Por: Fernando Álvarez
Se gastaron todo un programa Los Danieles para despotricar de Vicky Dávila por haberse lanzado finalmente a la política con aspiraciones presidenciales. Con sutilezas y sin ellas se fueron lanza en ristre haciendo ver como un pecado la participación en política de la periodista luego de haber hecho parte de la actividad informativa desde varios medios de prensa durante mas de dos décadas.
Con un poco disimulado clasismo de parte de los Danieles Samper, Pizano y Ospina, se justificó ese transito en los casos de Juan Manuel Santos como miembro de la casa periodística de El Tiempo y se citaron honrosos casos como el de Alberto Lleras Camargo y Luis Carlos Galán Sarmiento, todo para menoscabar de alguna manera la imagen y la decisión de Vicky de tirarse al ruedo a enfrentar las posibilidades de que la izquierda repita en Colombia.
Se les olvidó olímpicamente que ellos participan en política a su manera y que, aunque no aspiran personalmente siempre aspiran a poner candidato. Es algo así como lo que ocurría con los Carteles de la droga en los años 80 y 90 en Colombia. Mientras el jefe del Cartel de Medellín quería ser presidente, el jefe del Cartel de Cali quería poner presidente.
Pero ambos participaban activamente en política. Porque más allá de hipocresías o comportamientos de doble moral en política se participa siempre y sobre todo desde los escenarios del poder y la prensa a pesar de todo sigue siendo el cuarto poder. Eso es casi una perogrullada para los que aspiran a tener el poder político y para los que aspiran a poner el poder político.
Tamaño descaro llevó a Daniel Samper Pizano a afirmar que el creía que lo de su hermano Ernesto, cuando el Cartel de Cali lo puso presidente, fue a sus espaldas. Cierto cinismo debe existir para afirmar lo que ya nadie cree sobre el elefante del 8.000 y sobre le mogollón de trapisondas que tuvo que hacer el presidente Ernesto Samper para hacer creer a la opinión que la comisión de absoluciones creyó que él actuó de ganchociego.
Y no podía ser mas cínico el ejercicio si estaban sentados en el encuentro virtual de su portal dos de los Danieles que recurrieron a los dineros de Cesar Villegas Arciniegas, alias “El Bandi”, testaferro del Cartel de Cali, para montar sus medios de comunicación. Daniel Samper Pizano, quien contactó en España a “El Bandi”, cuando su hermano Ernesto era embajador en Madrid, para que financiara la Revista Cambio 16, versión Colombia, como lo contó Semana en un confidencial en su momento, y Daniel Coronell Castañeda, quien sí logró finalmente que Noticias Uno de NTC fuera financiado con los dineros del Cartel de Cali que manejaba su testaferro “El Bandi” Villegas.
Aparte de conseguir también que el montaje de su noticiero y sus equipos corrieran por cuenta de Pastor Perafán, el narcotraficante extraditado que aún purga su condena en Estados Unidos y extrañamente aún prefiere guardar silencio al respecto.
Hablaron de lo divino y lo humano para tratar de deslegitimar la candidatura de Vicky, olvidando que ellos siempre han participado en política y toda la vida han hecho activismo, solo que para los periodistas políticamente correctos es válido si se trata de hacerlo contra Alvaro Uribe Vélez.
Samper fue galanista y obviamente samperista. Coronell fue gavirista y luego nohemisista. Ambos apoyaron a Juan Manuel Santos en su conejo al plebiscito y en su conejo al premio Nobel de paz por un proceso de paz con una guerrilla que luego le hizo conejo a los colombianos, ahora disfrazada de disidencias y Marquetalias.
Siempre han hecho política, pero siempre en las filas del antiuribismo, por lo que para ellos eso si vale. Y rematan Los Danieles con la columna de María Jimena Duzan, que es miembro, o ¿miembra?, ad honoren de esta cofradía en la que sin ningún rubor habla de que Vicky se quitó la careta de periodista por fin, para demeritar su labor y ejercicio profesional por cuenta de que es contraía a sus simpatías políticas.
La misma María Jimena Duzan que ha apoyado al M19 desde las épocas de “El Flaco” y que sin tapujos apoyó a Gustavo Petro a la presidencia, aquella que con “careta de periodista” aceptó ser cónsul en Barcelona, descalifica ahora a Vicky por aspirar a la presidencia y se atreve a insinuar que su candidatura estaba cocinada y fríamente calculada.
Como si eso demeritara la calidad periodística o política. Habla de que las encuestas son prefabricadas por Gabriel Gilinski, uno de los dueños de Semana que no compartía ni la orientación ideológica de la Duzan, ni la idea de que la revista fuera una trinchera de izquierda.
En todo caso como no hay cuña que mas apriete las peores criticas vienen de una mujer que sabe perfectamente que en política las decisiones no se toman en caliente y que cuesta un proceso decidir después de reflexionar, ya que nadie excepto los aristócratas nacen con la vocación política en su equipaje.
Pero lo cierto es que Vicky es una periodista que se ha hecho a pulso y eso ha despertado también envidias a lo largo de su carrera, entre otras cosas porque además de talentosa es bonita y las cámaras le sonríen casi siempre. Pero la principal andanada de los periodistas afectos a la izquierda contra Vicky es porque ella es taquillera y esa suerte no la tienen los mamertos tan fácilmente. Vicky Davila sabe cantar la tabla aunque no se sepa todas las tablas de multiplicar votos.
Sabe pararse en las tablas de cualquier escenario porque tiene actitud escénica y eso asusta a los que les cuesta adquirir carisma e imagen pública. Les gusta a los colombianos por frentera y por arrojada y les genera confianza porque denuncia la corrupción sea de la orilla ideológica que sea. Y si ladran los Danieles, y sus danielas, es porque Vicky ha comenzado a cabalgar con pie derecho.