Por: Fernando Torres Mejía
El 17 de enero de 2019, en la escuela de formación de oficiales General Santander de la Policía, fueron asesinados vil, cobarde y demencialmente 21 jóvenes que soñaban con portar su uniforme, del cual se sentían orgullosos y se habían sometido a los duros entrenamientos físicos y de formación académica que este tipo de profesión requiere.
Con este atentado con carro bomba perpetrado por el ELN quisieron presionar al gobierno Duque para que “agachara” la cabeza y se les rindiera a los pies de estos Narcocriminales, pero este, no se dejó amedrentar y prefirió seguir defendiendo el honor, respetando y valorando el dolor no solo de los colombianos que repudiamos esta cobarde masacre, sino también tendiéndole una mano de solidaridad y sentimiento de afecto a las familias de estos héroes que tristemente no les permitieron cumplir sus sueños y compartir su alegría con sus seres queridos y muy seguramente habernos brindado toda su entrega y valor para defender a esta Colombia cada vez más vulnerable, indefensa y a portas de ser un estado “fallido”.
De otra parte, y de acuerdo con el reporte oficial, otros 36 policías han sido asesinados en actos del servicio en lo que va de 2022, de las cuales 26 son atribuidos a otro actor importante de la violencia, como lo es el grupo narcotraficante “clan del Golfo”, mediante la modalidad denominada “plan pistola”.
Pero todo indica que el gobierno que a partir del 7 de agosto nos conducirá a un narcoestado, NO le interesa ni le importa lo que le sucedió y les seguirá sucediendo no solamente a nuestros héroes, sino a más de la mitad de colombianos que rechazamos la forma como se intenta seguir entregando lo poco y nada que nos queda de libertad y democracia, que se siga entregando el poder mediante curules en el congreso, se siga dando impunidad y beneficios a estos actores armados quienes seguirán con sus fechorías y actos delincuenciales como ya quedo demostrado con las FARC, que siguen sin reparar ni cumpliendo lo poco y nada que se les “exigió” en los tales acuerdos de la Habana, pero que sí, en cambio, sostienen que el gobierno Duque no les ha cumplido, que es un “mentiroso” y que siempre busco volver trizas los acuerdos.
Como es posible que se quiera negociar con estos grupos terroristas ofreciéndoles esta “vida y la otra” a cambio de nada, a cambio de seguir y continuar tragándonos los sapos que ya nos tocó en el frustrado “negocio” de Juan Manuel Santos, que no hizo otra cosa que brindarles pensión a unos viejos decrépitos, asesinos y violadores como los son el secretariado de las FARC, mientras que la violencia continua, siguen aumentando las hectáreas de cultivo de coca, y por ende se incrementa el negocio del narcotráfico.
A propósito, Cali, se convirtió en el hotel de paso de los que se dedican a la profesión de “alto riesgo”, donde los fines de semana es normal que estos personajes lleguen a descansar y disfrutar después de haber estado la semana al frente de sus negocios de cultivo, recolección y procesamiento en el sur del país. Surge entonces una pregunta, ¿será posible acabar con este negocio cuando ya no son unos pocos que se conocían como los grandes capos, sino que, por el contrario, hoy en día está en cabeza de cientos de estos?
Pero acá no termina este despropósito, con la disculpa de que hemos fracasado en la lucha contra el narcotráfico, ahora nos quieren convertir en un país paria, donde se quiere legalizar no solamente la marihuana sino todas las drogas. En qué cabeza cabe que vamos a dar solos esta batalla de legalizar, cuando las potencias donde está un número importante de consumidores aún no dan este paso, claro que algunos han dado vía libre a la legalización para uso recreativo, a la marihuana, pero no a la coca, ¿se imaginan, todo nuestro territorio nacional invadido de extranjeros volcándose para consumir libremente cocaína y toda clase de alucinógenos?, tan solo por mencionar una de las innumerables consecuencias de lo que convertiría nuestra amada Colombia.
Para completar el “menú”, restablecer las relaciones con Venezuela, donde hoy ostenta el poder un dictador que además les brinda refugio y protección a los grupos guerrilleros que tanto daño le han causado a este país, no se está haciendo para beneficiar el comercio bilateral, la verdadera razón, el compromiso real, es el de cancelar la “obligación” que se adquirió a cambio del apoyo que se brindó para llegar a la presidencia.
No, señores Petro, Álvaro Leiva y miembros de la Conferencia Episcopal reanudar los diálogos con estos grupos de delincuentes, quienes han demostrado hasta el cansancio, que solo buscan seguir con sus negocios a cambio de nada, como sucedió con Pablo Escobar y con el cartel de las FARC, no es más que entregar el país a la delincuencia, por eso, que triste saber “Que tan rápido se les olvidó los 21, los 36 y muchos más”.