Por: Fernando Torres Mejía
No podía despedir el año sin mi última columna de 2022 y la primera de 2023.
Para la gran mayoría de ciudadanos que vivimos en la comuna 22 en Cali, conocemos a David y para otros pocos quienes hemos intentado ayudarle, sabemos que es caso perdido y solo un milagro podrá rescatarlo de su propio mundo.
David es un indigente de color, bien parecido, alto, su cabello que más bien parece una estopa de coco, debe pesarle entre cinco o más kilos, lleva mucho tiempo sin tomarse una ducha, no le importa si está bien o mal vestido, si come algo frío o caliente, si los alimentos que ingiere están recién preparados o si, por el contrario, llevan varios días, menos le importa si están descompuestos. A David no le interesa la hora de ir a dormir ni mucho menos la de levantarse, si duerme acostado, sentado o recostado, si necesita hacerlo en el pavimento, en un andén, en una banca o tirado en el pasto de alguno de los parques, eso sí, anda siempre con su cobija al hombro, me atrevería a pensar que ya ni dolor siente, pues un día apareció sin dos de los dedos de una de sus manos, y estaba como si nada, no hay evidencia de que le cogieran puntos, simplemente ya no están. David no es de aquellos que por su condición genere peligro, pues siempre lo vemos calmado recorriendo las calles, deambulando por todas partes.
A David, nada, absolutamente nada le preocupa, no está pensando en controlar y cuidar su empresa, si llega a tiempo o tarde a su lugar de trabajo, si tiene que cuidar o no a sus hijos, no se estresa por el tráfico, antes usa las vías como si fueran andenes, si las calles están llenas de huecos, si se celebra el día de la madre o del padre, si estamos en Navidad, etc. y tiene que ir a un centro comercial abarrotado de gente para comprar algún detalle.
David nunca le preocupo ni le preocupará que los tres alcaldes de las principales ciudades capitales, sean hoy los perores de la historia, si Jorge Iván Ospina, pareciera que tuviera comprada las instituciones de control, pues a pesar de las denuncias de corrupción, sigue como si nada. A David lo tiene sin cuidado, si hoy el país está gobernado por un personaje que perteneció a uno de los grupos guerrilleros más violentos del país, que está acabando poco a poco con la democracia, quien le brinda mejores condiciones de vida a criminales de grupos armados al margen de la ley y a sus protegidos de la primera línea, me refiero a Gustavo Petro quien además anda con el embeleco de la “paz total”, a lo que nos preguntamos, ¿será que esos capos del narcotráfico, aceptaran dejar ese negocio, para recibir un millón de pesos mensuales?, o quizás ¿unos cuantos lotes de tierra para sembrar cacao o pan coger?, dudo que estos delincuentes quieran cambiar narco dólares por devaluados pesos colombianos.
Tampoco le importo la presidencia de Iván Duque, persona decente, trabajadora y con deseos de hacer las cosas bien, pero que cometió un grave error, al preferir gobernar sin los que lo llevaron al poder, en una clara “traición” a su partido y a los que trabajaron sin descanso por verlo como presidente, lo cual también origino una rotura y debilitamiento irreparable del Centro Democrático, quien venía siendo un partido totalmente distinto a los demás.
Pero a David mucho menos le importo que Juan Manuel Santos, traicionara la confianza de su mentor, quien lo llevo de la mano a que fuera presidente de un país que solo le bastaba un pequeño esfuerzo adicional para acabar definitivamente con las guerrillas a quienes ya su antecesor las tenía arrinconadas y vencidas, pero prefirió hacer un gran negocio, el de lograr el mayor lavado de activos de la historia, conseguir establecer su idea comunista y socialista para saldar la deuda con sus amigos guerrilleros, hasta llegar a comprar un premio nobel de paz, una paz que aún no tenemos y que no se ve en un futuro cercano.
Otro evento que tampoco le importo a David y que no lo desvelo un solo segundo, fue la administración del gran Álvaro Uribe, quien fue el mejor presidente en la historia reciente, aunque para muchos la forma como logro su reelección le ocasiono el pago de muchos favores, lo que le opaco en parte la magnífica labor que realizo en su primer periodo de gobierno.
A David no le importo que este país haya tenido a Ernesto Samper como gobernante, elegido con dineros del narcotráfico, quien “convivió” con un elefante y además, al cuestionársele por dicha financiación, de manera cínica responde, “todo lo hicieron a mis espaldas”.
David seguirá su vida como hasta hoy lo viene haciendo, sin en qué o en quien pensar, sin preocuparse de la nueva alza de los combustibles que a propósito entre octubre de este año y enero de 2023, ya va en mil pesos, mucho menos le preocupara la tal reforma a las pensiones, si se acabarán o no las EPS, si finalmente eliminarán la exploración petrolera, si podrá comprar un pasaje en el nuevo tren entre Buenaventura y Barranquilla, si por fin Bogotá tendrá metro, si el déficit del fondo de la gasolina seguirá en “los $10.000 billones” o si se incrementó, si Verónica Alcocer será o no la nueva presidente de Colombia, si Francia Marqués vive o no sabroso, si continúa o no reclamando los subsidios que da el estado y si sigue beneficiándose del Sisbén, por esto y mucho más “A veces quisiera ser David”.