Por: Roberto Ortiz
Las protestas pacíficas que se han desarrollado en la ciudad en el marco del derecho constitucional a la movilización se han visto opacadas por actos vandálicos que han causado graves daños a la infraestructura pública y privada.
Como es apenas natural, estos recursos para reparar los daños de la ciudad no han sido planificados por el Estado y no cuentan con una fuente de financiación que no sea los propios impuestos de libre inversión que aportamos los ciudadanos. De ahí, que los mas afectados con los disturbios, serán finalmente los propios caleños, quienes veremos como el presupuesto que debería ser invertido en mejorar la ciudad y resolver los urgentes problemas sociales, serán invertidos en resolver los destrozos causados por las jornadas de protesta.
Ahora bien. Estas movilizaciones ciudadanas, a parte de los daños a la infraestructura pública y privada, tambien tuvieron una consecuencia política para el mandatario local. Obligo a que el alcalde Ospina se despojara de la tradicional camisa de jeans azul que, según parece, no le permitía sintonizarse con las necesidades de las gentes y lo estimulaba a mantener una actitud agresiva con sus críticos y opositores; una camisa azul, que seguro, no lo dejaba ver que hay en la ciudad una juventud sin futuro y sin ninguna oportunidad de insertarse en el mercado laboral; y que existe un desempleo e informalidad que requiere que el gobierno municipal invierta recursos en un Banco de las oportunidades para estimular el mercado y el emprendimiento de pequeños y medianos empresarios.
Fue la misma camisa la que lo llevo a hacer un plan de desarrollo alejado de las necesidades básicas de la población y con una desfinanciación de más de 6.5 billones de pesos, fue la que lo puso, según da a entender, en el último lugar de las encuestas de favorabilidad y a ganarse el rechazo de la inmensa ciudadanía caleña que hoy no cree en su gestión.
Esa camisa azul, fue cambiada por el alcalde en una circense rueda de prensa por una camisa blanca de la esperanza y el cambio. El primer acto de Jorge Iván, el de la nueva camisa blanca, fue rechazar con ironía y desplanté mis propuestas que le hice en rueda de prensa para la reorientación del gasto público, y para la creación de un comité para escuchar la ciudadanía y buscar la verdad de los hechos que han ocurrido en la ciudad; Igualmente a rechazar el llamado que le hice a convocar al Concejo Municipal a sesiones extras para aprobar un plan de reactivación económica de la ciudad.
De tal manera, que de nada le sirvió al alcalde el cambio de camisa. La nueva camisa blanca se le empezó a desteñir en su primera rueda de prensa.
Debo recordar que el municipio de Santiago de Cali asumió un crédito de 650 mil millones de pesos aprobado por la mayoría del concejo sin tener claridad cuál sería el destino de esa inversión. El alcalde Jorge Iván ha manifestado en diversas ocasiones que esos recursos serán para cemento y ladrillo de sus nuevas megaobras: Un edifico para una Universidad del Oriente, otro edificio inteligente, la ampliación del Bulevar del rio y el embellecimiento de la avenida sexta, entre otras obras.
De allí, que es urgente, en el caso de Cali, insistir en la propuesta de reorientar, no solo el plan de desarrollo, sino tambien el gasto público. Este debe ser ajustado más en función de la inversión social, la reactivación económica de la ciudad, la destinación de mayores recursos para el sistema de salud publico que atiende la pandemia del Covid 19 y mayores recursos para la seguridad alimentaria de la ciudad estimulando la producción y comercialización de los productos agrícolas. Igualmente, el gasto público, tambien deberá destinarse de manera prioritaria a garantizar el derecho humano a la movilidad, al transporte público, y a la seguridad ciudadana, asuntos bastante deteriorados en los últimos días en la ciudad.
ROBERTO ORTIZ URUEÑA.