La Duzán se suma a “correr la línea ética”

Por: Fernando Álvarez

Convencida de que el triunfo de su candidato a la presidencia le otorga una tarima legítima para su venganza, la opinadora, María Jimena Duzán, se fue lanza en ristre contra su antigua casa periodística, la revista Semana, contra su nuevo dueño Gabriel Guilinski y de paso contra su directora Vicky Dávila, a quien deja como un títere de un proyecto propagandístico para que un empresario agrande su emporio económico. La viudez de poder de quien fuera parte de la cofradía mamerta que se empotró en la revista durante más de una década ya la había expresado Daniel Coronell Castañeda, cuando, palabras más palabras menos, decía que Guilliski intentaba montar una especie de Fox News, el periódico de extrema derecha norteamericano, para tratar de pintarlo como un facho y así esconder la verdadera razón por la que lo echaron de Semana.

El periodista dueño de Noticias Uno, gracias al narcotráfico, cayó en desgracia con Guilinski por el manejo monotemático en que terminó, dada su exacerbada militancia antiuribista, lo cual para muchos anunciantes resultaba insoportable, al tiempo que la poca objetividad que exhibía este periodismo se veía reflejado en baja en las ventas y cancelación de suscripciones. Guilisnki había comprado un medio con prestigio y sentía que con este enfoque comenzaba a perderlo. La columnista María Jimena Duzán siempre hizo causa común con el decadente periodista socio de Pastor Perafán y del Bandi, César Villegas. Hoy atrincherada en Cambio, decidió graduar a Gabriel Guilinski como el verdadero jefe de la oposición al gobierno de Petro, con el ánimo expreso de generar animadversión hacia el nuevo dueño de la revista que la mandó con su música a otra parte.

Con evidentes bajos instintos y pobres recursos como el de tratar de mostrar supuestas infidencias del negocio para intentar demeritar el medio, destila en su pluma la amargura por haber perdido su trono de columnista eje de la horda izquierdista cuando casi vuelven a Semana una tribuna del Socialismo del Siglo XXI. Y sin ocultar su resentimiento social se refiere al dueño de Semana como el “millonario de 35 años”. Dice en su escrito panfletario que Guilinski se volvió poderoso por haber apoyado al presidente saliente Iván Duque y que esa fue su estrategia para poder comprar el grupo Nutresa, como si alguien creyera que esta acaudalada familia financiera necesitara poder para negociar cuando la verdad es que son sus exitosos negocios los que le han dado el poder.

La revanchista postura de María Jimena Duzán poco afecta a Guilinski. Es un hombre de negocios que sabe dónde ponen las garzas y lo último que se le ocurriría para ampliar sus utilidades es caer en la guerra sucia. Y una letra más o una menos sobre su actuar no interfiere en sus cifras y balances que están montados en leyes de oferta y demanda y el sentido de oportunidad financiera. Es un empresario que a diferencia de otros dueños de medios se goza el periodismo, solo que no disfruta de la manera como lo ejercen estos mal llamados periodistas que justifican el fin con los medios que utilizó Sebastián Guanumen para eliminar a los contradictores de Petro divulgados precisamente por Semana. Petrovideos cuya revelación solo es comparable a la de los narcocasetes que dieron origen a lo que se conoció como el proceso 8.000 y que concentraron al periodismo entero durante el gobierno de Ernesto Samper.

Intentar quitarle méritos a esta revelación periodística es haber caído muy bajo, es estar muy ardido con Semana y con Vicky Dávila a quien de alguna manera pone en la mira de los calumniadores al insinuar que es una especie de mercenaria contratada para hacerle la guerra al presidente electo Gustavo Petro. Sugerencia que equivale a aceptar que la Duzán es una mercenaria de las FARC, como lo afirman sus detractores o las víctimas de su injuriosa pluma. María Jimena pertenece a esa categoría de columnistas que se identifican con el sórdido estratega de la campaña de Petro porque hace rato pertenecen a ese tipo de comunicadores cuya máxima es “calumniar, calumniar, que de la calumnia algo queda”.

Antes de Semana Gabriel Guilinski ya era rico y cuando compró la revista tenía claro que le interesaba como negocio y hoy las cifras lo reflejan. Es un gomoso del mundo digital y su apuesta es ser el rey del periodismo en las redes. Y tal como afirmaban los mamertos de la época en que nació Semana de Felipe López y después la historia les dio un mentís, los mamertos de esta época denigran del talento periodístico de su nuevo dueño. Por su parte Vicky Dávila es una periodista revelación que por donde ha pasado ha dejado huella. Es buena en televisión y sabe que la información es un poder. Ella no requiere trucos para haberse convertido en un verdadero fenómeno de la comunicación. Tiene criterio propio y eso no le gusta a los que actúan en bloque para constituirse en poder.

Lo que deja ver esta columna difamatoria y denigrante, además de canibalesca es que María Jimena pretende hacer méritos para que el gobierno de Petro la tenga en cuenta. Ella tiene algo de Roy Barreras ya que en su momento también escribió un libro con odas al expresidente Alvaro Uribe, cuando la favorabilidad del público no le estaba a sus espaldas. En otras palabras, la conducta de la Duzán parece una vil lagartada que la lleva incluso a voltear la torta respecto de las actuaciones tramposas de Guanumen, a tal punto que no defiende la labor periodística de Vicky o de Semana con los videos reveladores sino que le hace coro a la peregrina idea de que se trató de una infiltración. Como el que acusa al que descubre el delito por haberlo sorprendido infraganti.

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