Por: Jair Peña Gómez
La alcaldesa de Bogotá, Claudia Nayibe López, ha expresado de manera reiterativa que la seguridad no es algo que la trasnoche. En su criterio, en la ciudad no ha habido un incremento de los casos de hurto ni tampoco de sus modalidades, dice que se trata de un tema de percepción, que no es un problema real que aqueje a la ciudadanía y que la capital ha mejorado en todos y cada uno de los indicadores.
En el Palacio de Liévano están convencidos de que la administración de los verdes llevará a Bogotá a ser la Zúrich latinoamericana, pero lo cierto es que las cifras de seguridad la acercan más a ciudades como Bagdad (Irak), Belo Horizonte (Brasil) o Trípoli (Libia). Y es que según el Índice de Criminalidad 2021 (con corte a mitad de año) de Numbeo, Bogotá ocupa el puesto número 48 entre las ciudades más inseguras del mundo.
De acuerdo con la base de datos colaborativa, el Distrito Capital tiene un índice de criminalidad del 63,97, donde el máximo es 100 y el mínimo es 0.
Colocando los datos en perspectiva, nada más entre enero y septiembre de este año se han registrado 841 casos de homicidio, 82 casos más que en el mismo periodo del 2020, lo que representa un aumento del 10,8%. Es decir que en la ciudad se están presentando 3 homicidios diarios.
La concejal de Bogotá por el Centro Democrático, Diana Diago, ha colocado de relieve que las localidades con mayor incremento en homicidios son: Candelaria (200%), Teusaquillo (125%), Sumapaz (100 %), Barrios Unidos (66.7%) y Tunjuelito (61.5%), y las que más presentan casos son: Ciudad Bolívar (156), Kennedy (136), Bosa (85) y Rafael Uribe Uribe (69).
La Secretaría de Seguridad del Distrito también ha reportado que el hurto de celulares ha aumentado en un 20%, alcanzando la escandalosa cifra de 41.232 robos en los primeros 9 meses del año.
El hampa se ha tomado las calles de la ciudad más importante del país y los bogotanos, que en otras ocasiones recurrían a la defensa propia, hoy ni siquiera lo contemplan por el temor a las posibles represalias de los delincuentes, pues, pese a que la Policía está cumpliendo con la labor de perseguir y capturar a los criminales, los jueces los están dejando en libertad aduciendo que han cometido crímenes menores, que es su primer delito o que hubo vicios de procedimiento en la captura.
Los capitalinos se encuentran a merced de la delincuencia común, incluso se han incrementado los hurtos en el sistema masivo de transporte. El representante a la Cámara por el Partido Conservador, Juan Carlos Wills, denunció que, con corte al mes de septiembre, por lo menos 10.900 personas han sido víctimas de hurto en TransMilenio, lo que arroja un promedio de 145 personas hurtadas al día en el sistema.
El congresista también indicó que el 82% de los bogotanos afirma sentirse inseguro en la ciudad; el 48% ha sido víctima de la delincuencia; el 76% cree que la ciudad va por mal camino, y el 49% se siente insatisfecho con la ciudad como lugar para vivir.
Los datos sin duda contrastan con la retórica de la alcaldesa, pero realmente rayan con el discurso de la candidata, quien en campaña afirmaba que en la capital no había jefe de Policía y se ufanaba de que ella sería la primera comandante de la institución. La verdad sea dicha: Bogotá sigue sin jefe de Policía.
Durante los desmanes del Paro Nacional, Claudia Nayibe se fue lanza en ristre contra la Policía y en vez de respaldar la institucionalidad, acusó a los uniformados de propiciar los actos vandálicos y de atentar contra sus “niños del alma”, esos mismos milicianos de la organización terrorista urbana “Primera Línea” que sitiaron la ciudad durante meses.
Además, resulta curioso que las medidas de la Alcaldía estén orientadas no a la protección de los ciudadanos, sino a su desprotección. El secretario de Seguridad —y exviceministro de Defensa del gobierno Santos—, Aníbal Fernández de Soto, se ha manifestado a favor del control de armas traumáticas, como si esa determinación ayudara a disminuir el número de hurtos o el número de homicidios.
De ninguna manera es así, el criminal seguirá comprando armas en el mercado negro, bien sean traumáticas, blancas o de fuego, mientras que el ciudadano que las adquiría en la legalidad no podrá contar con ningún medio de protección personal efectivo.
Ante tales desaciertos, que no constituyen una inadvertencia ocasional o excepcional, sino una actitud metódica y sistemática, me sumo al clamor de millones de ciudadanos que esperan que la revocatoria a López prospere y también digo, ¡chao, Claudia!