaliza empresas protagonista del Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano. El presidente hace parte de una élite de extrema izquierda que le ofreció al comunismo su último reducto en latinoamérica y que ha venido arruinando a todos los países donde gobierna.