Por: Julio César Leal Duque
Resulta que tengo una vecina que dice que no amarra el perro porque tiene un seguro muy bueno, que no importa que muerda a nadie porque el seguro paga. Analizando esa forma de pensar uno diría que quizás es un tema localizado, específico, y no, porque cuando plantee el riesgo y la imposibilidad de moverse libremente de las personas que habitamos la copropiedad, el administrador apoyó a la señora, aún con el riesgo que el perro muerda a un niño, un anciano o cualquiera que camine por la copropiedad. Es más importante que una fiera ande libre que una persona pierda una extremidad o quede desfigurada, porque el seguro paga.
Pues bien, uno creería como dije antes que ese pensamiento es aislado, localizado, específico, y no. Lamentablemente estamos acostumbrados a tener que aguantar los consensos de la gente que excluye el bienestar general, se cruza el límite entre la tontería que no causa daño, a la estupidez que causa un daño irreparable.
Llevando ese pensamiento al tema tributario en Colombia hemos tenido unas estupideces monumentales en los últimos meses. La Ley 2155 de septiembre 14 de 2021 que en el artículo 24 trae un incentivo a la creación de empleos, pero el 30 de diciembre mientras todos estábamos disfrutando la navidad, sancionaron la Ley 2173 de 2021 que hace todo lo contrario, desincentiva el empleo porque le pone un Impuesto en Especie por cada trabajador (cada año hay que sembrar dos arboles por empleado, con todos los caprichos del mundo) esto a partir del 30 de diciembre de 2022 para las empresas medianas y grandes que son las que más empleo generan y además será obligatorio cada año. Es el reparto inequitativo y vergonzoso de las cargas fiscales porque son los beneficiarios de las exenciones en Renta de la Ley 2099 de 2021 los que deberían sembrar los arboles, pero a ellos les dieron la exención y al resto de los empresarios los “clavaron” con la siembra de los arboles.
Ya hemos hablado en artículos anteriores sobre lo absurdo de volver a la tarifa del 35% en Renta (la pérdida de competitividad es mortal), y ahora resulta que el impuesto de Industria y Comercio lo volvieron deducible solo en un 50%, el otro 50% es un impuesto directo que no mide la capacidad contributiva de los contribuyentes porque es sobre los ingresos y no sobre las utilidades, lo volvieron directo sobre los ingresos, supremamente regresivo además que tiene doble tributación sobre los dividendos, sin diferenciar la doble tributación que ya pagó cuando en el ingreso de la sociedad quedó gravada. Además los dividendos están gravados con Renta donde no hay poder humano que les haga entender a los políticos el daño a la inversión que hace la doble tributación. Y ni hablar del impuesto que no tiene ninguna contraprestación y que posiblemente sea el más absurdo de todos los impuestos que no mide la capacidad de pago como es el impuesto que se le paga a las cámaras de comercio cada año, es una vergüenza porque los empresarios después tienen que seguir pagando por todo, no cobran la entra a los edificios porque es mejor no darles más ideas.
Pues bien, el resumen de estas estupideces es que quedamos con una tarifa aproximada de 46.48% entre Renta, Dividendos, ICA entre otros, en las Empresas Medianas y Grandes solo con los directos sobre ingresos y activos, me faltan los indirectos y otros, es posible que la pérdida de competitividad de este año sea peor que lo niveles penosos de 72.1% a los que hemos llegado a nivel mundial. El cálculo lo hice con empresas medianas que para el 2022 están a partir de $5.014.665.804 en Servicios, en Manufactura $7.79.629.980 y en Comercio $16.387.172.784; con el supuesto de 40 empleados.
Conclusión: El reparto de las cargas fiscales en Colombia es como comprar un tigre y soltarlo para que muerda a la gente porque tenemos un seguro muy bueno (los subsidios).