Por: Andrés Villota
El filósofo español José Carlos Ruiz Sánchez afirma que una de las cosas positivas que dejó el aislamiento obligatorio es que despertó el análisis crítico y la capacidad de cuestionar los hechos, gracias a la coyuntura creada por la pandemia y al tiempo disponible para poder hacerlo. Las personas volvieron a pensar y a reflexionar sobre lo que ocurre en su entorno, logrando que su forma de actuar vuelva a basarse en el sentido común y no en modelos de comportamiento creados a partir de contenidos virtuales que impedían conocer el entorno real y saber interpretar el contexto de su actividad cotidiana.
Ese despertar al pensamiento crítico cuestiona el comportamiento de la sociedad contemporánea basado en el híper individualismo y el hedonismo que es, precisamente, el eje central de todo el discurso y la propaganda del World Economic Forum que sesiona anualmente en la ciudad Suiza de Davos. El evento de este año pasó con más pena que gloria a pesar de haber anunciado con bombos y platillos que el 25 de enero del 2021 se iba a “resetear” al mundo.
En el mundo inventado en Davos todos eran felices porque cada uno hacía lo que en su discurso consideraba la forma ideal para alcanzar la felicidad, discurso que el híper individualismo convertía en auto referencial sin espacio para ser controvertido o revaluado.
A Davos la convirtió el neomarxista Klaus Schwab en un sitio de peregrinación chic al que asisten los más ricos para recibir la absolución de la Izquierda más chic del mundo. Usando un cilicio de Dior o de Gucci, los ricos iban a contar qué es lo que van a hacer para poder expiar sus pecados de trabajar, producir y crear riqueza ante una audiencia conformada por el director de alguna ONG o la activista de alguna causa que el híper individualismo consideraba, erróneamente, muy popular entre la sociedad global de la pre pandemia.
Una audiencia ávida de recibir gran parte de la fortuna de los asistentes al foro a manera de su penitencia (la de los ricos) con la que puedan asegurar el pago de la nómina de su ONG o poder pagar sus costosos desplazamientos por el mundo aunque no quede nada para invertir en la causa que dicen defender o para combatir la desigualdad que, supuestamente, tanto les molesta.
Nada que no se pueda solucionar diciendo que la humanidad va a ser feliz en el año 2030 sin contar con posesión material alguna (porque todas se las van a donar a las ONG miembro del WEF). “Felices pero sin nada” era la máxima que le hacían repetir a los jóvenes asumiendo que estaban de acuerdo porque a todos los habían metido bajo la misma etiqueta de Milenios que, supuestamente, su visión hedonista no les permitía trabajar ni producir porque su felicidad se basaba en no ser ricos porque ser ricos era malo.
Al gobernador Gavin Newsom le será revocado su mandato en los próximos días por haber llevado a la debacle económica al estado de California (EEUU) tras aplicar al pie de la letra todos los dogmas del “Davosismo” mientras que, por el contrario, el dictador de la China Popular no hizo nada de lo ordenado por Klaus Schwab y fue el único país que creció y atrajo inversión extranjera durante el periodo del aislamiento obligatorio decretado en la mayoría de países; esa fue la prueba reina del fracaso del discurso de Davos. Además probó que la prosperidad que trae el Capitalismo es necesaria para que los ricos puedan financiar a toda la “oenegeada” global, y lo más importante: adoptar todos los preceptos de Davos logra aumentar la desigualdad, la pobreza y la miseria.
A lo anterior se le suma que los grandes íconos del discurso de Davos resultaron siendo ídolos con pies de barro como es el caso de la adolescente Greta Thunberg que está siendo investigada por la justicia de la India por difundir un manual de instrucciones para crear un conflicto social entre los agricultores y el gobierno de la India. Greta pasó de ser una joven activista en favor de la protección del medio ambiente a una impulsadora junior de guerras civiles, comportamiento contradictorio que habría pasado desapercibido hace un año pero que hoy es cuestionado y le hizo perder millones de adeptos en el mundo.
En España, Santiago Abascal líder de VOX define a su partido como de Extremo Sentido Común. VOX lidera la mayoría de encuestas hechas en Cataluña de cara a las próximas elecciones autonómicas y en algunas encuestas nacionales ya supera al tradicional partido Popular. En Colombia en una encuesta hecha por la revista Semana para medir la intención de voto en las próximas elecciones presidenciales, con una muestra de 259.642 personas (104 veces más representativa que la muestra promedio de una encuesta pagada en Colombia de solo 2.500 encuestados), dejó de últimos a los dos candidatos de la Escuela de Davos que se hacen llamar “de Centro”. Es muy difícil creerle un discurso sobre la equidad, la inclusión y la lucha contra la desigualdad al rector de una universidad que cobra las matriculas más costosas de América Latina. Cómo poder creerle?
Desde las grandes civilizaciones de la antigüedad como la Sumeria o la Egipcia, la humanidad buscó adaptarse al cambio climático. Los ancestros lejanos de los derivados financieros actuales son los contratos de futuros sobre la cosecha de arroz en el Japón del Siglo XVII, otra forma de adaptación al cambio climático. Sin embargo en Davos venden la franquicia del cambio climático cómo un tónico o un elixir que hubieran inventado y patentado ellos (los de Davos) para que los políticos puedan usarla como una “propuesta” para llegar al poder. Esa es una propuesta? En serio?
Al final Schwab tuvo que dejar a un lado su propuesta del reseteo y debió cambiarla por el concepto del Capitalismo de los Grupos de Interés (Stakeholder Capitalism). Del ahogado, el sombrero. El discurso de Davos se hundió en sus propias contradicciones como consecuencia de la crisis del hiper individualismo. Un discurso que solo era posible en la sociedad anterior a la pandemia.