Por: Jaime Eduardo Botero Gómez
Toda mi vida he pensado que uno tiene el deber de expresar lo que piensa. Esto, algunas veces, no gusta. Alguna vez, estando (yo) muy joven era miembro del Consejo de Directivo de alguna cooperativa -perdonen que omita su nombre- escenario en el que me mostraba muy crítico de las propuestas o proyectos que se discutían en su seno. El gerente de entonces, con quien tejí una amistad, me dijo un día que si yo no hubiera estudiado en una universidad privada, quizás habría sido guerrillero. Esta referencia no pretende estigmatizar la universidad pública, pero no se puede negar que esa era una percepción existía, en los años 80 y 90 del siglo pasado. Esta anécdota está encaminada a explicar que yo era alguien muy beligerante en aquellas juntas y en general, toda mi vida, he defendido mis opiniones con vehemencia.
Tardé muchos años en decidirme a escribir lo que pienso sobre temas de la actualidad del país, básicamente sobe el apasionante tema de la política -aclaro que nunca he tenido aspiraciones electorales- lo cual creo, es una forma de participar en la vida nacional.
Aunque mis escritos, en ocasiones intermitentes o espaciados -por épocas-, nunca se ha apagado esa llama interior que me impulsa a expresarme, apoyado en mis convicciones, por supuesto, mirada que hago desde mi propia ideología y desde lo que pienso respecto a la Colombia en la que quiero vivir y que aspiro les toque a mis hijos y nietos: Una nación que viva en libertad y en democracia. Un país en un modelo de libre mercado con oportunidades para todos, claro, para aquellos que luchen por superarse, trabajen por sus ideales y no uno lleno de zánganos que crean que todo se los debe dar el Estado.
Hoy, mi inconformidad surge de esa apabullante lucha ideológica contra la democracia. Con el inmenso poder de los periodistas (una buena mayoría) que ponen todos los recursos de que disponen en favor de ideologías de izquierda, que se caracterizan por antidemocráticas, como esa teoría según la cual las minorías tienen más derechos que el resto de nosotros. A estos periodistas los acompañan un buen número de políticos inescrupulosos, para quienes “el fin justifica los medios”, en su carrera por llegar a la Casa de Nariño.
Estos personajes justifican la violencia disfrazándola de protestas pacíficas o de derecho legítimo a la protesta, que utilizando ese eufemismo prohíjan todo tipo de atropellos a través del vandalismo contra la ciudadanía pacífica. Hoy, los protagonistas son un grupo de indígenas, que han decidido violar todas las normas y protocolos previstos en la pandemia, a su paso por las ciudades en su marcha hacia Bogotá.
Llevamos, por la pandemia, 7 meses cuidándonos. Inicialmente se decretó cuarentena, se cerró la economía y hoy el gobierno está tratando de reactivarla paulatinamente pero con normas para que todos nos sigamos cuidando y evitar tragedias mayores. Los esfuerzos de todos los empresarios por implementar medidas de bioseguridad exigidas por el gobierno, trabajar por turnos y con menos empleados de manera simultánea, algunas veces sacrificando el empleo de miles, sosteniendo nóminas para no afectar a las familias de sus empleados, han sido heroicos y parece que se irán a la basura por la situación actual.
Nadie sabe cuantas empresas cerrarán definitivamente sus puertas, nadie sabe cuantas personas perderán sus empleos por la quiebra de las empresas en las que laboran. Ni se sabe cuantos niños y sus familias dejaron de comer 3 veces al día, para quizás poder una sola vez al día. Pocos se imaginan el daño que el hambre hace en los niños, en su cerebro que se desarrolla, no lo hemos medido. Quizás esta pandemia nos deje como saldo una generación malograda, de niños con atrofias mentales graves que jamás podrán estudiar, aprender adecuadamente y vivirán en la eterna pobreza.
Hoy, por la pandemia que no se ha ido y todo indica no se irá pronto, por esta razón se mantienen medidas como aforos restringidos en buses, teatros de cine o restaurantes. No se permite el ingreso al público a los estadios de futbol y se programan conciertos virtuales, que se muy seguramente no logran los ingreso necesarios por venta de la boletería. El ingreso restringido a supermercados también afecta sus ventas o la prohibición de venta de licor en los bares, viene generando situaciones financieras insostenibles para los empresarios de estos establecimientos. Esto solo para mencionar algunos sectores.
Todos hemos hecho esfuerzos y hemos sido afectados, pero seguimos cuidándonos de no infectarnos y no infectar a nuestros seres queridos, amigos y vecinos. Podríamos hacer una lista de todas las tragedias que vive nuestra Nación, y de cada una de las medidas que toma el presidente, tratando de equilibrar las prioridades en salud y en economía. En medio de esto no se entiende la actitud de la alcaldesa Claudia López, que ha criticado todas las medidas del gobierno. Para ella solo existe la confrontación ideológica, incoherente en su mayoría de veces, en la cual un día se queja por algo y mañana lo reclama.
Recientemente, una entidad o foro llamado “Smart City Expo LATAM Congress” (la verdad no se quienes son pero tampoco me interesa) hizo una mención de la Alcaldía de Bogotá, por su buen manejo a la pandemia. Claro, esto en contravía de la verdad pues las cifras de Bogotá la condenan, en tasas comparables, como la peor ciudad del país en materia de coronavirus, sino también como una de las peores en el concierto internacional. Pues deberían quitarle el premio o la mención a la señora López, pues ahora está feliz porque llegará una Minga de 10.000 indígenas contraviniendo y violentando todo el esfuerzo que se han hecho para controlar al dichoso virus, Minga que seguramente dejará destrozos físicos, económicos y en la salud de los bogotanos.
Pero hoy me molesta la actitud del Presidente. El gobierno parece alelado frente a lo que se viene. Es muy grave saber que tienen información seria de que la Minga viene con intenciones violentas, pues traen ocultos entre sus integrantes a expertos en terrorismo del ELN y de las, eufemísticamente llamadas, disidencias de las FARC, pero no vemos cuales son las medidas para prevenir la asonada que nos espera..
Cuando me refiero a las disidencias de las FARC, reitero lo dicho otras veces, por información proveniente de agentes de inteligencia sabemos que no hay tales disidencias sino que son la retaguardia estratégica que dejaron los barrigones que se vinieron al Congreso y que cínicamente se siguen llamando FARC. Aclaro, no tengo nada contra los barrigones, yo son barrigón. Esto no me deja tranquilo sabiendo que estos asesinos están legislando para el futuro de todos nosotros, sin haber cumplido con la sociedad.
Volviendo a Duque y su gabinete, no vemos que haya ninguna medida para evitar las varias consecuencias que se vienen con esta Minga. Podrían por ejemplo tomar medidas sanitarias y tomarle exámenes de COVID a todos los indígenas que pretenden llegar a Bogotá. Esto retrasaría irremediablemente su afán de llegar a tiempo para unirse a las convocatorias de FECODE y de los Sindicatos en el llamado paro nacional.
Podrían adicionalmente endurecer el Estado de Excepción, habida cuenta del riesgo sanitario que supone esta movilización y castigos para quienes incumplan con las medidas de bioseguridad incluyendo a la alcaldesa si no protege a los bogotanos.
Solo hemos visto cruces de declaraciones de funcionarios tratando de ser “políticamente correctos” tratando de no escandalizar a los medios que se los comerán vivos al menor desliz idiomático, medios que siempre justifican los desmanes de los manifestantes. Los indígenas podrán protestar pero tienen la obligación de incumplir con todos las normas impuestas por el gobierno para los demás colombianos. ¿Acaso tienen corona por ser indígenas?
En estos dias escuchaba a un periodista (Felipe Zuleta Lleras de BluRadio), la idea mas idiota que yo haya escuchado. Decía que el Estado tenia la obligación organizar la logística de alimentación, alojamiento, baños, etc., a los 10.000 indígenas manifestantes. ¿Acaso al resto de los colombianos nos dan la comida y la vivienda, o quizás a los empresarios el gobierno les regala todos los elementos para la implementación de las medidas obligadas de bioseguridad en sus empresas?
Quisiera preguntar ¿No nos hemos tomado en serio lo qué pasó en Chile el año pasado? ¿No le creímos a Maduro cuando anunció que el Foro de São Paulo estaba detrás de un gran plan de desestabilización de las democracias de America Latina en favor del comunismo? Dicen que “guerra avisada no mata soldado” pero aquí parece que el gobierno esta demasiado confiado y despistado con lo que estamos viendo venir.
No podemos pensar que sea casualidad lo sucedido en el mes de septiembre en Bogota, o el hecho de que la Minga viene coordinada para unirse al paro nacional, con “infiltrados” expertos en violencia y terrorismo. Hemos escuchado testimonios de indígenas pertenecientes a otras organizaciones, no afectas al CRIC, en las que advierten las históricas relaciones de cooperación de los líderes indígenas con los grupos terroristas (FARC y ELN) y con los narcotraficantes. Las denuncias sobre reclutamiento, malos tratos, asesinatos y violaciones de niños indígenas aprobadas por los gobernadores de los resguardos, son muy graves. ¿Y estamos creyendo que la Minga será pacífica?
Ojo Presidente!! No son propiamente angelitos los indígenas que están camino a Bogota.