Por: Andrés Villota
Las Crisis de Confianza traen como consecuencia que los activos de determinado mercado, en un momento histórico o coyuntura específica, pierdan valor porque se ve afectada de manera grave la asignación de valor a esos activos, que se materializa en la caída estrepitosa de los precios de los mismos.
No es necesario que exista una afectación directa a los activos, como puede ser un cataclismo, una guerra, una plaga o la destrucción física de los mismos. Se trata, simplemente, de la percepción de riesgo que se tenga.
Las economías nacionales que han tenido la desgracia de haber sido tomadas por el Progresismo, colapsan porque, precisamente, la percepción que tienen los inversionistas es de alto riesgo de que se materialicen amenazas que afecten de manera grave el libre desarrollo de la actividad económica.
La violación a la propiedad privada, que va mucho más allá de la expropiación y se extiende a la intervención del Estado a través del manejo centralizado de la economía, las arbitrariedades en la administración de justicia y, en general, de la ocurrencia de hechos apocalípticos que afecten de manera grave y permanente, la libertad de los mercados.
Hoy, Colombia, no vale nada, perdió todo su valor porque la perciben como un lugar miserable, un lugar inmundo en el que reina la corrupción, la injusticia, el terrorismo de Estado, la miseria y la muerte. Que no va a tener cómo pagar sus deudas, ni atender sus obligaciones. Un país de altísimo riesgo, una percepción altamente negativa creada por culpa de un perfecto Caos Planificado.
Los precios de las acciones que se transan an las Bolsas de Valores, por ejemplo, se mueven con base a las expectativas de lo que pueda pasar en el futuro porque, cuando se compra una acción, se compran los flujos futuros que genere la empresa que emitió la acción objeto de la operación.
En los mercados con información perfecta, se entiende que, cuando son positivas las expectativas, se crea una mayor demanda que hace que el precio de las acciones suba, se compra en el presente para vender en el futuro, a esas operaciones se les dice “largas”.
En las operaciones “cortas” se vende primero porque las expectativas son negativas, a la baja y se espera que el precio caiga para comprarlas en el futuro y obtener utilidades en esa operación de compra-venta.
El precio de una acción, cae mucho más rápido de lo que sube. La curva del comportamiento histórico del precio de una acción, así lo demuestra. El alza puede demorar años, pero la caída puede ser cuestión de horas.
Ergo, las operaciones cortas son muy atractivas porque las ganancias pueden ser muchas, en muy corto tiempo. El negocio especulativo en la bolsa, no es ciencia de cohetes es, simplemente, comprar barato para vender a un mayor valor, sin importar el orden cronológico en el que se realicen las operaciones de compra o de venta.
Las operaciones cortas sobre acciones, consisten en vender “caro” un paquete de acciones y luego comprarlo “barato” en mercados a la baja; este tipo de operaciones se utiliza para especular y obtener utilidades. Gustavo Petro ya tiene experiencia en este tipo de operaciones.
En el año 2014, Gustavo Petro, alcalde de Bogotá y presidente de la Junta Directiva de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB), fijó el precio y ordenó recomprar un paquete de acciones de propiedad de la EEB, equivalente al 31,92% de la Transportadora de Gas Internacional (TGI), por $909 millones de dólares (incluidos todos los gastos) que su antecesor, Samuel Moreno Rojas, en el año 2010, había vendido a Citi Venture Capital International (CVCI) por, solamente, $400 millones de dólares.
La operación corta que cerró Gustavo Petro generó una pérdida de $505 millones de dólares ($2,25 billones de pesos colombianos) que, en una empresa privada, a Petro lo hubieran echado, por bruto, lo hubieran puesto a pagar hasta el último centavo de la pérdida y lo hubieran metido a la cárcel, porque una operación corta, se cierra cuando el precio de los activos baja y no, cómo en este caso, cuando sube.
Gustavo Petro, aprendió la lección y está haciendo todo lo necesario para que los activos de Colombia pierdan su valor y bajen de precio para que, todos los que vendieron apresuradamente sus activos antes de su llegada, cuando valían algo, los pueda recomprar a precios insignificantes.
O para que inversionistas carroñeros de los regímenes afines al régimen de Gustavo Petro, como la dictadura comunista de la China Popular, Irán, Rusia y España, compren a Colombia, a precios de ganga y se apropien de todos los activos colombianos, cumpliendo con el objetivo de la estrategia macabra que ya implementaron con total éxito en Venezuela.
Venezuela fue rematada, no necesariamente a los mejores postores, porque el objetivo era el contrario, pagar al peor precio posible y quedarse con los mejores activos venezolanos para poder controlar y dominar a Venezuela. Curiosamente, los empresarios Juan Carlos Escotet, Lorenzo Mendoza y Gustavo Cisneros (qepd), no fueron afectados y, por el contrario, aumentaron su ya inmensa fortuna a niveles estratosféricos.
En Colombia, también, en esta rapiña, van a estar los hombres de negocios que ayudaron a Gustavo Petro a quedar de presidente, desde la bendición que recibió en el patio de la casa de uno de los empresarios más ricos e importantes de la economía nacional que, dicho sea de paso, le ha ido muy bien en todos los gobiernos y, seguramente, no quería que el de Petro fuera la excepción.
ECOPETROL es la joya de la corona que se van a pelear los chinos y los árabes. No olvidar que los chinos, ya son los amos y señores de la industria de oil&gas de Ecuador en complicidad con el prófugo Rafael Correa, después que Correa declaró la deuda odiosa e hizo colapsar a la economía nacional que se quedó sin fuentes de financiación y el Partido Comunista Chino apareció cómo el único dispuesto a “ayudar”.
Muy seguramente, esto es lo que quiere hacer Gustavo Petro con el precio de las acciones de Ecopetrol, que quiere que baje de los $ 1.000 pesos colombianos, para recomprar el 15% de la participación privada, quedar de nuevo con el 100% de la propiedad y acelerar el proceso de nacionalización, no tener que rendirle cuentas a nadie y consumar el expolio pretendido para vendérsela a los Gilinski, representante de los árabes, los ancestros de Petro, que se quieren hacer con la propiedad de los mejores activos de Colombia.
No olvidar que, la forma en que la familia Gilinski empezó a aumentar su enorme fortuna, fue comprándole al Estado colombiano, el Banco de Colombia que había sido robado a sus antiguos dueños y vendido en un remate en la Bolsa de Bogotá, de ese entonces. Los Gilinski, después, revendieron el banco y recibieron una cifra astronómica que, frente a la miseria a la que lo habían comprado, al gobierno de turno, significó una enorme utilidad. Una operación larga bastante rentable.
A propósito, el mercado de acciones de la Bolsa de Valores de Colombia, está regalado, a precios de ganga. Los bonos de deuda pública colombianos, están a punto de ser considerados cómo bonos basura. Buen momento para hacer operaciones largas, cómo la compra barata del Grupo Nutresa.
Las universidades colombianas, ya no valen nada y ya apareció el embajador influencer de la China Popular, en el SENA, así como ya había impuesto los Centros Confucio, cabeza de playa para la toma de posesión y control de las juventudes de los países que tienen la desgracia de caer en las garras de esa dictadura comunista. El ICETEX, seguramente, lo acabaron para convertirlo en un banco del Partido Comunista Chino.
Es decir, coincidencialmente, el gobierno de Gustavo Petro se convirtió en un catalizador de la caída de los precios de los activos en Colombia, que ha significado una gran utilidad para los que hicieron operaciones cortas antes de la desgracia de su llegada (la de Petro) que, en este momento, es una gran oportunidad para los que quieran hacer operaciones largas para poder liquidarlas en el futuro, cuando ya no esté más, Gustavo Petro.
Entonces, no es una coincidencia, que el adulto mayor, Álvaro Leyva, esté adelantando conversaciones de promoción de la candidata patrocinada por los Gilinski en los Estados Unidos.
Lo único que les falla en este plan macabro, es que a la economía colombiana, después de la debacle causada por Gustavo Petro, solo la salva y recupera, un gobierno Libertario. Javier Milei, en Argentina, ya lo demostró.
Por: Andrés Villota