Por: Eduardo Mackenzie
Los resultados de la elección presidencial del 19 de junio, fueron una sorpresa para los colombianos. Los mismos petristas deseaban un triunfo pero no lo veían como algo obvio. Por eso amenazaron al país con el despliegue preventivo de sus milicias en algunos puntos y ciudades.
Saber que Gustavo Petro llegará a la Casa de Nariño el 7 de agosto próximo sacudió a Colombia de norte a sur. Un hombre con sangre en las manos ocupará, por primera vez, el solio de Bolívar. Hubo como una especie de electrochoque general. Hay en muchos sectores una ola de pánico y eso toma formas diferentes. Algunas capillas políticas no-petristas se dividen, tratan unas de minimizar lo ocurrido, otras creen poder acomodarse a la nueva situación. Los más ingenuos ignoran los llamados a la lucha de clases de Petro y se ilusionan con un posible “acuerdo” para arrancarle no sé qué concesiones.
Una parte de las formaciones políticas tradicionales, de base liberal-conservadora, adoptan una postura diferente: buscan una línea de decencia, vigilancia y oposición firme contra las intenciones depredadoras de Gustavo Petro.
El 20 de junio, electores asombrados por las cifras del escrutinio denunciaron en las redes sociales el “monumental” fraude electoral. La gran prensa y otros medios se ofuscan, por ahora, ante ese tema. Los patriotas no quieren cerrar la boca y olvidar los escándalos y trapisondas, jamás aclarados, de la Registraduría y de su anómalo software de conteo de votos, que instaló el irascible Alexander Vega Rocha, quien se cree con el derecho de no rendirle cuentas a nadie. Los jefes petristas esperan, en cambio, que olvidemos, sobre todo, el espionaje y la guerra sucia desatada por ellos para desacreditar a los dos mayores rivales democráticos, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández.
Circulan cientos de mensajes en las redes sociales con testimonios sobre el fraude electoral. Uno de ellos dice: “Los colombianos aceptaremos el resultado de estas elecciones después de que se realice un conteo físico de las papeletas de votación contra lo registrado en el sistema y se verifique que los números de cédula de personas vivas coincide con el físico de los votos, para saber de dónde salieron los más de tres millones de votos que Petro no había podido sacar ni en las elecciones pasadas [legislativas], ni en la primera vuelta y sí los sacó en 15 días”.
Ese sentimiento de que el veredicto del 19 de junio no es el de las urnas sino el de la Registraduría recorre al país. Hay un enorme déficit de legitimidad de ese escrutinio y eso perseguirá tanto a Petro y su equipo como a la Registraduría y al CNE, por tiempo indefinido.
Aunque minoritario, el pedido de una auditoría de las dos vueltas de la elección presidencial, es fundamental. Es una reivindicación preciosa para ganar las duras batallas que vienen. Los cambios “revolucionarios” que quiere hacer Petro requieren de la Registraduría en su estado actual, para que el proceso de destrucción de las instituciones, comenzando con la demolición de la Constitucional nacional, sea legitimado por ese organismo. Por eso hacen del fraude electoral un verdadero tabú.
Preguntarnos por el papel que ha jugado la Registraduría en el actual terremoto político es indispensable. Hay que investigar y pedir al personal sano de ese organismo que revele los detalles de lo que ocurrió el 19 de junio. Las libertades y la unidad del territorio colombiano dependen de eso.
La extrema izquierda petrista, que fue incapaz de rechazar el apoyo verbal del narcotráfico y de las organizaciones narcoterroristas FARC y ELN, necesita la actual máquina de contar votos para legitimar cada paso que tendrán que dar para desmantelar el Estado de derecho.
Un video de comparación entre lo que dijo Gustavo Petro tras conocer los resultados y lo que gesticuló Hugo Chávez cuando llegó a la presidencia de Venezuela, en diciembre de 1998, circula en estos momentos. Ese video muestra a la perfección que Petro tiene poca imaginación: él copia y copia a su ídolo hasta en los más mínimos gestos y palabras. Conclusión: Petro organizará una serie de elecciones para legitimar el cambio de régimen que le prometió a sus patrones.
La metodología de Chávez para acabar con Venezuela fue clara: con referendos y elecciones: 14 de diferente tipo en 10 años, para escoger autoridades ejecutivas, legislativas y constituyentes en todos sus niveles (1). La mayoría de ellas –falseadas por las máquinas de voto electrónico y el software de Smartmatic–, fueron ganadas por el dictador.
Tres de esos escrutinios fueron para erigir una Constitución chavista. La primera, para escoger los miembros de la asamblea constituyente, le permitió al oficialismo tener el 75% de los constituyentes. Así fue como Chávez pasó su aplanadora contra la Constitución de 1961.
Petro aspira a hacer lo mismo. Su primer paso será liquidar la Constitución de 1991. Empleará la misma técnica para disponer de una mayoría abrumadora en la constituyente. Lo primordial para él es conservar la Registraduría con su corruptela para mantener una relación de fuerzas conveniente. En el resto del ciclo de elecciones que viene esa maquinaria impondrá sus veredictos y las oposiciones, constructivas o de ruptura, no podrán siquiera protestar.
El mundo político y la ciudadanía tendrán que salir de su atonía. No pueden esperar a que el derrumbe del sistema sea consumado. Unirse para actuar ahora es vital para impedir la consolidación de una nueva tiranía en el hemisferio. No hay que esperar a ver el desarme de la policía, el avasallamiento de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, la llegada de asesores cubanos y venezolanos a los ministerios, la legalización del ELN, el derrumbe de Ecopetrol y de otras empresas del sector petrolero- minero, ni los efectos de las “soluciones” anticapitalistas de Petro en economía para arruinar la tasa de crecimiento actual de 5,5% (cifra de la OCDE). Ya se está viendo en qué consistirá para la clase media la perversa reforma tributaria estilo Piketty de 50 billones de pesos. En Francia, Piketty hizo un daño tremendo con su sistema socialista de expoliación legal-tributaria. Un economista, Frédéric Georges-Tudo, escribió: “El desprecio de Piketty por la miseria humana se sitúa simplemente en línea directa con la de Trotski, Lenin, Mao y los Castro” (2).
Por ahora la «operación candor» que ejecuta Petro le está saliendo bien: algunos creen que será un presidente razonable. ¡A despertar tocan ¡
(1).- Los datos electorales del periodo Chávez son tomados del excelente ensayo de Beatriz Franco Cuervo y Javier Andrés Flórez Henao “Entre el sistema electoral y la coyuntura política en Venezuela”, incluido en el libro Hugo Chávez, una década en el poder, Editorial de la Universidad del Rosario, Bogotá, 2010.
(2).- Piketty au piquet! , Frédéric Georges-Tudo, Editions du Moment, Paris, 2015, página 194.
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