Por: TC (R) Gustavo Roa
En lo recorrido de esta pesadilla gubernamental, autodenominada por su creador como el “gobierno del cambio”, algunos intuíamos que las promesas de concordia y entendimiento durante la campaña electoral eran solo la cuota inicial de la gran mentira, otros fanáticos, en cambio, defendían hasta los “tuétanos” el proyecto gubernamental construido sobre la mentira, la retaliación y la venganza. Estos últimos, no percibieron el siniestro cambio que se venía, finalmente lo eligieron y cayeron ingenuamente en este profundo desacierto.
El actual gobierno, no solo ha tratado de destruir y arrasar la institucionalidad del Estado, al considerar que todo lo construido a lo largo de años de democracia, es errático, malo y perverso, preparando de esta manera, la voluntad de los incautos seguidores, para crear un modelo típicamente, de extremo socialismo, arrasando y desprestigiando lo construido, a través de la manipulación ideológica de los adjetivos calificativos, para referirse a aquellos, que han violentado la ley y la Constitución nacional, y han sembrado narco tráfico y violencia, en el territorio nacional.
Surge, durante el gobierno de Santos, el mendaz acuerdo con las Farc, y de este, se crea la Justicia Especial para la Paz JEP, organización sui géneris, creada con el auspicio de la oligarquía comunista transnacional, con el fin de minimizar el delito de las Farc y rendir culto a la infamia, en contra de los sectores políticos ideológicamente opuestos, como también a las fuerzas de seguridad del Estado, que defendieron la institucionalidad, fomentando, tergiversando y estimulando, la impunidad de los extremistas, afectando de esta manera a las víctimas del conflicto, como supuestas, primeras beneficiadas, con esta justicia.
Ha sido tal, la desaforada animadversión de las organizaciones con influencia ideológica de izquierda, para desarrollar estratagemas, en contra de los antiguos defensores del estado de derecho, que la izquierda ha propuesto, la práctica de un juego sucio y perverso. Conocemos el oscuro propósito, sobre el posible ingreso de un paramilitar, genocida, terrorista y narcotraficante, para vincularlo con un “estatus” similar al de un militar colombiano”, no para juzgarlo con la severidad, que se acostumbra a juzgar a los militares, sino para que se convierta en un “bota fuego”, de mentiras, falacias y montajes, en contra de algunos de los antiguos integrante del Ejército, que combatieron a los grupos terroristas, dentro de preceptos legales, como ocurre con la infame persecución al General Jesús Armando Arias Cabrales, insigne militar y patriota.
Es bueno aclarar que, ante la evidente participación de militares, vinculados con crímenes durante el conflicto, no había necesidad de recurrir a este tipo de estratagemas, para que estos casos aislados, donde participaron militares, traicionando los principios institucionales, fueran sancionados, con toda la severidad que la ley, exige.
Pero llegar hasta este punto de bajeza moral, de aliarse con antiguos adversarios de los terroristas de izquierda, para aplastar jurídicamente, a un enemigo en común, como son las fuerzas de seguridad, es una actitud inmoral, me refiero solo a aquellos militares probos, que defendieron la Constitución, de manera clara y transparente, a costa de sus propias vidas.
Esta dinámica del engaño, la perversión y la manipulación mental, de la población, nos permite descubrir a diario, cuándo leemos, vemos y escuchamos, los medios de comunicación, cómo periodistas, entrevistados y otras voces de la oligarquía comunista, le dan un tratamiento de equivalencia, a las Fuerzas Militares y a los grupos terroristas, a través de cambios léxico-semánticos, en el uso de palabras claves.
Esto ocurre con frecuencia, durante las noticias, entrevistas, manifestaciones públicas, intervenciones en escenarios internacionales y disertaciones, incluso propiciados por altos miembros del gobierno. Esta intención perversa, ha querido cambiar el término terrorista, por el de rebelde, cuyo significado y accionar, es diametral y éticamente opuesto.
La anterior es otra de las reconocidas estratagemas de la izquierda, para equiparar el control y el orden, con el desorden y la violencia.
La nueva izquierda utiliza la estratagema de las «palabras talismanes», para confundir al auditorio y evadir ante la justicia los adjetivos calificativos correctos, en la adecuada denominación de las acciones y los hechos de los grupos de extrema izquierda.
Hagamos entonces claridad en la dialéctica sobre algunos ejemplos de este engaño populista.
1.Los terroristas no son combatientes, son, terroristas!
- No hay comandantes en los grupos al margen de la ley, hay cabecillas.
- No realizan operaciones militares, realizan actos terroristas.
- No son guerrilleros, son grupos terroristas y narcotraficantes.
- No retienen personas, las secuestran.
- No piden recursos de sostenimiento, extorsionan a las víctimas.
- No hacen tomas a pueblos, los asaltan y destruyen.
- No hacen retenes en carreteras, asaltan, secuestran y asesinan ciudadanos.
- No negocian con el gobierno, lo chantajean y en ocasiones se confabulan para engañar a la sociedad.
- No quieren la paz, solo tomarse el poder, para saquear las arcas de la nación y esclavizar ideológica y económicamente a la población.
11.No son el ejército del pueblo, son un grupo de criminales, que atemorizan, engañan y amenazan a la sociedad, a la que dicen defender.
12. No hacen campañas políticas, estos sujetos en cambio amenazan, boletean y asesinan, a quienes piensan diferente a los objetivos de la «revolución comunista».
Colombianos, no nos dejemos engañar, es bueno conocer, de una vez por todas esta siniestra práctica, que se ha vuelto común.
Debemos luchar a toda costa, contra la ignorancia ideológica, aquella que les permite a los antisociales, navegar en aguas tranquilas con una dialéctica victimizante y a sus anchas.
Toda Colombia debe conocer, esta sórdida estrategia, de la manipulación en el significado de las palabras, pero especialmente las nuevas generaciones. Desde los colegios, universidades, centros de formación, familias, vecinos, recursos de comunicación como las redes sociales, los jóvenes deben enterarse y entender que toda Colombia está siendo engañada, por un puñado de antisociales, que llegarán hasta las últimas consecuencias, con tal de lograr sus pérfidos objetivos.