Por: Jazmín Balaguer
Reino Unido está de luto por la muerte del príncipe Felipe, Duque de Edimburgo. Esta situación suma incertidumbre, a las ya conocidas voces de los diarios británicos sobre el retiro en funciones de la Reina Isabel II en su cumpleaños No. 95, que será el próximo 21 de abril. Con ello, se habla de una transición con el príncipe Carlos, para que asuma como príncipe regente, tomando las decisiones como Jefe de Estado, aunque no como rey, ya que la reina continuaría siendo Isabel II
Ante este panorama, se discute el futuro de la monarquía, y con mucha fuerza, si es hora de abolirla. Sin embargo, esto es algo que solo compete a la voluntad de los británicos, y en menor medida a los demás ciudadanos de la Commonwealth. Pero a diferencia de lo que piensan aquellos que plantean estas discusiones, la familia real prevalecerá por las siguientes razones.
La corona británica, es la institución más importante para los británicos, mucho más que su bandera y su himno. Simboliza su identidad nacional, sus valores, la fuerza de su unión, de su poder en mundo, incluso de su fé, pues la reina es la cabeza de la iglesia anglicana, cuya legitimidad data desde el siglo XVI, con el ascenso del rey Jacobo de Escocia e Inglaterra, quien estableció que la autoridad de los monarcas emana de la voluntad de Dios, y que solo ante El deben responder.
Para aproximarse a entender el sentimiento frente a la familia real de los ingleses, es necesario saber que la formación de su idiosincrasia actual, fue forjada desde hace mil años en tiempos de Guillermo el Conquistador, pasando por 40 soberanos hasta llegar a Elizabeth II. Durante este largo periodo se formó uno de los Imperios más poderosos del mundo, que sobrevivió hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, mutando a la Commonwealth, pero en la práctica conservando su poder y liderazgo. Influyendo así, en la política y economía global, al poseer la divisa más fuerte, uno de los mayores ingreso per cápita, y con uno de los ejércitos más poderos del mundo.
Los ingleses entienden que ese poder, se lo deben a la determinación de la familia real durante siglos de mantener unidos los territorios, de protegerlos de enemigos externos, como buena parte de sus vecinos europeos, que siempre han querido invadirlo. No olvidan, que durante la Segunda Guerra Mundial, la realeza estuvo en la primera línea de batalla sirviendo a su nación. El rey Jorge VI decidió que sus hijas no viajarían a Canadá para proteger sus vidas, y por el contrario, la futura reina, iría a manejar carros de guerra y servir como mecánica de los mismos, en las ciudades que a la postre serían bombardeadas y destruidas por los nazis.
Al final de la guerra, con Inglaterra como uno de los países victoriosos, significó una amalgama aún más fuerte con la realeza, al haber demostrado como en el pasado, que en momentos decisivos de supervivencia nacional, salen de sus castillos a liderar los ejércitos para proteger a su pueblo, con su propia vida.
La Corona Británica es una institución que se hereda de generación en generación, enseñada no solo en los colegios sino en el seno de cada hogar, con lo que no solo se conoce, sino que se siente, se vive. Por ello, un británico promedio sí se le pregunta hoy ante una eventual guerra, siente que la primera en estar al frente es la reina, luego el primer ministro y atrás de ellos las Fuerzas Armadas.
Por lo que no sorprende, que el 69% de los británicos apoye la continuidad de la realeza pero con Elizabeth II a la cabeza, de acuerdo a una encuesta de Yougov del año pasado. Un porcentaje que ha ido aumentando desde los años 90, cuando fueron tiempos oscuros para esta familia, por la baja aceptación y popularidad ante diversos escándalos, siendo el de la princesa Diana y su posterior fallecimiento, una crisis institucional que amenazaba su vigencia.
Desde entonces, la Corona buscó acercarse más y mejor a los ciudadanos, la reina comenzó a pagar impuestos de los cuales estaba exenta, se redujo el presupuesto destinado a su manutención, entre otros. Pero sin duda, el matrimonio del príncipe Guillermo y Katherine Middleton, volvió a sembrar en el pueblo británico la ilusión de ver un futuro rey, que no fuera el impopular príncipe Carlos, y su aún más impopular, esposa Camila Parker.
Hoy, los hijos de los duques de Cambridge han acabado de renovar la imagen de la familia real en el ideario de los británicos, y esperarán pacientemente a que algún día el pequeño Jorge de 7 años sea rey. Volverá a haber júbilo nacional cuando conozcan al próximo heredero, y así se escribirá un nuevo capítulo en esta historia, encarnando en ellos toda la grandeza casi sobrenatural y mística, que refleje todo lo que consideran bueno. La realeza dependerá de sí misma, para que su comportamiento este acorde con esas expectativas, como ha sido la mayor parte del tiempo. Algo que no será difícil de cumplir, ya que más que una familia, son una organización cuyos miembros nacen para ser instruidos de tal forma que todas sus acciones y decisiones estén en función de mantener la unión de todo un reino alrededor suyo, como su guardián.