Por: Fernando Torres Mejía
En 2002 Álvaro Uribe llego a la presidencia como resultado de la violencia y el control territorial que imponía la banda Narcoterrorista FARC, quienes mantenían arrinconados y “muertos” del miedo todo un país, que poco a poco se transformaba en un estado “fallido” y donde se necesitaba la llegada de un jefe de estado con “mano firme y corazón grande”.
En 2010, Uribe, le tendió la mano a quien sin duda se convertiría en el mandatario más cobarde, traidor y pusilánime que haya ocupado la casa de Nariño, y gracias a su mediocridad y falta de verraquera, se volvió a recrudecer la violencia, se incrementaron de manera exponencial los cultivos de coca, floreció el narcotráfico y revivieron los grupos narcoguerrilleros quienes no dudaron en sacar provecho de quien para esa época lo consideraban como «socio» de su actuar delictivito.
En 2018, el turno fue para Iván Duque, quien llego al poder, gracias a la pésima gestión de su antecesor y entonces el pueblo creyó que volvería la época de la seguridad democrática, la misma que con “mano firme y corazón grande” logro arrinconar a los delincuentes y recuperar el estado, pero no fue así, simplemente lo que consiguió fue despejarle y allanarle el camino con una inmensa y “acolchonada” alfombra roja a la izquierda recalcitrante en cabeza de un guerrillero que gana la presidencia bajo la promesa del “cambio”, de “la paz total” y que Colombia sería “potencia de vida”, hoy los resultados demuestran todo lo contrario, no hay tal cambio, ni paz y por las masacres, asesinatos de líderes sociales y recrudecimiento de la violencia, estamos lejos de ser “potencia de vida” y más bien cada día estamos cerca al despeñadero, y no solo por cuenta de Petro, sino de sus nefastos ministros, altos consejeros y asesores.
Esta administración ha demostrado que no tendrá mano dura contra ninguna manifestación de delincuencia ni crimen organizado, y queda en claro cuando propone sacar de la cárcel a delincuentes para hacerlos gestores de paz, cuando pide levantar órdenes de captura y dejar en libertad a cabecillas de grupos armados, llámense guerrilla, narcotraficantes etc., pero además los medios de comunicación y en especial Revista Semana, publican testimonios y evidencias que comprometen a la familia del actual mandatario en negociaciones con narcotraficantes para que obtengan beneficios en la nueva reforma penal que se está preparando, además, permite que grandes narcotraficantes y personas condenadas por delitos de lesa humanidad obtengan la suspensión de sus penas, permisos de salida de hasta 72 horas, en otras palabras que las cárceles se conviertan en hoteles.
No conforme con esto, Petro quien tiene una imagen del 51% de acuerdo con la reciente encuesta de Invamer, casa una “pelea” con Nayib Bukele presidente de El Salvador, quien es el líder con mayor imagen favorable en toda Latinoamérica y en su país con más del 90%, atacando la gestión que este viene haciendo en contra de las pandillas, grupos delincuenciales, secuestradores, extorsionistas, narcotraficantes, por cuenta de la lucha frontal en contra de estos flagelos y por la CECOT, la megacárcel que construyo, de la que Petro dice “es un campo de concentración que me da escalofríos, pero hay gente que le gusta eso, ver a la juventud en las cárceles y creen que eso es seguridad y se disparan las popularidades, pero el presidente de El Salvador se siente orgulloso porque redujo la tasa de homicidios a partir, dice él, de un sometimiento a las bandas que hoy andan en esas cárceles, mientras que nosotros en Bogotá logramos reducir la tasa de homicidios pero «no a partir de cárceles» sino de «universidades, colegios y espacios de diálogos».
Frente a esto, María Fernanda Cabal twitteo “Gustavo Petro jamás construyó un colegio y menos una universidad. Lo que sí hizo fue promover centros de consumo de drogas, en vez de rehabilitar adictos. También quebró la salud cuando fue alcalde y hoy ofrece impunidad disfrazada de paz”.
Lo desconcertante es que no le produzca “escalofrió” las víctimas de estos pandilleros, gente de bien, quienes por muchos años sufrieron de todo tipo de violencia. Si a Petro, como lo dice siempre, le importa la “vida”, entonces ¿cómo puede estar a favor de los delincuentes, quienes lo primero que se roban, es el derecho a esta?
Mientras tanto, las Farc no pierden tiempo y continúan intentando tomarse el poder, y en varias regiones entrenan a sus miembros porque se dieron cuenta que el camino está libre por la falta de autoridad, en un país que está a la deriva, y así quedó evidenciado con el secuestro de 79 policías en el Caguán, donde para el estado resulto más importante los derechos humanos de los delincuentes, y no así de nuestros héroes quienes procuran que nuestros derechos se respeten, en un gobierno que no se pronuncia cuando matan y asesinan militares.
Ahora Petro en “complicidad” con los grupos terroristas, está despojando la posta a la izquierda y le están allanando el camino para la llegada de una Bukele como próximo presidente de los colombianos, y es que no hay otro camino, se requiere una persona con pantalones, sin miedo, que le recupere la dignidad, la autoridad, y la tranquilidad a los Colombianos, por eso sin duda María Fernanda Cabal será La Nayib Bukele que necesita Colombia.
