Por: José Miguel Santamaría Uribe
Durante muchísimos años la humanidad recibía la información y su conocimiento de los medios de comunicación tradicionales, la prensa escrita, así fuera y se declarara afín a un partido político y atacara a sus oponentes ideológicos, cuando de noticias se trataba, las relataba con veracidad. Hoy todo cambió.
La llegada del Internet cambió totalmente el panorama. No sólo las redes sociales si no todo el esquema ha generado que una persona en cualquier lugar del mundo pueda recibir la misma información sin distingo de clases sociales, raza o religión. Esto le quito muchísimo mercado a los medios tradicionales, perdieron trascendencia. Sus ingresos se diezmaron y los números como negocio para sus accionistas dejaron de ser interesantes. Los accionistas con tradición periodística terminaron saliendo y estos medios quedaron en manos de los grupos económicos por conveniencia y mirados como un negocio que debe ser rentable. Su valor es el EBIDTA.
Entonces la rentabilidad o los ingresos del medio para ser viable empieza a depender de muchos factores, muchos de estos ajenos a su función principal de informar verazmente y de tener la “chiva”, la noticia del día, primero. Aparecieron entonces los publirreportajes, que es simplemente publicidad con cara de artículo de opinión, estos divididos en dos grupos, los que los titulan como tales y los que pasan desapercibidos sin que se le cuente al incauto espectador.
La integración vertical también golpeó inmensamente la credibilidad en estos medios, ya que independiente de no ser rentables, individualmente lo pueden ser dentro de una cadena de valor, dentro de su organización, así la propaganda cruzada, que conlleva devolución de favores, termina siendo un aporte mayor a la subjetividad de su contenido.
También se ha vuelto una constante la creación de ídolos de barro que llevan al estrellato de un momento a otro donde es muy complicado saber si verdaderamente nace un nuevo liderazgo o es un títere más del conglomerado que le servirá en el futuro para sus negocios. Hoy en día las «fake news» pululan por todas partes. Tal vez la diferencia radica en cuál es su fin. Todos debemos hoy revisar muchas fuentes para llegar a una relativa verdad.
Es relevante también hablar de los grandes mesías, los que donan recursos a determinados medios sin querer nada a cambio. La realidad es que todos tienen una agenda clara. Debería ser obligatorio para estos decirle a sus oyentes y lectores cuánto y quiénes son estos personajes y cuáles son sus intenciones.
Como ven no se puede creer todo, ni nada de todo lo que vemos en el caudal de información que nos llega. Afortunadamente sigue habiendo medios independientes para rescatar. Búsquenlos. Revisen que no tengan agenda oculta y háganlos su vía o camino para las noticias. Ah, también hágales seguimiento. En cualquier momento le venden el alma al diablo.
De golpe después de esta columna no me vuelven a invitar a escribir en algunos medios donde lo hago. Miraremos por donde difundir lo que pienso.