Por: Roberto Trobajo
Nunca escribo de políticos que no conozco y hablo de líderes tras haber conversado con ellos –viendo si miran a los ojos- sintiéndoles sus energías, solo así digo lo que pienso de quienes dirigen personas.
Hasta que no conocí a Fico, hablamos, estreché su mano, y nos dimos abrazos de hermandad sincera, fue que tome la decisión de escribir sobre él… quien cada vez me convence más de que es el presidente de la gente, el que necesitamos, para que a los colombianos nos vaya todo lo bien que merecemos.
Quienes me conocen saben lo que pienso de los aduladores (devienen traicioneros) y de lo detestables que me resultan los lambones, lagartos, corbateros politiqueros, por sus malas mañas. Hay amigos que los soportan, dizque no parándoles bolas, pero jamás puedo aguantarme a esos especímenes.
Tengo mucho respeto a quienes me leen, muchísimo agradecimiento, y más aún: siento una gran responsabilidad al opinar porque no soportaría el perder la credibilidad de la gente buena que valora mis opiniones, y máxime cuando comparten las ideas que expreso.
Sobradas razones para tomarme el tiempo para decidir escribir, hablarles, de Fico: un gran colombiano, político de los buenos –tan escasos- y sobre todo veo, siento, que es un ser humano de los que viven para los demás, empático, con natural don de gente.
En Fico no hay Ego. Es sencillo, humilde, integrador, sumador para multiplicar, un tipo que sabe unir voluntades en pos del bienestar de todos.
Le envidio su inteligencia emocional, es que para mí es muy difícil evitar ser volátil cuando detractores atacan, pero Fico puede porque se autocontrola y canaliza sus fuerzas al contestar provocaciones de esos que agreden por carecer de argumentos propositivos. No sé si siempre Fico fue así, pero es un tipo fraguado para lidiar y ganar.
Se va ganando la aceptación de la gente, creo que por su tacto y mesura, transparente voluntad de querer unir a los colombianos de bien, a quienes nos duele Colombia y sabemos que tenemos que mejorar nuestro país, construyendo sobre lo construido, hasta lograr que esta gran casa llegue a ser la que anhelamos ¡todos!
Fico odia los discursos de odios, rechaza contundente a corruptos, y no tiene rabo de paja que se le pueda encender y quemarlo. Nadie puede apagar a quien brilla con luz propia, clara.
Aunque todavía pienso que en política casi nadie es amigo y abundan los que hacen contubernios para atacar a enemigos comunes…
Empero, viendo a Fico, voy entendiendo que él es la excepción de esa jodida forma de hacer política. ¿Por qué? Fico une, jala a líderes y personalidades que aportan; de ahí que tanta gente se una a su campaña contra la corrupción, el crecimiento económico del país, fortalecerse la seguridad y acabar con desigualdades.
De ahí que tantos buenos, como Rodrigo Lara Sánchez –indiscutible vicepresidente de alta valía- y Mario Hernández –empresario muy humanista- hayan decidido unirse a un Fico consagrado al bienestar de los colombianos.
Otro de los que decidió sumarse a Fico, soy yo, incondicional, dispuesto a apoyar más después de que se gane la presidencia y cuando tocará lo más duro, echar a andar sin descansos para superar crisis y llegar muy lejos –alto- por todos, por el bien de todos.
Fico es de brazos abiertos, abrazando, a quienes quieran lograr una Colombia prospera, donde quepamos sin distinciones y desterrando odios.
Basta con echarle un vistazo a su programa con las propuestas del país que nos invita a construir…y comparen con su actuar: como concejal mucho aportó, de alcalde logró una Medellín mejor, garantías de que liderando a Colombia iremos mejor. Fico, es el que es.