La élite política, el establecimiento, los partidos tradicionales, los supuestos defensores de la democracia y el uribismo en cabeza de Álvaro Uribe, se doblegaron muy pronto y muy fácil al poder presidencial de Gustavo Petro.
El llamado a un Acuerdo Nacional basado en la propuesta de un ‘Perdón Social’ como lo llama Petro o ‘Amnistía General’ como bautizó Uribe; alineó a los expresidentes César Gaviria y Álvaro Uribe, al establecimiento político representado en Germán Vargas y a Rodolfo Hernández candidato que lo enfrentó en las elecciones y logró 10 millones de votos ‘antipetro’.
El Acuerdo Nacional, equivalente a un perdón social, se da en el marco del informe de la Comisión de la Verdad, informe sesgado que tiene el efecto de amenaza judicial contra las cabezas del Estado que según la narrativa de la Comisión de la Verdad, tienen responsabilidad política directa e indirecta en la comisión de crímenes durante lo que llamaron el ‘conflicto armado’.
Lo cierto es que todos los políticos que se subieron al Acuerdo Nacional o de Perdón Social de Petro, tienen problemas judiciales y tienen miedo. Uribe y los demás saben como utiliza la izquierda el poder y la rama judicial para perseguir y cobrar venganza contra sus rivales políticos.
Uribe: Le pedí al presidente Petro que me explicara lo del perdón social
– Qué le dijo Petro?
Uribe: 'Le referí mi conversación con el padre De Roux (Donde Uribe propuso Amnistía General) .. también le dije que hay que estimular a los colombianos a que nos quedemos en el país'. pic.twitter.com/5jRdbfsi3E
— Gustavo Rugeles (@GustavoRugeles) June 29, 2022
Gaviria es la síntesis de la corrupción del Partido Liberal. Llegó a la presidencia de la República con los zapatos rotos y salió convertido en un multimillonario coleccionista de arte. Desde entonces su partido y su entorno político ha estado envuelto en cuanto escándalo de corrupción hay en el país pasando desde Odebrecht hasta el cartel de contratación de Centros Poblados.
Germán Vargas representa a la clase política tradicional y a un partido que ya tenía pactos con Petro desde el comienzo de la campaña presidencial. Rodolfo Hernández va a un juicio en la Fiscalía General de la Nación con abudantes pruebas en su contra y el expresidente Uribe enfrenta varios procesos en la Corte Suprema y en la Fiscalía. No solo el caso de supuesta manipulación de testigos preocupa al expresidente Uribe. En la Corte hay expedientes en su contra por su supuesta responsabilidad política en crímenes cometidos por las autodefensas y en los falsos positivos del Ejército.
Hoy Petro no solo tiene las mayorías del Congreso de la República sino que logró neutralizar una posible oposición con un acuerdos de no agresión entre su gobierno y los partidos derrotados. En la reunión que sostituvo con el expresidente Uribe pactaron un diálogo abierto y apoyo a sus propuestas pero no se habló de la entrega del poder en cuatro años, tampoco de garantias en lo que respecta a la separación de poderes, posibles cambios a la Constitución Política y de libertad de prensa ni garantias para quienes sí quieran ejercer la oposición desde la política, el periodismo o la ciudadanía.
Rueda de prenda del expresidente Uribe @AlvaroUribeVel al cierre de su reunión con @petrogustavo
Uribe le pidió que le explicara el 'Perdón Social'. No dio detalles a los periodistas
Dijo que le pidió un canal de diálogo a Petro y que apoyará todo lo que considerere razonable pic.twitter.com/U3tPbSZcfq
— El Expediente (@EIExpedienteCol) June 29, 2022
En campaña se escuchaba el coro del Centro Democrático repetir lugares comunes sobre la amenaza que representaba, en ese momento, una posible llegada de Petro al poder: Salvemos la patria, Ojo con el 22, no queremos ser Venezuela; nos tomó el castro chavismo; con Petro las Farc llegan al poder y otra seríe de consignas buscando cautivar el voto anti petro, el voto de derecha y el electorado que en otros tiempos fue mayoritariamente conservador.
No se habían terminado los boletines informátivos de la Registraduría cuando Rodolfo Hernández y Álvaro Uribe ya reconocían un triunfo de Petro por setecientos mil votos. Ninguno de los interesados pidió un reconteo. Se olvidaron de un día para otro las denuncias contra el registrador Alex Vega, las irregularidades de las elecciones parlamentarias y el maridaje entre la empresa INDRA y el Registrador Nacional. Las advertencias de fraude quedaron despejadas porque la Registraduria hizo la tarea obvia entregar los resultados del preconteo rápido. Las demás sospechas se esfumaron.
En Venezuela el proceso de transición hacia un gobierno totalitario de izquierda fue más lento. Con Chávez y Maduro, la oposición dejó sangre en la lucha por la resistencia democrática, por la defensa de las libertades, por la separación de poderes y de la libertad de prensa. Presos políticos como Leopoldo López y Lorent Saleth perdieron parte de sus vidas tras las rejas por no ceder ante el avance totalitario. En Colombia el ritmo es otro.
Gustavo Petro comienza una presidencia con una fuerza política sin antecedentes. Su estilo de gobierno está inspirado en lo que fue la Presidencia de Juan Manuel Santos: buenas relaciones con el Congreso, los medios y la clase política. En sus ocho años de gobierno esa fuerza se llamó ‘La Unidad Nacional’ y se sostenía por obra y gracia de la chequera presidencial en proyectos destinados a las regiones. El uso del poder para influir manejo de las Cortes y las decisiones judiciales fue otra característica determinante de ese gobierno cuyos funcionarios hoy encabezan el equipo de empalme con el primer y quizá último gobierno electo de manera democrática en Colombia.