Por: Julián Quintana
Claudia López no ha tenido la capacidad de darle solución a los problemas más sensibles que azotan a la ciudad, la inseguridad es uno de los temas más preocupantes, los índices de delincuencia están disparados, ha sido una antítesis de lo que prometió.
Recordemos que dijo en campaña que si la elegían alcaldesa, Bogotá sería una ciudad sin miedo, argumentaba que la capital llevaba 12 años sin jefe de policía, y que ella sería la comandante que haría temblar a los delincuentes, que iba a sellar las ollas de narcotráfico, que duplicaría a los fiscales e investigadores, como también implementaría tecnología para la prevención y persecución de los delitos.
Pero hoy la realidad es otra, ninguna de esas promesas han sido cumplidas, por el contrario los criminales roban y asesinan a sus anchas y están fortalecidos como nunca, y lo más preocupante es que Claudia López no asume sus responsabilidades como alcaldesa, siempre busca un culpable que excuse su pobre gestión. Afirmó sin sonrojarse –a sabiendas de que la Constitución le asigna esta responsabilidad-, que el jefe de la policía es el presidente Duque y que la seguridad es problema de él ¿Entonces para qué la eligieron?
La verdad es que resulta muy alarmante la inseguridad en Bogotá, pocos se sienten tranquilos. Según la reciente encuesta de percepción y victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá, el 76% de los encuestados consideran que la ciudad es insegura, siendo esta cifra la peor de los últimos 5 años, sin embargo, Claudia López insiste en que es un problema de percepción, pero los hechos dicen todo lo contrario, pues la capital está catalogada como la ciudad más violenta de Colombia.
En su primer año de mandato se cometieron 1.030 asesinatos, y se triplicaron las bandas delincuenciales. Lo cierto es que en la administración de López los criminales se mueven como pez en el agua. Cómo puede pretender mostrar como simple percepción, el asesinato a sangre fría del guarda de seguridad William Pérez de 43 años de edad, quien era padre de 3 hijos, solo por robarle su morral, en el que llevaba su almuerzo y uniforme.
¿La alcaldesa no se enteró que en el Barrio Marsella asesinaron a Samuel Sáenz Castillo? Un sicario entró a su panadería, sacó un revolver y le disparó en repetidas ocasiones sin contemplación alguna. Sus vecinos lo describían como un hombre amable y trabajador. Este atroz asesinato -que según la Policía pudo tratarse de una retaliación por negarse a pagar una extorsión- dejó a 4 niños sin su padre.
La misma suerte tuvo hace poco un comerciante en el Barrio Villa del Río, fue asesinado por un sicario, mientras abría la puerta de su casa. Y bajo la misma modalidad criminal, fue acribillado Ricardo Flores Payares de 39 años, lo mataron delante de su esposa, cuando se disponía a guardar su carro, esto sucedió en el barrio Bravo Páez.
Enserio ¿A esto le llama un problema de percepción? La Alcaldesa debe dejar de mentir, corregir sus errores, trazar un plan de gobierno serio y coherente, dejar de pelear con la policía y el presidente, trabajar articuladamente con todas las autoridades, asumir sus responsabilidades. Desarrollar un programa de política criminal que logre combatir la delincuencia. Pues hoy los bogotanos y sus millones de visitantes, están a merced de los maleantes y reclaman soluciones inmediatas.
Es una mandataria que está muy lejos de la realidad, ajena a brindar soluciones satisfactorias, ante esta grave situación. No es coherente que al parecer se preocupe más por su imagen, que por los miles de ciudadanos que día a día están asesinando en sus narices, hay que recapacitar, los cuantiosos contratos de publicidad no van a mejorar la seguridad.
Asombra la poco humildad de la alcaldesa, quien no es coherente con sus acciones, predica pero no aplica. Recordemos que amenazó con fuertes sanciones a quienes violaran los protocolos a raíz de la pandemia, y fue una de las primeras que los incumplió. Habla del respeto y el dialogo, pero grita y humilla a sus empleados. Defiende la libertad de prensa, pero maltrata a los periodistas cuando le hacen preguntas incomodas, no le gusta que cuestionen sus malas decisiones, como la de irse de vacaciones en plena pandemia.
Dice respetar la protesta social, pero ordena al ESMAD reprimir las manifestaciones legitimas de los pequeños y medianos empresario, que se quebraron por ocasión a la pandemia. y si hay resultados catastróficos, como heridos o muertos, sale culpar a la Policía a pesar de que la Alcaldía es quien da la orden, tal como lo sostuvo recientemente el Comandante de la Policía de Bogotá General Oscar Gómez.
Protege a los vándalos y los gradúa de ciudadanos incomprendidos, justificando los daños que causan a los bienes públicos y privados. Sostiene que respeta a la policía, pero constantemente los maltrata, si bien en cierto, las manzanas podridas deben responder ante las autoridades, se deben respetar las instituciones.
La verdad es que Bogotá va muy mal, y con tendencia a empeorar, ojala la alcaldesa reflexione, por el bien de los bogotanos, es tiempo de mejorar y corregir nunca es tarde.