Por: Andrés Villota
Un rasgo común en las directrices del Nuevo Orden (Neuordnung), es mantener a la sociedad en un permanente estado de crisis, terror y desgracia para poder justificar una falsa intervención del Estado que, supuestamente, solucione los problemas derivados de la situación fabricada de manera artificial.
Si revisan en toda la historia de las Crisis de Confianza, incluida la reciente del COVID19, todas han sido intangibles y artificiales. La pandemia no causó la crisis económica, la causaron los gobernantes que le prohibieron a los ciudadanos salir de sus casas y, por ende, trabajar y producir.
El New Deal, creación macabra de John Maynard Keynes, por encargo del nacional socialista obrero estadounidense, Franklin Delano Roosevelt, que llevó al socialismo a los Estados Unidos con apariencia de solución, anuló la iniciativa privada, dejando el manejo de la economía en manos del Estado.
El Estado se apropió del aparato productivo estadounidense con la disculpa de solucionar la crisis financiera derivada de la Crisis de Confianza artificial que causó la caída de los precios de las acciones, que cotizaban en el mercado de la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE) en 1929.
Los precios cayeron dejando sin valor la garantía que le habían dejado al banquero para que les prestara plata, entonces, los ahorradores asustados, fueron en masa a retirar su dinero y los bancos se quebraron porque al no tener el dinero disponible en sus bóvedas, incurrieron en una causal de liquidación. Entonces, mejor, se debía evitar que la gente usara los créditos bancarios para comprar acciones porque eran muy volátiles y peligrosas.
El estatismo totalitario del New Deal, que violaba de manera reiterada la propiedad privada, al prohibirle a los banqueros que les prestaran dinero a las personas, por el riesgo y exigía, mejor, que se lo prestaran al Estado porque, el Estado, sí era muy seguro, fue vendido como el único capaz de solucionar la crisis creada, impuesto por el partido Demócrata en Estados Unidos, el mismo estatismo totalitario que sería impuesto en Alemania por el partido Nacional Socialista Obrero Alemán, en Colombia por el partido Liberal del socialista Alfonso López Pumarejo y en Italia por el partido Fascista Italiano.
Desde antes de la aparición del Estado-Nación, los monarcas tuvieron que acudir a merchant bankers, una forma primigenia de los actuales banqueros de inversión, como Jakob Fugger o Antón Welser, para que les prestaran dinero con el fin de encomendarles la construcción de infraestructura civil o para que les financiaran las guerras.
El Estado, desde siempre, ha sido un ente improductivo, muy pobre porque no tiene nada. Solo a través del saqueo y la violación sistemática a la Propiedad Privada de los ciudadanos, resultó apropiándose del suelo y el subsuelo del territorio de la nación, del aire y del agua de los ríos. A la vez que montó un sistema de expolio generalizado, disfrazado de Impuestos para poder distribuir la riqueza porque el mercado es tan bruto e ineficiente, esto lo dice el Estado, y no la puede repartir.
En la historia, la justificación de los grandes movimientos revolucionarios de la Masonería como la Revolución Francesa y los movimientos independentistas de América, se trató de levantamientos sociales justificados por el alza en el valor de los impuestos.
El caso del Boston Tea Party, en contra de los impuestos de la Corona Británica y el Movimiento Comunero Colombiano, en contra de los impuestos de la Corona Española, son ejemplos de la narrativa que justificó un cambio revolucionario que, en la realidad, simplemente, se trató del nombramiento de un nuevo recaudador de los impuestos que, además, aumentaron de manera exponencial.
Los Progresistas, critican el gasto y el derroche de la reina María Antonieta, pero ese gasto desmesurado de las arcas reales, no es nada diferente al derroche y despilfarro de las arcas públicas de sus respectivos países, mostrado por Verónica Alcocer, Cilia Adela Flores y Cristina Fernández viuda de Kirchner.
La Revolución Francesa se volvió un producto de exportación francés, que utilizaron como un instrumento de dominación. Una versión primigenia del comunismo de corte imperial napoleónico. De hecho, la figura del Banco Central, instrumento por excelencia de La Casta para mantener la pobreza mediante la emisión de dinero sin respaldo, que crea la inflación, surge del imperialismo totalitario de Napoleón Bonaparte.
Entonces, el esquema de dominación Rey-Súbditos, nunca desapareció, solo mutó, a un sistema de dominación y esclavitud vendida como voluntaria, por ser democrática y cumplir con la división de los poderes que, supuestamente, evita el absolutismo despiadado. La mejor forma para que nadie quiera ser libre, es convenciéndolo que no está privado de la libertad.
El periodo en el que estuvo vigente la Constitución de Rionegro (1863-1886), en los Estados Unidos de Colombia, momento en el que el Estado colombiano era federal, redujo su tamaño de manera ostensible, comprobó que la ausencia del Estado, en los asuntos de los particulares, es clave para lograr la riqueza, el pleno empleo y el crecimiento económico sostenido porque la actividad del Estado, es una muy diferente a la que le quieren adjudicar.
En los regímenes narcomunistas de Hispanoamérica, se está demostrando el papel determinante de las empresas privadas en la financiación del Estado, que demanda altos volúmenes de capital para poder sufragar el inmenso gasto público que genera el vetusto modelo comunista que, en la práctica, es insostenible en el mediano y largo plazo.
Ante el éxodo de las empresas privadas y la fuga masiva de capitales, utilizar a las pocas empresas que siguen siendo empresas estatales como fuente única de ingresos, es el catalizador de la debacle económica de Colombia y de Venezuela, por ejemplo. La otra opción, es encender la imprenta para hacer moneda sin respaldo y generar hiperinflación, que hace colapsar a las economías nacionales.
Se utiliza la caja y los ingresos del negocio para financiar la permanencia del régimen, se acaba con la reinversión de las utilidades, se deja de cumplir con el objeto social de la compañía y se contrata a personas que no son idóneas o competentes, el único requisito es que sean afines al gobernante de turno, la receta perfecta para la quiebra económica de cualquier empresa.
El Índice GINI que mide la concentración de la riqueza en una sociedad, tiende a cero cuando la distribución es uniforme y tiende a uno cuando es altamente concentrada. Cuando los mercados son libres y hay nula intervención del Estado y existe el respaldo de la moneda nacional en oro y no hay déficit fiscal, el Índice GINI tiende a cero, lo que demuestra que, a más Estado, más desigualdad, contrario totalmente a la falacia que han repetido hasta el cansancio que el Estado redistribuye la riqueza para crear equidad e igualdad porque la riqueza se concentra, solamente, en el Estado y sus pólipos malignos.
El monto del presupuesto nacional de Colombia, por ejemplo, es infinitamente superior al patrimonio de cualquier particular, ergo, la riqueza de Colombia, está concentrada, solamente, en los políticos, los burócratas, los académicos de las instituciones del Estado, los contratistas estatales y los periodistas de los medios de comunicación públicos y privados que reciben pauta oficial
La Constitución política colombiana de 1991, en nombre de la democracia y de los valores democráticos, que son privilegios para las minorías disfrazados de derechos, llenó al Estado de cargas y responsabilidades que exigieron el endeudamiento a través de un mercado de deuda pública local, creado al poco tiempo de promulgada la Constitución. Por esto, la mayoría del ahorro de los colombianos que trabajan y producen, se lo prestan al Estado (vía TES), excluyendo al mercado de capitales local de la posibilidad de financiar a las PYMES y a las empresas de los jóvenes emprendedores.
En Colombia, a diferencia de lo hecho en Estados Unidos en el año 1929 con la intervención en el mercado, prohibiendo usar los ahorros de los clientes para especular, resultó que los bancos comerciales se volvieron profesionales en especular sobre instrumentos de deuda pública y se convirtieron en los market makers, limitando el acceso al crédito para los particulares.
El Déficit Cero de Argentina ha sido una lección para el mundo, que gastar en burocracia y en estupideces propias de la narrativa WOKE, crea miseria y condiciones de inestabilidad e incertidumbre en los mercados. Los que ganaron el premio Nobel de Economía en el año 2024, se lo ganaron, con un recalentado de Keynes, solo que a la burocracia le dicen instituciones, pero el intervencionismo del Estado, es exactamente el mismo.
El epítome del gasto público inútil y de la deuda pública, fue USAID, un engendro malvado que se dedicó a saquear y estafar a los ciudadanos estadounidenses para promover el gasto público, vendido a los más imbéciles del mundo, cómo “Valores Democráticos”.
Cuando el señor presidente Donald Trump acabó con ese antro de corrupción, el principal argumento de los parásitos estatales y de las rémoras sociales globales, que vivían de robarse el presupuesto de los Estados Unidos, fue alegar que estaban acabando con los valores democráticos y que Trump era un tirano.
El montón de candidatos presidenciales con una narrativa idéntica, que pretende mantener a Colombia en el mismo esquema miserable del estatismo totalitario, en el que cayó desde hace un siglo, en nombre de la democracia, prueba que el país está sumido en un periodo de “Patria Boba” del que, se nota, jamás va a salir, ante la ausencia de líderes ajenos a La Casta y la ignorancia conceptual del grueso de los colombianos, que han demostrado su atraso relativo frente a sociedades evolucionadas y maduras cómo la de Argen
