El 17 de abril de 2012 el gobierno nacional aprobó un ambicioso proyecto entre la Fuerza Aérea y la empresa Sequoia Space (Sequoia Tecnologies S.A.S para la construcción de un nanosatélite de observación que sería utilizado para monitoreo de operaciones y cuidado de fronteras, entre otros usos, según la página oficial de las Fuerzas Militares. Fue el propio presidente Juan Manuel Santos quien llevó a Iván Luna, gerente comercial de la firma al comando de la FAC y desde entonces son frecuentes proveedores de las Fuerzas Militares, sus mejores clientes en materia de monitoreo y analítica avanzada a través de imágenes satelitales de la tierra.
El nombre de la misma compañía Sequoia Space volvió a aparecer en la agenda noticiosa pero ésta vez no por sus destacados logros en materia científica, campo en el que tienen gran reconocimiento, sino por su experticia para monitorear la actividad en Twitter y comunicaciones privadas de whatsapp de un grupo de ciudadanos de una tendencia política en este caso uribistas. Fue esta misma compañía la que aportó información y analizó los números de teléfono, mensajes, publicaciones y comunicaciones privadas de mas de ochenta personas y que sirvieron para construir un artículo que fue publicado en distintos medios como El Espectador con el título ‘En las entrañas de una ‘bodeguita’ uribista’ y bajo la firma anónima de La Liga contra el Silencio, una agremiación de medios, todos con muy clara línea editorial, y financiados por cooperación internacional específicamente por el fondo Sueco Noruego de Cooperación con la sociedad civil colombiana FOS, por el Reino de los Países Bajos y promovidos por la Fundación para la Libertad de Prensa FLIP.
¿Qué hace una empresa contratista de las Fuerzas Militares experta en monitoreo avanzado espiando la actividad publicada y privada de un grupo de ciudadanos cuyas opiniones son incomodas? ¿La FLIP apoya la estigmatización e intento de censura a estas personas que también ejercen como columnistas de opinión de distintos medios?
Para nadie es un secreto que el internet y las redes sociales cambiaron el modelo de comunicación en el mundo y los grandes medios emisarios de poderes políticos y económicos terminaron arrinconados por esa realidad. De no ser por las redes sociales alimentadas por ciudadanos de carne y hueso, la libre circulación de información y el esfuerzo de medios de comunicación emergentes, todos nativos en internet, la gran mayoría de episodios de corrupción en las altas esferas del poder del que forman parte los medios de comunicación no se conocerían y reinaría el silencio.