Por: Ricardo Angoso La guerra fría entre los Estados Unidos y China, que rivalizan por extender su influencia política y económica en todo el mundo, pero especialmente en Asia, ya está servida y la reciente crisis de Taiwán, visita de Nancy Pelosi por medio, así lo revela.
LOS ORIGENES DE TAIWAN
Taiwán nació como país en 1945, cuando las fuerzas nacionalistas del Kuomintang (KMT), que entonces gobernaba en China, se hicieron con el control de la isla y pusieron fin a cincuenta años de dominación japonesa. Cuatro años más tarde, en 1949, los nacionalistas fueron derrotados por los comunistas de Mao Tse Tung en la guerra civil china.
El Partido Comunista Chino se hizo con todo el poder en Pekín, mientras que los nacionalistas del KMT huían en masa hacia Taiwán.El Gobierno de la República China huyó a Taiwán junto con otros dos millones de personas, muchos de ellos funcionarios y militares que servían en la administración, llevándose consigo muchos tesoros nacionales y gran parte de las reservas de oro y de divisas de China. Desde ese momento, Taiwán ha estado expuesta a una inminente invasión por parte de la China comunista -la República Popular de China oficialmente- y tan solo la guerra de Corea, en junio de 1950, evitó su ocupación militar.
Entre 1950 y 1975, el país fue gobernado con mano de hierro por el sempiterno líder de los nacionalistas, Chiang Kai-shek, quien era, a su vez, el jefe máximo del partido desde 1925 hasta su muerte. El régimen reprimía duramente toda forma de disidencias y muchos ciudadanos taiwaneses fueron arrestados, torturados, encarcelados y ejecutados por su vínculo real o percibido con los comunistas.
El régimen político nacionalista, tras la muerte de Chiang Kai-shek en 1975, se mantuvo en el poder hasta 1987, en que comenzó la lenta transición a la democracia en Taiwán y se registraron nuevos partidos políticos que competían abiertamente con los nacionalistas en igualdad de condiciones.
En estos años, el debate político ha estado condicionado por la persistencia de un agudo debate entre independentistas, liderados y agrupados en el Partido Democrático Progresista, y los que defienden alguna forma de integración y cooperación con la china comunista, entre los que se encuentran muchos miembros del KMT.
En el año 2016, las elecciones presidenciales fueron ganadas por la candidata del Partido Democrático Progresista, Tsai Ing-wen, una independentista con agallas que siempre ha defendido la soberanía y la seguridad nacional de Taiwán al margen de cómo se desarrollen las relaciones con la China continental, algo que incomodó a Pekín desde el comienzo de su mandato y que sigue siendo, al día, motivo de fricciones entre ambas partes.
La nueva presidenta defendía y sigue defendiendo, sin ambages de dudas, una identidad taiwanesa diferenciada y sin complejos de la china. Algo que, por cierto, coincide con lo que piensan el 80% de los jóvenes menores de 30 años en la isla y que se consideran simplemente “taiwaneses”, desdeñando abiertamente el sueño de la unidad china. Desde la llegada al poder esta presidenta, que incluso ahora recibió desafiante a Pelosi, las tensiones con China no han hecho más que crecer y al llegado al clímax en este pasado mes de agosto.
LA PEQUEÑA CHISPA QUE DESATO LA ACTUAL TORMENTA
Una pequeña chispa, como ha sido el viaje de la presidenta del legislativo de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán, ha provocado la más grave crisis en las relaciones entre China y Washington en las últimas décadas. Nada más llegar a la isla, China organizó en apenas horas unas maniobras militares que incluyeron el cierre espacio aéreo y marítimo en seis zonas alrededor de la isla de Taiwán.Para la diplomacia china, la visita de Pelosi alimenta y alienta lo que considera las veleidades secesionistas del ejecutivo de Taipei.
El ejército chino utilizó fuego real e incluso lanzó varios misiles balísticos cerca de las islas de Matsu, en aguas taiwanesas, generando el temor en la población de esta pequeña isla de apenas veintitrés millones de habitantes. Taiwán puso en estado de alerta a sus fuerzas y dijo estar preparada para responder a una supuesta agresión militar china.Taiwán, como el Berlín dividido de los tiempos soviéticos, es el nuevo epicentro de la tensión y lucha entre dos de las grandes superpotencias, China y Estados Unidos.
Washington asegura estar comprometido con la seguridad y defensa de esta isla, a pesar que desde 1979 no mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán y reconoció a la República Popular China, es decir, a la comunista.El mundo, mientras China exhibía su fuerza militar frente a las costas de Taiwán, reaccionó condenando la escalada.
El G-7 y la Unión Europea condenaron en un comunicado conjunto las maniobras chinas:”No hay justificación en usar una visita como pretexto para una actividad militar agresiva”, aseguraba el comunicado conjunto. China considera como un “asunto interno” a Taiwán y sostiene que cualquier otro punto de vista, como tratar a este país como un “Estado” en pie de igualdad con ella, es una “intromisión externa” injustificable.
China considera a Taiwán una isla o provincia rebelde, mientras que el gobierno isleño, cada vez más próximo a los Estados Unidos por razones obvias, rechaza las tesis de “una sola China” y vaticina desde hace meses la segura invasión del país por los chinos.
Las posiciones entre ambas partes son extremas y han dinamitado, en apenas días, las aproximaciones e incluso el diálogo lento, casi clandestino a veces, entre chinos y norteamericanos. China siempre ha considerado que la anexión de Taiwán, con Macao y Hong Kong ya en sus manos, es el final del ciclo colonial que comenzó en el siglo XIX con las intervenciones occidentales y que debe concluir utilizando todos los medios a su alcance, incluidos los militares.
Es una política, como señala la analista Eva Borreguero, del diario español El País, “en la que, por encima de aperturas coyunturales y declaraciones tranquilizadoras sobre sobre relaciones pacíficas, se impone en última instancia, la coerción. Una política consistente con el fin de recuperar aquellos territorios que en el pasado formaron parte del imperio, con Taiwán como joya de la corona que Xi Jinping aspira portar.
El ministro de Defensa taiwanés ha informado de que en cuatro años China estará en condiciones de invadir la isla y The New York Times, con datos del Pentágono, informaba de una victoria para Pekín si Estados Unidos interviniese en Taiwán. El tiempo apremia”.Taiwán y Estados Unidos no están ligados por ningún acuerdo de defensa, pero la Taiwan Relations Act, firmada en 1979, compromete a los Estados Unidos a garantizar a la isla la posibilidad de defenderse y los medios necesarios para hacerlo.
El principal proveedor de armas a Taiwán, por no decir casi el único si exceptuamos algunas ventas por parte de Francia, es Estados Unidos, que ha hecho jugosos negocios con la isla y la dota de numerosos medios modernos y avanzados. Asimismo, el Estado Mayor de la armada taiwanesa ha reconocido la presencia de un contingente no cuantificado de marines norteamericanos en activo en la isla y que los mismos estarían estacionados en la base naval de Zuoying.
MILITARIZACION CRECIENTE, AMENAZA PERMANENTE
El cambio en la concepción geoestratégica de los Estados Unidos con respecto a Asia, pese al serio revés que para su imagen y prestigio ha significado la caótica retirada de Afganistán, ha irritado a China, que ve con preocupación que sus planes con respecto a la anexión de Taiwán puedan verse frustrados por la protección que le brinda Estados Unidos a la que considera, en términos diplomáticos, la “isla rebelde”.
En este contexto, hay que reseñar que los continuos sobrevuelos de aviones combate chinos en los últimos años, incluidos bombarderos con capacidad nuclear, sobre el espacio de defensa aérea taiwanés, sin apenas respuesta por Taiwán que teme verse inmersa en un conflicto, preocupan al ejecutivo de Taipei y también a sus aliados norteamericanos.
La cascada de transgresiones e incursiones ha ido en ascenso en los últimos meses y ha sido denunciado por Taiwán en repetidas ocasiones, que exhibe una contención y mesura frente a las provocaciones chinas digna de elogio. Las maniobras de agosto, sin embargo, han cruzado ya el Rubicón. Así las cosas, las señales de alarma ya han comenzado a sonar en la región, tal como aseguraba recientemente la publicación británica The Economistal referirse a esta zona como “el lugar más peligroso de la tierra”, en una portada que iba acompañada de una ilustración que representaba una imagen de radar de Taiwán como si la isla fuera objetivo de un submarino”.
El riesgo de una escalada fatal podría verse confirmado en las próximas semanas si, como es previsible, China recorre esa senda y Estados Unidos, como cabe imaginar, responde en la misma línea”, aseguraba el sinólogo Xulio Ríos al referirse a la ausencia de diálogo entre las partes y a la ruptura de los tradicionales puentes entre ambas potencias, que tantas veces amortiguaron anteriores crisis y fueron tan útiles para solventarlas sin llegar a dejar que los canales diplomáticos se agotaran. Esperemos que los peores pronósticos no se cumplan en estos tiempos de incertidumbre y caos.