Por: Andrés Villota
Según el Financial Times, el grupo terrorista Dark Side, emitió un comunicado dirigido a la opinión pública norteamericana, aclarando que ellos solo querían ganarse un poco de dinero extorsionando a los administradores del oleoducto Colonial hackeando el sistema operativo pero que no querían afectar a la población con las consecuencias de sus actos criminales. Ese grupo exigió el pago del equivalente a USD$5’000.000 en cryptomonedas para entregar a cambio los códigos que permitieran desbloquear el sistema. La falta de gasolina, trajo como lógica consecuencia la parálisis del trasporte de materias primas y productos básicos que generaron desabastecimiento y movimientos inflacionarios en gran parte del sur este de los Estados Unidos.
A esa situación se le suma que desde hace 6 meses no para la emisión primaria de dinero que le encanta a Joe Biden y a los militantes del partido Demócrata que votaron por él porque les asegura tener ingresos sin necesidad de trabajar. Lo suyo. Parasitismo social puro. Por eso se creen más inteligentes, seres superiores en términos intelectuales. Los demócratas vivos que viven de los republicanos bobos. La economía no importa, la prioridad debe ser la lucha contra el racismo, los estudios de género, el cambio climático, el aborto y promover la Teoría Crítica de la Raza. De trabajar y producir, más bien poco.
Ha llegado a tal nivel de fundamentalismo e irracionalidad las políticas de Biden que, en nombre del racismo, segregaron a los campesinos blancos y los excluyeron de darles ayudas federales. William Griesbach, un juez de Wisconsin, tuvo que parar semejante atrocidad que atropella la equidad y la inclusión que debe primar al momento de formular una política pública. Con disertaciones vacías sobre esos temas, Biden espera recuperar la economía y poner a los Estados Unidos a la vanguardia de la economía mundial. Está tan desconectado de la dinámica económica, la marioneta de los Obama, que en la reunión del G7 en el Reino Unido dijo sin ningún pudor que él había restablecido la credibilidad de los Estados Unidos.
El mercado local está inundado de dólares después de las múltiples recompras que ha hecho la Reserva Federal de sus títulos de deuda. Hay tantos dólares que las tasas de interés de corto plazo son negativas y los precios de la gasolina, la comida, los muebles, la ropa, los tiquetes aéreos, los electrodomésticos y la madera, no paran de subir. La gente no quiere trabajar porque les abonan cumplidamente un ingreso mínimo vital sin necesidad de abandonar la comodidad de su cama, lo que aumentó la tasa de desempleo a niveles cercanos a la época de la cuarentena. Ni el dinero ofrecido por las empresas para motivar a la gente joven para que trabaje, ha logrado convencerlos.
El entorno productivo estadounidense no es el mejor por la seria afectación a la seguridad y a la convivencia desde que los mandatarios locales del partido demócrata desaparecieron a la policía quitándole los fondos necesarios para su funcionamiento. Los homicidios aumentaron de manera exponencial, los militantes de BLM son extorsionistas de alto vuelo que siembran el terror entre los pequeños empresarios a los que les imponen cuotas raciales en su nómina a cambio de no destruirles sus negocios, los ciudadanos se están armando adquiriendo verdaderos arsenales caseros y, hasta en las ciudades y pueblos más seguros, aumentaron los accidentes de tránsito porque ya no hay policía que ordene el tráfico. Solo hasta después del 6 de enero del 2021, por ejemplo, la alcaldesa demócrata de Washington DC autorizó la presencia del Ejército y ordenó que se convirtiera a la ciudad en un campo de concentración con cercas y alambradas para poder proteger a sus copartidarios.
Ante el éxodo masivo de las ciudades donde hoy impera el hampa, la desolación y la destrucción promovida desde la misma institucionalidad por congresistas y alcaldes demócratas que creyeron ser muy populares favoreciendo los intereses de una minoría de psicópatas y de las organizaciones criminales, son los mismos que hoy lloran porque llevaron a la quiebra a sus ciudades o sepultaron sus pretensiones políticas futuras.
Bill De Blasio alcalde de Nueva York, anunció que le iba a asignar más de $100 millones de dólares a la policía en un intento desesperado por contener la salida de los más ricos de la ciudad con sus capitales, los mismos que según los dogmas del partido Demócrata, tienen que mantener al resto de la población con el pago de sus impuestos. Un intento inútil porque esas migraciones internas se tornan irreversibles. ¿O qué persona medianamente cuerda volvería a una ciudad en donde el mismo alcalde promovía y patrocinaba los actos terroristas que la destruyeron y acabaron con la confianza inversionista de sus habitantes?. Nueva York cierra un ciclo de crecimiento, bienestar y seguridad para entrar en un periodo de franca decadencia de la mano del alcalde De Blasio. Ni una cumbre mundial sobre la Teoría Crítica de la Raza puede salvar a Nueva York de su colapso.
En el que parece ser un guión escrito por el mismo autor, la vorágine de terror y violencia que llevó a Joe Biden a la Casa Blanca es la misma vorágine de terror y violencia que quiere llevar a Gustavo Petro a la Casa de Nariño. Las consecuencias que se viven hoy en los Estados Unidos son las mismas consecuencias económicas desastrosas que traería la llegada de Gustavo Petro al poder. El plan colombiano es una fotocopia del estadounidense.
Publicación del resultado de una encuesta que daba como amplio ganador a Biden y a Petro. Un motivo sintético para justificar las revueltas. Actos salvajes ejecutados por trogloditas que pretenden desafiar y provocar a la fuerza pública. Desde la institucionalidad, congresistas y políticos apoyando y financiando a grupos terroristas urbanos, y acusando, insultando y agrediendo a la policía. Participación de extranjeros, de grupos paramilitares y de terroristas llevados a las cabeceras municipales desde otros lugares del país. Medios de comunicación tradicionales calificando de pacificas, marchas en las que asesinan a policías y niños.
Oenegés inescrupulosas con marcado sesgo ideológico persiguiendo y condenado a la acción de la fuerza pública. Mandatarios locales dejando a la población civil a merced de asesinos al prohibir, expresamente, la acción de la policía. Profesores promoviendo la participación de sus alumnos en las revueltas violentas, esperando que sean heridos o asesinados para poder acusar al gobierno legítimo, elegido de manera democrática, de dictadura y de “gobierno asesino”, y exigir su renuncia. Como no renunció el presidente Donald Trump ni el presidente Iván Duque, el Plan B es hacer un fraude electoral. En Estados Unidos ya lo hicieron. Preparémonos para el Plan B en Colombia. Ojo con el 22.
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El resultado de la auditoria forense de las elecciones en el Estado de Arizona lleva a la descertificación de la elección de Joe Biden en ese Estado. Las elecciones presidenciales del 2020 van a ser sometidas a una auditoría forense en los otros 49 Estados. Por eso han llegado delegaciones de varios Estados a Arizona para poder realizar el mismo proceso en sus Estados. El presidente Donald Trump nunca concedió el triunfo a Biden, por lo que puede impugnar el resultado de la elección general. La permanencia de Joe Biden en la Casa Blanca, cada vez es más incierta.
