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AUTOCRÍTICA O INEXORABLE DECLIVE

por El Expediente
noviembre 3, 2019
en Opinión
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Narcotráfico, primer acuerdo sobre lo fundamental
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Por Rafael Nieto Loaiza

“Asumo toda la responsabilidad”, sobre el resultado del Centro Democrático en las elecciones regionales, dijo el presidente Uribe. No la tiene. De hecho, sin su esfuerzo descomunal para recorrer todo el territorio nacional y estar a veces en tres departamentos en un solo día, el resultado pudo haber sido peor. Pero su declaración es típica de él: carga con los errores y fallas de los otros para aliviarles sus problemas, evitarles explicaciones y el foco de la opinión pública.

El día mismo de las elecciones había reconocido la derrota. Algunos senadores del partido, más papistas que el papa, han dicho que el CD triunfó. Yo sostuve que recibimos una paliza. Esos senadores y el Gobierno sostienen que se ganó porque ahora se obtuvieron cuatro gobernaciones y en el 2015 solo una. Es verdad. Antes se ganó Casanare y ahora Amazonas, Casanare, Vaupés y Vichada. Y porque de 56 alcaldías se subió a 121. Cierto también.

Pero, primero, es un error hacer el análisis comparando con el 2015. En ese entonces el partido apenas tenía un año de vida. El punto de referencia debe ser el 2018, hace apenas 15 meses, donde el CD eligió el mayor número de parlamentarios y Presidente de la República.

Después, aunque haber ganado esos departamentos tiene mérito, no es menos verdad que el CD perdió en todos los grandes (la victoria en el Atlántico es de los Char, no nuestra), en todas las ciudades capitales (incluyendo las que había ganado en el 2015, Leticia y Florencia) y también en la mayoría de las ciudades intermedias.

Además, aunque perder en el suroccidente y en el Caribe era esperable, son regiones en que el uribismo nunca ha sido fuerte, no se ganó ni ninguna de las zonas en las que tradicionalmente sí lo ha sido, como el eje cafetero, Antioquia, Tolima y Huila, Cundinamarca, Meta y Norte de Santander.

Y se perdió en Medellín, bastión uribista, aunque ahí la responsabilidad mayor la tenga la inexplicable decisión de mantener la inviable candidatura de Santiago Gómez a la alcaldía y dividir los votos del centro a la derecha.

¿Motivos de la derrota? Varios, algunos externos e incontrolables y otros directamente atribuibles al partido. 1) se que incomoda a muchos que lo diga: la impopularidad del Gobierno. Aunque sea injusta, y sinceramente creo que lo es en su mayoría, esa calificación impacta necesariamente al partido de gobierno. Excepto que hubiera un divorcio, y no lo hay, si le va bien a Duque le va bien al CD. Y al revés. 2) la erosión de la imagen del presidente Uribe. Se ve afectada tanto por la calificación del gobierno (se cobra el “Duque es el de Uribe” y su papel de defensor de la gestión gubernamental) como por los ataques sistemáticos a su reputación desde los medios y del sistema judicial. 3) la permanencia en los cargos del gobierno nacional en los territorios de un buen número de santistas: da la imagen de que no ha habido cambio, no permite que los uribistas ocupen posiciones de poder, hace vulnerables a los líderes regionales del partido a las críticas de la base que, en una expectativa legítima, esperaban participar del gobierno, genera frustración, y, no deja de ser paradójico, fortalece a los partidos que perdieron la Presidencia pero no la burocracia ni el control presupuestal. 4) ciertas acciones de gobierno que afectan a la base ciudadana del partido como, por ejemplo, el borrador de resolución del Min Salud sobre el aborto, la demora en la creación de la zona económica especial en Norte de Santander, la política cafetera o la designación de reemplazos de la misma entraña de los gobernadores suspendidos. 5) la dificultad enorme para un partido joven y con una débil estructura regional y municipal como el CD para encontrar candidatos serios y competitivos. 6) los sistemas de escogencia de candidatos y, en especial, el uso de encuestas abiertas con muestras que privilegian a los externos sobre la militancia. Al final, son los terceros, no los uribistas, quienes escogen a los candidatos. El ejercicio puede salir muy mal, como ocurrió con Ángela Garzón. 7) la demora en la definición de las candidaturas. Empiezan tarde sus campañas y tienen muy difícil hacer alianzas porque las cartas muchas veces ya están repartidas.

Hay además unas causas de aún mayor profundidad que ameritan reflexiones adicionales pero que se pueden enunciar: 8) el CD está perdiendo a los jóvenes, en todas las regiones y estratos. Hay que sintonizarse con sus lenguajes y preocupaciones; 9) el CD no puede perder su discurso de seguridad, pero debe elaborar mejor su propuesta socioeconómica y mostrar que su modelo de capitalismo social es el único que puede responder de manera sostenible a las necesidades de las poblaciones más vulnerables; 10) finalmente, debe reconocer que es, por encima de cualquier otra consideración, un partido de opinión y que, por tanto, es en su propuesta programática donde está su mayor fortaleza.

Por cierto, en política sostener, como han hecho algunos, que no se pierde lo que no se tiene es una tontería. Pierden todos los que no ganan. Y pierden más, incluso de manera mucho más grave, quienes no reconocen la derrota. La autocrítica es indispensable para progresar. Ver los errores, aprender las lecciones, corregir y retomar la ruta de la victoria es lo que le corresponde al CD si quiere mantener su vocación de poder y, en especial, estar preparado para la dificilísima batalla del 22.

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